• Elizabeth Sánchez, una mujer descendiente de los muiscas que habitaron las tierras de Suba, utiliza las fases de la Luna para sembrar.
  • Lleva 45 años con su huerta Tunta Chavela, ubicada cerca del humedal La Conejera, un terreno lleno de hortalizas, verduras y plantas medicinales libres de químicos.
  • Estos productos los comercializa en eventos como los Mercados Campesinos Agroecológicos del Jardín Botánico de Bogotá (JBB).
  • “Nunca me cansaré de darle amor a mi huerta, una tierra donde mis tatarabuelos muiscas cosechaban mucho maíz y trigo”.
Huertas de Suba

Esta mujer de la localidad de Suba le rinde un homenaje a los muiscas en su huerta.

Aunque en sus años de juventud tuvo muchos pretendientes, hombres ambiciosos que le pintaron pajaritos en el aire y le prometieron esta vida y la otra, Elizabeth Sánchez Caita tomó la decisión de no casarse; no quería perder las tierras que heredó de sus antepasados muiscas.

“A los 23 años mis padres me dieron un amplio terreno en el barrio Tuna Baja, en la zona rural de Suba. Por eso, los muchachos empezaron a interesarse en mí y recibí muchas propuestas de matrimonio, pero todas las rechacé porque lo que querían era que vendiera esas tierras”.

La principal razón de su rechazo tajante al matrimonio eran las raíces que tiene de los muiscas, un pueblo indígena que en la época prehispánica gobernó la sabana de Bogotá de una manera pacífica y el cual veneraba el agua, los recursos naturales y toda forma de vida.

Huertas de Suba

Elizabeth utiliza las fases de la luna para sembrar y cosechar en su huerta.

“Mis tatarabuelos muiscas fueron fundadores del pueblo de Suba y tenían muchas tierras donde cultivaban maíz, trigo y papa. Mis padres heredaron algunos de esos terruños fértiles y luego se los repartieron a sus tres hijas”.

Desde que recibió su herencia muisca, Elizabeth comenzó a darle forma a una huerta para sembrar hortalizas y plantas aromáticas y medicinales sin utilizar ningún químico, recursos naturales que cataloga como su gran amor.

“La llamé Tunta Chavela (la primera es una palabra muisca que significa huerta) y  mide 16 metros de frente y cerca de 160 de fondo. Desde que empecé a sembrar y cosechar recordé todas las enseñanzas que me dieron mis abuelos y padres”.

Elizabeth recuerda los trueques que hacían las familias descendientes de los muiscas en la ruralidad de Suba. “Mis tíos y padres intercambiaban hortalizas y cilantro por papa y maíz. También se hacían intercambios de hortalizas por chicha, nuestra bebida insignia”.

Huertas de Suba

Su huera es bastante próspera y le permite comercializar varios productos.

Edelmira Caita y Agapito Sánchez, sus padres, le enseñaron que para tener cultivos prósperos y de buena calidad tenía que hablarle a la tierra y a las plantas, además de basarse en las fases de la Luna para sembrar y cosechar.

“La Luna es sagrada para los muiscas y por eso utilizamos sus fases para sembrar. Por ejemplo, en creciente se debe sembrar cilantro y espinaca y en menguante la actividad recomendada es el deshierbe. Las fases también nos sirven para hacer los baños con plantas amargas y dulces que nos permiten estar en armonía”.

Dedicada a la agricultura

Elizabeth trabajó durante muchos años en una empresa que comercializaba huevos, una actividad que le quitaba tiempo para meterle mano a los cultivos de hortalizas de su huerta. Por eso solo sembraba maíz y papa.

“Las hortalizas requieren de mucha dedicación y devoción, algo que no podía hacer por el trabajo en la empresa. Cuando me echaron tomé la decisión de dedicarme del todo a esos cultivos, la mejor decisión que he tomado en mi vida”.

Huertas de Suba

Elizabeth asiste seguido a los Mercados Campesinos Agroecológicos del JBB.

Con acelgas, lechugas, espinacas, rábanos, ajíes, papas, zanahorias, remolachas, arvejas y plantas aromáticas y medicinales, Elizabeth pintó de verde su huerta y comenzó a vender los productos en el barrio y algunas plazas de mercado.

“Recordé mis épocas de niña, cuando mi mamá me llevaba a vender las hortalizas que daba la finca en plazas como las del 7 de Agosto y 12 de Octubre. Me tocaba responder por la mercancía y si las cuentas no cuadraban me daban rejo. Eso me volvió una persona muy responsable”.

Tunta Chavela se convirtió en una de las huertas más prósperas de Suba, donde Elizabeth también tiene corrales para las gallinas. Sin embargo, en varias ocasiones no lograba vender bien todo lo producido y por eso empezó a buscar nuevas opciones.

“Hace como seis años me enteré que el Jardín Botánico de Bogotá (JBB) tenía un proyecto de agricultura urbana y periurbana, el cual le ayudaba a las personas a mejorar sus huertas y comercializar los excedentes de los cultivos”.

Huertas de Suba

Elizabeth no le aplica ningún químico a sus cultivos.

Los ingenieros del JBB visitaron su huerta y le dieron insumos para que fuera más próspera, como semillas, plántulas, tierra y abono. También le enseñaron a hacer biopreparados para combatir las plagas, como una mezcla de agua de panela con ají y pimientos.

“No utilizo ningún químico, una lección que aprendí de mis antepasados. Con el JBB aprendí a hacer abonos con los residuos orgánicos de la cocina y rotación de cultivos. Por ejemplo, en una zona primero siembro cilantro y cuando cosecho paso a los tubérculos, zanahorias y remolachas”.

Huertera y vendedora

Elizabeth es una de las agricultoras urbanas de Bogotá que más participa en los Mercados Campesinos Agroecológicos del Jardín Botánico, un evento que se realiza el primer fin de semana de cada mes.

“Allá llevo todas mis hortalizas y plantas medicinales libres de químicos. Siempre que voy regreso a mi casa sin un solo rábano, ya que la gente que nos visita nos apoya mucho y sale muy contenta por la calidad de los productos”.

Huertas de Suba

Los Mercados Campesinos del JBB son la principal ventana para que venda los productos de la huerta.

Martha Isabel Sánchez, su única hija de 20 años, a veces le ayuda a vender en los Mercados Campesinos. “Ella estudia en el SENA y cuando tiene tiempo me acompaña a vender. Es mi ángel y también me ayuda mucho en la huerta”.

Esta mujer con sangre muisca está totalmente dedicada a su huerta: todos los días le da amor a la tierra y les habla a las plantas. “A las 9 de la mañana inicio mi jornada en la huerta: siembro, riego las hortalizas o cosecho cuando es necesario hasta las 11 de la mañana”.

Esta rutina la repite entre las dos y cinco de la tarde, actividades que define como reminiscencias de su niñez. “Todos los recuerdos de mi infancia están en el campo. Cada vez que siembro y cosecho me transporto a esa época cuando mis abuelos, padres y tíos se reunían en las fincas a labrar la tierra y compartir en medio de envueltos de mazorca y chicha”.

Huertas de Suba

Elizabeth asegura que los productos de su huerta son de muy buena calidad.

Tunta Chavela es una huerta privilegiada. Según Elizabeth, el agua que utiliza para el riego de las hortalizas y plantas viene de un nacimiento. “Ese tesoro también fue otro de los motivos para que no me casara cuando era sardina. Si hubiera vendido el predio ya no existiría el nacimiento”.

Para esta huertera risueña, todos los habitantes de Bogotá deberían tener una huerta en sus casas. “No necesitan de extensos terrenos para hacerlo. Las personas que viven en apartamentos pueden sembrar en botellas plásticas o macetas y hacer compostaje con las cáscaras de las frutas y verduras”.

Algo que la tiene muy tranquila es que su huerta seguirá con vida en las manos de su hija, otra amante de las plantas y del campo. “Martha Isabel ama el campo. Ya sabe que cuando yo me vaya de este mundo le voy a heredar estos terrenos ancestrales, donde estoy segura que seguirá con el legado de los muiscas”.

Huertas de Suba

Elizabeth le hace un llamado a la ciudadanía para que visiten los Mercados Campesinos.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá