• Por primera vez, el mercado campesino agroecológico del Jardín Botánico contó con la presencia de las ‘Mujeres que reverdecen’, ciudadanas que ayudan a pintar de verde la ciudad con nuevas huertas, jardines y árboles.
  • Estas ciudadanas mostraron nueve emprendimientos ambientales creados por ellas mismas, como jabones para ollas elaborados con el aceite de cocina, adobos y productos de belleza con plantas aromáticas, chocolates con frutas, arepas de maíz con amaranto y quinoa y hortalizas recién cosechadas de las huertas.
  • El noveno encuentro con el campo, realizado el pasado fin de semana (2 y 3 de abril), también contó con la presencia de 11 agricultores urbanos, además de productores campesinos y emprendedores de la capital del país.
Noveno mercado campesino

Las ‘Mujeres que reverdecen’ presentaron los emprendimientos ambientales que han creado con ayuda del JBB.

Sus rostros expresaban una combinación de felicidad, ansiedad, nerviosismo y susto. No era para menos, se trataba de la primera vez que iban a presentar sus emprendimientos ambientales ante la ciudadanía bogotana y en uno de los eventos más conocidos y concurridos de la capital.

Antes de que las manecillas del reloj marcaran las siete de la mañana, decenas de mujeres, algunas uniformadas con delantales blancos y gorros que cubrían sus largas cabelleras, comenzaron a llegar a la plazoleta principal del Jardín Botánico de Bogotá (JBB) para participar en la novena versión de los mercados campesinos agroecológicos.

Poco a poco, estas ciudadanas procedentes de localidades como Santa Fe, Tunjuelito, San Cristóbal, Usaquén, Ciudad Bolívar y Chapinero, fueron organizando sus productos en las carpas designadas, donde también instalaron afiches y pancartas con el nombre y fotografías de cada uno de los emprendimientos.

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Ángela López y las hermanas Cielo y Esmeralda Lazo, de la localidad de Chapinero, mostraron sus jabones elaborados con aceite usado de cocina.

Se trataba de algunas de las cerca de 1.000 ‘Mujeres que reverdecen’ vinculadas voluntariamente al Jardín Botánico desde octubre del año pasado, un grupo de guerreras y madres cabeza de familia que están pintando de verde la capital con el fortalecimiento de las huertas urbanas, embellecimiento de jardines y plantación de nuevos árboles.

Ángela López y las hermanas Cielo y Esmeralda Lazo pusieron sobre una mesa cubierta por un mantel de cuadros blancos y azules varios jabones con diversas formas, productos que elaboran en sus casas del barrio San Luis, ubicado en la localidad de Chapinero y muy cerca del municipio de La Calera.

Los cientos de ciudadanos que visitaron el mercado agroecológico campesino el pasado fin de semana quedaron sorprendidos al conocer la materia prima que estas ‘Mujeres que reverdecen’ utilizan para elaborar los jabones, además del verdadero uso que se le debe dar.

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‘Mujeres que reverdecen’ de Chapinero hacen jabones para brillar las ollas con aceite usado de cocina, uno de los residuos que más contamina.

“Estos jabones están elaborados con el aceite de cocina que ya no sirve por tanto uso y son únicamente para darle brillo a las ollas. Nuestro emprendimiento ambiental se llama ECA, que significa Esmeralda, Cielo y Ángela”, informaron las tres mujeres de Chapinero.

Según Ángela, los jabones son muy fáciles de elaborar. “Varias de las pollerías y establecimientos de fritos que hay en el barrio nos regalan el aceite de cocina usado. Ese material lo llevamos a nuestras casas, donde le hacemos varias mezclas secretas y luego las ponemos en moldes que hacemos con las botellas plásticas. En una hora podemos sacar hasta 20 jabones”.

Claudia Veloza, la experta del Jardín Botánico que tiene a su cargo el grupo de 28 ‘Mujeres que reverdecen’ de la localidad de Chapinero, fue la encargada de asesorarlas sobre la reutilización del aceite de cocina, uno de los residuos que más contamina los recursos naturales; un litro de aceite usado puede llegar a contaminar cerca 40.000 litros de agua.

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Un litro de aceite usado puede llegar a contaminar cerca 40.000 litros de agua.

“Además de enseñarnos a sembrar hortalizas y plantas en las huertas y jardines y árboles en el espacio público, que es nuestro trabajo como ‘Mujeres que reverdecen’, la profe Claudia nos ha dado muchas enseñanzas para que podamos concretar y sacar adelante nuestros emprendimientos ambientales”, dijeron Ángela, Cielo y Esmeralda

Estas ciudadanas con espíritu ambiental vendieron los más de 50 jabones que llevaron al mercado campesino, a pesar de que no contaban con ninguna experiencia en ventas. Aunque no ocultaron la alegría por comercializar toda la mercancía, aseguraron que la mayor satisfacción vino por parte del mensaje ecológico de su emprendimiento.

“Nuestro objetivo es que la ciudadanía conozca más sobre el daño que se genera al botar el aceite de cocina por el sifón, una práctica que hacemos casi todos los seres humanos. Más allá de vender, lo que queremos hacer es sembrar conciencia ambiental y sensibilizar; todas somos madres y queremos que nuestros hijos tengan un planeta donde vivir”.

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Estas ‘Mujeres que reverdecen’ le dan forma a los jabones con moldes elaborados con botellas plásticas.

Martha Liliana Perdomo, directora del JBB, felicitó a estas tres mujeres por crear un emprendimiento que deja una huella enorme en la ciudadanía. “Cada gota de aceite contamina hasta 30 litros de agua. Realizando procesos como los de estas mujeres, vamos a disminuir el impacto que hay en los ecosistemas a partir de la disposición inadecuada de los aceites usados”.

La directora del JBB aseguró que lo que hacen las ‘Mujeres que reverdecen’ al convertir este aceite usado de cocina en jabón para lavar las ollas, es amor por el planeta y la vida. “El llamado a todos los bogotanos y bogotanas es que apoyemos este tipo de emprendimientos ambientales. Esa es la #BogotáQueEstamosConstruyendo”.

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La directora del JBB, Martha Liliana Perdomo, felicitó a estas mujeres por su emprendimiento ambiental.

Productos de belleza, adobos y chocolates

Esta es la primera vez que los mercados campesinos agroecológicos del Jardín Botánico, una iniciativa que cuenta con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Económico, tiene la participación de las ‘Mujeres que reverdecen’.

En la novena versión de estos mercados, la ciudadanía conoció y apoyó un total de nueve emprendimientos ambientales de estas mujeres, nuevos proyectos que les permitirán mejorar su calidad de vida y continuar con sus actividades de cuidado de la naturaleza.

Leidy Cuervo, una estilista de 37 años que vive en el barrio Paraíso, en Chapinero Alto, llevó productos de belleza que elabora con plantas medicinales como la caléndula, las cuales siembra y cosecha en una huerta casera que montó hace tres meses.

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Leidy Cuervo y su hija, habitantes del barrio Paraíso, presentaron sus productos de belleza elaborados con plantas medicinales.

“Utilizo las hojas y flor de la caléndula para hacer aceites desmaquillantes y bálsamos labiales que sirven como hidratantes, y con el cuncho del café hago exfoliantes. Estos productos, que la profe Claudia me ayudó a crear, nos ayudan a mejorar nuestra salud y no generan impactos negativos al medio ambiente”.

Sus dos hijas le ayudaron a hacer los kits de belleza y decorar el stand con varias flores de la caléndula. “Mi emprendimiento se llama ‘Al natural’ y lo voy a promocionar por las redes sociales. Pero si tengo que salir a la calle para vender, lo haré sin ninguna pena”.

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Leidy utiliza las hojas y flor de la caléndula para hacer aceites desmaquillantes y bálsamos labiales.

Mirian Cañón, María Cristina Garay y Luz Marina Páez, tres ‘Mujeres que reverdecen’ de la localidad de Tunjuelito, ofrecieron adobos que preparan con las plantas condimentarias de las huertas del sur de la ciudad donde han trabajado.

‘Adobos de la huerta’ consiste en una mezcla de aceite de oliva con especies como romero, orégano, pimentón ahumado, apio, perejil y cebolla cabezona. “Todas estas hierbas finas y verduras se las compramos a los dueños de las huertas que hemos ayudado a reverdecer, por lo cual es un gana gana para todos”.

Según estas tres amigas, estos productos son ecológicos y libres de químicos. “No tienen preservantes ni colorantes y son muy sabrosos. Esta es la primera vez que los mostramos al público y nos fue muy bien; no nos quedó ninguno de los frascos que trajimos al mercado”.

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Mirian Cañón, María Cristina Garay y Luz Marina Páez, de la localidad de Tunjuelito, mostraron sus adobos con plantas condimentarias de las huertas.

María Elisa Muñoz, una experta en cultivar bonsáis y habitante del barrio Cerro Norte de la localidad de Usaquén, presentó sus chocolates elaborados con las frutas y plantas aromáticas de las huertas, emprendimiento que llamó Kuiz-Kuiz.

“Llevo muchos años trabajando con el chocolate, pero nunca me había aventurado a fusionarlo con frutas. La profesora del JBB me dijo que lo intentara y con ayuda de una de mis hijas logré hacer productos deliciosos y naturales que ofrezco por las redes sociales”.

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María Elisa Muñoz, de la localidad de Usaquén, hace chocolates con las frutas de las huertas.

Papayuela, mora, uchuva, feijoa, yacón, moringa, cidrón y manzanilla, son los productos que más utiliza María Elisa en sus chocolates, los cuales elabora en casa con su hija. “Todas las frutas y plantas provienen de las huertas con manejo agroecológico donde he trabajado como ‘Mujer que reverdece’ en el barrio”.

Esta madre cabeza de familia también hace chocolate amargo con semillas de calabaza y en algunos plasma fotografías. “Lo que hago es transformar la foto en un papel comestible y la pego en el chocolate. Kuiz-Kuiz es una palabra que utilizamos con mi hija para decirnos te amo o te quiero”.

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Kuiz-Kuiz es el nombre del emprendimiento de María Elisa, palabra que utiliza con su hija para decir te amo.

Hortalizas, arepas, jabones y duraznos

46 mujeres de las localidades del centro de Bogotá tienen a su cargo reverdecer las tres huertas urbanas del Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) Lourdes, un espacio administrado por la Secretaría Distrital de Integración Social en la localidad de Santa Fe.

Una de estas huertas, ubicada cerca al parqueadero del CDC, fue creada por las manos de estas ciudadanas, quienes a punta de pica, pala y azadón convirtieron un terreno invadido por pasto kikuyo en un terruño lleno de frijol, arveja, kale, lechuga crespa y romana, rábano, acelga y varias plantas aromáticas.

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Varias de las ‘Mujeres que reverdecen’ que trabajan en la huerta del CDC Lourdes, llevaron hortalizas y plantas medicinales.

Aunque ya han logrado sacar varias cosechas de esta huerta, nunca habían asistido a un evento grande para comercializar las hortalizas. Por eso, durante las primeras horas del mercado campesino agroecológico, las ocho mujeres seleccionadas para asistir a la cita con el campo, estaban muy nerviosas.

“Ese miedo llegó a su fin cuando vimos la cantidad de personas que llegaron al stand para comprarnos las verduras. También hicimos ensaladas dulces y de sal con las hortalizas y frutas que tenemos en la huerta, productos que se vendieron muy rápido”, aseguró Reina Ayubán, una de las ‘Mujeres que reverdecen’ de la localidad de La Candelaria.

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46 ‘Mujeres que reverdecen’ lograron montar una huerta urbana en el CDC Lourdes.

Las 70 arepas de maíz y pasteles de yuca que llevaron Piedad Barrios y su amiga Miriam Villarraga, habitantes de la localidad de Ciudad Bolívar, se vendieron como pan recién salido del horno en el mercado campesino. Sin embargo, los ciudadanos quedaron sorprendidos al conocer que estas comidas típicas tenían algunos productos de las huertas urbanas.

“Estas arepas y pasteles tienen quinoa y amaranto, dos de las semillas ancestrales que utilizaban los muiscas y las cuales están siendo rescatadas por varios de los huerteros de Ciudad Bolívar. Nosotras las compramos en la huerta Asograng, que son guardianes de esas semillas que tienen muchas proteínas, tantas que pueden reemplazar la carne”.

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Piedad Barrios y Miriam Villarraga, habitantes de Ciudad Bolívar, llevaron arepas y pasteles con quinoa y amaranto.

Estas amigas que han reverdecido varias huertas de barrios como Arborizadora Alta, Candelaria La Nueva y Nuevo Muzú, afirman que el proceso del maíz pelado es otra práctica que se ha perdido por el paso de los años.

“Tal vez porque es muy largo. Inicia con la cocinada del maíz, la cual hacemos con ceniza, y sigue con el lavado y remojo durante cuatro días, para que así suelte la cascarilla. Luego de dejarlo escurrir y secar, lo molemos y le ponemos la quinoa o el amaranto”.

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Las semillas de amaranto son protagonistas en las arepas y pasteles de estas ‘Mujeres que reverdecen’

Paulina Quiroga, Rosa Díaz y María Sofía Díaz, tres ‘Mujeres que reverdecen’ de la localidad de San Cristóbal, hicieron el lanzamiento oficial de sus dulces de duraznos naturales en el mercado campesino, un emprendimiento que esperan escalar con otras frutas de las huertas del sur de Bogotá.

“Este dulce no tiene preservantes ni colorantes. Algunos duraznos se los compramos a los huerteros que hemos conocido en nuestro trabajo como ‘Mujeres que reverdecen’, pero como se necesita mucha materia prima decidimos adquirir otros en Corabastos”.

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Paulina Quiroga, Rosa Díaz y María Sofía Díaz, mujeres de la localidad de San Cristóbal, presentaron sus dulces naturales de durazno.

Para su emprendimiento, llamado ‘Dulce de durazno’, estas ciudadanas hicieron folletos, tarjetas y afiches. También compraron camisetas blancas para estampar su eslogan, llamado ‘Mujeres emprendedoras’.

“Hicimos nuestra primera presentación en una feria local en San Cristóbal, donde los dulces gustaron mucho. Pero la verdadera prueba de fuego fue en este mercado campesino, un evento donde nos llenamos de más ánimos por la buena acogida. Ahora queremos hacer dulces con otras frutas y crear nuestros propios uniformes; aún tenemos muchos sueños por cumplir”.

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Estas mujeres mandaron a hacer camisetas con el logo de su emprendimiento ambiental.

Sandra Parra y Sonia Álvarez, habitantes de las localidades de San Cristóbal y Usme, respectivamente, afirman que se volvieron amigas para toda la vida a través de sus actividades como ‘Mujeres que reverdecen’.

“Ambas somos madres cabeza de familia y compartimos la pasión por emprender. Desde que nos conocimos empezamos a compartir experiencias y decidimos unir nuestros conocimientos para elaborar jabones naturales con otras cuatro mujeres del grupo”.

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Sandra Parra y Sonia Álvarez, habitantes de San Cristóbal y Usme, hacen jabones con algunas plantas medicinales.

Según estas amigas, son jabones naturales porque contienen algunas de las plantas aromáticas y medicinales de las huertas, como manzanilla, menta, sábila e hinojo, además de pétalos de rosa. “Estos productos son benditos para la salud. Por ejemplo, la manzanilla limpia y nutre la piel, alivia los escozores y tiene propiedades relajantes”.

En sus casas, estas mujeres ponen a secar las especies para luego mezclarlas con otros ingredientes como la glicerina. “Queremos ampliar nuestro emprendimiento natural con la elaboración de aceites relajantes de cannabis, algo que estamos aprendiendo con los profesores”.

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Estas mujeres utilizan menta, manzanilla y otras plantas medicinales para hacer sus jabones.

Variedad campesina

La novena versión de los mercados campesinos agroecológicos del JBB contó con 37 expositores, entre huerteros, productores campesinos, emprendedores y las ‘Mujeres que reverdecen’.

Las verduras, hortalizas, plantas medicinales, condimentarías, frutas y productos transformados de los agricultores urbanos de la capital, los cuales cuentan con un manejo agroecológico libre de químicos, también fueron protagonistas.

Marta Orobajó, una bogotana descendiente de los muiscas, asistió con las lechugas, repollos, coliflores, mazorcas, pimentones, acelgas y otros productos que siembra y cosecha en las tres huertas del cabildo de Bosa que tiene a su cargo.

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Las hortalizas de las huertas urbanas fueron protagonistas en este mercado campesino.

Alexandra Arias, una joven que con su madre lidera la huerta Micaela en Suba, llevó hortalizas, verduras y frutas frescas, mientras que Juan Calderón, habitante de Engativá, participó con sus jaleas y arequipes naturales.

Otilia Sanabria, que tiene dos huertas en el sur de Bogotá, vendió la miel, propóleo y polen de abejas que saca de un apiario; y Guillermo Montoya deleitó a los visitantes con los antipastos que prepara con varias especies de hongos cultivadas en las huertas.

Varios productores campesinos y emprendedores comercializaron yogurt, quesos, café, tubérculos, huevos, frutas, amasijos colombianos, achiras, chocolates, empanadas, mermeladas, galletas, masato, mantecadas, pan de yuca, pan con cereal, helados de quinoa, salpicones, jugos y harina de plátano, entre otros.

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Los productos procesados con los cultivos de las huertas, también hicieron parte de este mercado.

Al terminar el mercado campesino, los expositores salieron del JBB con una sonrisa de oreja a oreja por lograr vender toda su mercancía natural. Los stands donde ofrecieron sus productos quedaron vacíos por la masiva asistencia de la ciudadanía al evento.

“Estamos muy contentos porque los mercados campesinos agroecológicos están contando con una gran acogida por parte de los ciudadanos. Esta es una iniciativa que promueve el tejido social, la seguridad alimentaria y el intercambio de saberes, donde se ofrecen alimentos con manejo agroecológico a precios justos y sin intermediarios”, expresó la directora del Jardín Botánico.

Estos mercados se realizan el primer fin de semana de cada mes en la plazoleta principal de la entidad. “La próxima cita será los días sábado 7 y domingo 8 de mayo, donde los huerteros, productores campesinos y nuestras ‘Mujeres que reverdecen’ los estarán esperando con sus productos frescos, sanos y a precios justos”.

Los ciudadanos que quieran estar enterados de todo lo relacionado con la agricultura urbana en la ciudad, como las historias y emprendimientos de los huerteros, lo pueden hacer visitando el portal de Bogotá es mi Huerta’ (https://bogotamihuerta.jbb.gov.co/), una plataforma de co-creación dedicada totalmente a esta actividad que reverdece la ciudad.

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Los visitantes del mercado campesino compraron todas las ensaladas dulces y saladas hechas con las hortalizas y frutas de las huertas.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá