• Esta huerta urbana ubicada en el barrio Tihuaque, un terreno lleno de hortalizas, frutales y plantas medicinales, se convirtió en el quinto banco de semillas agroecológicas del Jardín Botánico de Bogotá (JBB).
  • Julio Salazar, un agrólogo y licenciado en química y biología que lidera varios procesos de agricultura urbana y educación ambiental, será el custodio de las 21 especies y 48 variedades de semillas que resguarda este lugar.
  • Los huerteros de la localidad de Usme podrán acceder a las semillas de este banco a través de la modalidad de préstamo: luego de sembrarlas en sus huertas, deberán devolver el doble de la cantidad que sacaron.

A Julio Salazar le costó bastante escoger una carrera universitaria. Primero pensó en convertirse en médico, un sueño que descartó por la falta de recursos económicos, y luego se inclinó por la arquitectura. 

“Mi mamá daba clases de modistería en la casa y varias de sus clientas llevaban planos parecidos a los de la arquitectura para hacer los moldes de los vestidos; pero algo dentro de mi cabeza me decía que ahí no estaba mi futuro”.

La mente inquieta de este bogotano se trasladó a los arrozales de la zona rural de Neiva (Huila), sitios que había conocido en su niñez. Empezó a pensar en estudiar agricultura o algo relacionado con el arte de labrar la tierra.

“Mi papá quedó aterrado con la idea porque yo no sabía nada del trabajo del campo. Pero recordé que cuando era niño le había ayudado a un tío a sembrar semillas y germinar varias plantas”.

Luego de convencer a su progenitor, Julio se matriculó en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) en Tunja para estudiar agronomía, pero las protestas y los paros lo desanimaron.

“Me demoré 11 meses en cursar solo el primer semestre. Me cansé y cambié de carrera en la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá. Mi futuro estaba en la agrología, una ciencia que se dedica a analizar los suelos de los cultivos”.

Al terminar la carrera formalizó la relación con su novia de la universidad, hija de un comerciante de papa en Corabastos, y decidió participar en el negocio. “Aprendí sobre el mercado de la papa y sus precios; en Corabastos estuve como 20 años”.

Julio tenía una gran pasión por la docencia y por eso estudió licenciatura en química y biología en la Universidad Antonio Nariño. “En la mañana y tarde trabajaba en la plaza y en la noche daba clases en la Corporación Tecnológica de Bogotá (CTB)”.

Cuando el matrimonio llegó a su fin y cortó raíces con Corabastos, el agrólogo y licenciado se dedicó de lleno a la docencia. “Encontré trabajo en cuatro planteles educativos de Bogotá, donde dicté clases de ciencias naturales y química y lideré el montaje de varias huertas”.

En los colegios le dio vida a una cartilla que atesora, un documento que resume el paso a paso para construir una huerta. “Este proyecto lo hice en un lote del barrio Mandalay donde había un albergue de niños de la calle; hicimos semilleros, trasplantes, deshierbes, riegos y cosechas”.

En sus años como docente se enamoró de Victoria Neuta, una indígena muisca de la localidad de Bosa. “Traté de convencerla de irnos a vivir al barrio Tihuaque, en la localidad de Usme, donde había comprado unos lotes; no lo logré y consolidamos el hogar en Bosa”.

Huerta en forma de muralla

En los lotes de Usme, Julio empezó a trabajar con los estudiantes de la CTB en cuatro proyectos de investigación sobre biosólidos y fertilizantes.

“En esa época, hace cinco años, me propuse montar una huerta urbana en uno de los lotes, un terreno que sirviera como aula de puertas abiertas para aprender sobre agricultura urbana”.

El primer paso fue construir un tipo de invernadero y luego nutrió el suelo con residuos sólidos de Corabastos. Julio elaboró el plano de la huerta, un sitio de 144 metros cuadrados, y la dividió en más de 20 parcelas.

“Hice terrazas para evitar la erosión e infiltración y conseguí tierra para las camas o eras de los cultivos. La nombré la Muralla Verde porque tiene forma de muralla y quedó montada en su totalidad en los meses más duros de la pandemia del coronavirus”.

Lechugas, acelgas, remolachas, habas, ajos, coliflores, lulo, uchuva, fresa, curuba, caléndula, sábila, menta, cilantro y perejil, son algunos de los productos que Julio siembra en su Muralla Verde.

“El Jardín Botánico me ha ayudado bastante con mi huerta. Daniela Cubillos, profesional de la entidad, me asesoró técnicamente para combatir algunas plagas y me dio semillas, abonos y plántulas”.

El reciclaje es protagonista en la Muralla Verde. Julio reutiliza las cajas de leche y envases plásticos para hacer los semilleros de hortalizas y aromáticas y también montó un lombricultivo que nutre con los residuos orgánicos que le dan las vecinas. 

“Para el riego de la huerta hice varias canaletas que conducen el agua lluvia a dos canecas. Prefiero utilizar más este líquido, ya que el agua del acueducto tiene mucho cloro y no beneficia los cultivos”.

En el otro lote que tiene en el barrio Tihuaque, donde construyó una casa prefabricada para dormir luego de huertear, Julio montó una huerta pequeña que les brinda alimento a las gallinas. 

“La comercialización de las hortalizas y frutos no es mi objetivo. Lo que quiero es enseñar, compartir y orientar a la ciudadanía sobre la agricultura urbana, un sueño que ya estoy trabajando con algunos niños, jóvenes y adultos mayores del barrio”.

Banco de semillas

Este año, el corazón de Julio se aceleró cuando varios profesionales del Jardín Botánico visitaron la Muralla Verde y le comentaron que era el sitio ideal para montar uno de los nueve bancos comunitarios de semillas agroecológicas de Bogotá.

“El objetivo es que los huerteros saquen semillas de este lugar, las siembren en sus terrenos y luego devuelvan cierta cantidad al banco. Este es un proyecto muy importante porque rescata la ancestralidad”.

El miércoles 23 de agosto fue la fecha escogida por el JBB para presentar el banco comunitario de semillas agroecológicas de la localidad de Usme. Julio les abrió las puertas de la Muralla Verde a los profesionales del JBB y su rostro solo expresaba felicidad.

“El banco, conformado por más de 50 frascos de vidrio, un stand y semillas de 21 especies y 48 variedades como maíces y habas de colores, fríjoles de altura, tomates y cebada cervecera, lo ubicados en un sitio de la huerta pequeña”.

La Muralla Verde de Usme es el quinto banco de semillas agroecológicas que ha inaugurado el JBB. Los otros están ubicados en huertas de las localidades de Engativá, Suba, Rafael Uribe Uribe y Sumapaz.

“El de Engativá está dentro del Jardín Botánico. Es el banco madre porque se encargará de nutrir de semillas a los nueve bancos comunitarios que tendrá la capital en lo corrido de este año”, dijo Wilson Rodríguez, coordinador del grupo de agricultura urbana del JBB.

Según Juan David Córdoba, ingeniero en agroecología y encargado de liderar el montaje de los bancos de semillas de Bogotá, el objetivo es que la comunidad resguarde y multiplique las semillas.

“Estos bancos funcionarán con la modalidad de préstamo. El ideal es que las personas obtengan las semillas, las siembren en sus huertas y luego le devuelvan al banco el doble de la cantidad que sacaron”.

Julio Salazar será el custodio de las semillas del banco comunitario de Usme. “Él se encargará de recibir y darle viabilidad a las solicitudes de los préstamos que haga la comunidad”, apuntó Córdoba.

Las semillas de los bancos agroecológicos de Bogotá provienen de departamentos como Nariño, Antioquia y Boyacá, sitios liderados por custodios que llevan décadas trabajando en el rescate de la ancestralidad.

“Estos custodios llevan más de 30 años liderando procesos de semillas. Por eso, la idea es que la comunidad no las guarde sino que las cultive y las dinamice en el territorio”, afirmó Sebastián Niño, coordinador territorial de agricultura urbana del JBB.

El agrólogo y licenciado en química y biología aseguró que el banco ubicado en su huerta permitirá realizar un intercambio de semillas o trueques con la comunidad aledaña.

“Estoy muy contento porque este banco va a fortalecer la educación ambiental y el proceso de agricultura urbana comunitario que lidero en la huerta”.

Al finalizar la inauguración del banco, los más de 30 huerteros de la localidad de Usme que participaron en el evento degustaron una de las recetas saludables de Diego Huertas, chef del Jardín Botánico de Bogotá.

“Los bancos de semillas hacen posible la preservación y conservación de semillas criollas y nativas de los territorios, siendo de gran importancia para asegurar los genes propios de los granos como su sabor, color y olor de sus frutos”, puntualizó Rodríguez.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá