• Desde hace seis años, Martha Cuervo siembra y cosecha moras, uchuvas, tomates de árbol, granadillas, curubas y papayuelas en el patio de su casa, alimentos sin químicos con los que les prepara ensaladas, jugos y postres a su esposo y cuatro hijas.
  • Su huerta, ubicada en el barrio Palermo Sur, lleva el nombre de una pequeña finca llena de frutas que tuvo su papá en el municipio de Mesitas del Colegio.
  • “El Andariego es una huerta que le rinde un homenaje a mi padre y mantiene vivo su legado verde. También tengo algunas hortalizas y plantas medicinales con las que hago trueques con las vecinas”.
Huertas del sur

En su casa, Martha Cuervo realiza sus dos actividades favoritas: coser y sembrar.

1989 es uno de los años más oscuros en la historia de Colombia. Los capos del narcotráfico sembraron el miedo en toda la población con sus acciones bélicas e inhumanas, como el asesinato de Luis Carlos Galán y las bombas del avión de Avianca y el edificio del DAS.

En medio de esa zozobra y temor, sentimientos que pululaban en los 1.123 municipios del territorio nacional, Martha Cuervo y José Fernando Grajales se unieron en matrimonio y comenzaron a levantar una casa de tres pisos en un lote del barrio Palermo Sur, ubicado en la localidad de Rafael Uribe Uribe.

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Su sueño era consolidar un hogar amoroso y una familia con muchos hijos, como se lo habían propuesto desde que se enamoraron. “Decidimos no tocar el patio del lote, una zona verde y amplia donde las vecinas traían a sus ovejas a pastar y nuestras cuatro hijas jugaban”, asegura Martha.

Huertas del sur

El árbol de papayuela es uno de los frutales más prósperos de la huerta El Andariego.

La matrona de la familia era experta con el hilo, la aguja y la máquina de coser. Por eso decidió adecuar una parte de la casa para montar un local de costura para hacer los uniformes y sudaderas de los estudiantes del barrio, además de vender cuadernos, lápices, esferos, cartulinas y colores.

“Hace como 15 años, con mi esposo e hijas fuimos retirando todo el pasto kikuyo del patio para luego reverdecerlo con la siembra de muchas plantas ornamentales de jardín. Destiné los ratos libres que me dejaba el negocio de costura para sembrar y cuidar las maticas”.

Un tiempo después, Martha comenzó a asistir a la Corporación Casitas Bíblicas, una organización sin ánimo de lucro que hace talleres de tejidos, danzas y aeróbicos. “Un día, una de mis hijas me contó que en Casitas Bíblicas iban a dar un curso de agricultura urbana para hacer huertas en casas, un tema que siempre me había llamado la atención”.

Huertas del sur

Con las frutas de la huerta, Martha prepara postres, jugos y ensaladas.

Ese curso le permitió conocer las huertas caseras que tenían otras mujeres del barrio, donde sembraban hortalizas, plantas aromáticas y frutales. “En ese momento tomé la decisión de hacer una huerta en el patio de mi casa, un proyecto en el que llevo más de seis años”.

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Sus amigas huerteras le ayudaron con el inicio de la huerta. “Me dieron muchas semillas y plántulas. Por ejemplo, una amiga me regaló un sauco en un tarro de leche metálico, el cual sembré en el patio y hoy está bastante alto. Una comadre me dio un brevo y con mucho esfuerzo logré que prendiera”.

Huertas del sur

Martha utiliza envases, materas y botellas para sembrar. Hasta utilizó un inodoro que encontró en la calle.

Frutas: las protagonistas

El terruño verde de Martha contrasta con la mayoría de las huertas urbanas de Bogotá, donde las verduras y hortalizas son las protagonistas. Su gran pasión son las frutas, por lo cual se decidió a sembrar semillas y plántulas de mora, lulo, curuba, tomate de árbol, granadilla y papayuela.

“Las primeras semillas que sembré fueron de mora, un cultivo que se ha dado muy bien. Luego seguí con el lulo, las uchuvas, el papayuelo y el tomate de árbol, aunque este último me dio mucho trabajo. La curuba es de la casa vecina, pero como ella se extiende por todo lado ha arrojado muchos frutos en mi huerta”.

Huertas del sur

Martha también siembra hortalizas y plantas medicinales y aromáticas en su huerta.

Esta bogotana decidió llamar su huerta El Andariego, el mismo nombre de una finca pequeña que tenía su papá en el municipio cundinamarqués de Mesitas del Colegio. “Lo hice como un homenaje a mi padre cuando falleció. Mientras siembro y cosecho en la huerta, siempre lo recuerdo”.

Poco a poco, y con la asesoría de los ingenieros del Jardín Botánico de Bogotá (JBB), Martha fue sembrando otro tipo de plantas en El Andariego, como aromáticas, medicinales y una que otra verdura y hortaliza.

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“En un paseo que organizó Casitas Bíblicas en un pueblo de Cundinamarca me traje un piecito de sábila, una planta que hoy está hermosa. También empecé a sembrar romero, maíz, habas, ortiga, arveja y frijol. Lo mejor es que no utilizamos ninguna clase de químico, es decir que la producción es agroecológica”.

Huertas del sur

Las moras están regadas por toda la huerta El Andariego.

Con los regalos que le da la huerta, Martha le prepara ensaladas, jugos y postres a su familia. “Todo es para el consumo familiar, aunque también hago trueques con las amigas que tienen huerta: yo intercambio frutas por lechugas, acelgas, tomates o papas”.

El JBB le ha dado capacitaciones y asesoría técnica para mejorar la huerta, además de insumos como semillas, abonos o biopreparados. “La profesora Alma Melo nos ayudó a preparar un abono para que los frutales estén más bonitos, pero por cuestiones de salud y falta de tiempo aún no lo he aplicado”.

Según Melo, Melo técnica del Jardín Botánico encargada de la agricultura urbana en Rafael Uribe Uribe, este fertilizante natural está elaborado con estiércol de vaca y sulfatos de magnesio, manganeso y azufre. «Lo que tiene que hacer doña Martha es sacar un litro de ese biol y añadirle 10 litros de agua para aplicarlo al suelo de los frutales”.

Huertas del sur

Martha no puede ocultar su sonrisa cuando habla de su huerta, la cual nació como homenaje a su padre.

Además de sembrar, cosechar y alimentarse sano con las frutas y otras plantas de El Andariego, Martha es una experta en reciclar y reutilizar. Por ejemplo, los residuos orgánicos que salen de la cocina los muele para hacer abonos y en los envases plásticos siembra algunas hortalizas y plantas de jardín.

“En un inodoro que encontré en la calle sembré varias maticas de jardín. Tengo cientos de botellas con plantas y hortalizas y una matera de una chiva con una lechuga. El frutal más bondadoso es el papayuelo, un árbol que saca frutos casi a diario”.

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Esta huertera asegura que con El Andariego ayuda a conservar los recursos naturales y le da ejemplo a la ciudadanía para que se alimente sano. “Este trabajo es muy bonito porque le damos amor a la tierra, no aplicamos químicos y comemos productos saludables. También fortalecemos las amistades cuando nos reunimos en las huertas con las vecinas”.

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Esta bogotana utiliza todo tipo de insumos para sembrar en su huerta.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá