• Una zona de la terraza del Centro Felicidad (CEFE) Chapinero fue cubierta por 321 hortalizas, plantas medicinales y aromáticas y flores comestibles.
  • Omaira Cifuentes y Alicia Ricaurte, dos huerteras icónicas de la localidad, fueron las encargadas de darle vida a esta nueva cobertura vegetal de 15 metros cuadrados.
  • La huerta del primer parque vertical de la ciudad, Colombia y Latinoamérica, recibe la asesoría técnica del Jardín Botánico de Bogotá.

Un moderno edificio ubicado en la carrera 11 con calle 82, sector conocido por su amplia oferta comercial, gastronómica y financiera, se convirtió en el hogar de un sitio exclusivo para las actividades recreativas, deportivas, artísticas y culturales.

Se trata del Centro Felicidad (CEFE) Chapinero, una obra con un área de más de 10.600 metros cuadrados y una altura de 45 metros que empezó a gestarse en 2008. Su novedoso diseño estuvo a cargo del arquitecto Alejandro Rogelis.

El quinto CEFE de la capital está conformado por 13 pisos (dos semisótanos y una terraza) y alberga un polideportivo multifuncional, tres piscinas, teatro urbano abierto, salas audiovisuales y de exposiciones, gimnasio, laboratorio de ciencia y tecnología, biblioteca, restaurante y tres cafeterías.

El 17 de octubre de 2024, día en el que le abrió sus puertas a la ciudadanía, la edificación tecnológica hizo historia. Carlos Fernando Galán, alcalde de Bogotá, la presentó como el primer parque vertical de la ciudad, Colombia y Latinoamérica.

“El CEFE Chapinero es un espacio innovador que trae consigo la promesa de un futuro más equitativo, más justo y más feliz. Un espacio disponible para el público gratuitamente y que honra el trabajo y el servicio público”, aseguró el mandatario.

Las coberturas vegetales y el enfoque de sostenibilidad también hacen parte del lugar. Varios jardines coloridos fueron instalados en los balcones y el edificio tiene un sistema de drenaje sostenible que reutiliza las aguas lluvias.

En la terraza del último piso hay varios árboles de especies como yarumo y sangregado, además de cómodas sillas para contemplar el majestuoso verde de los cerros orientales y una amplia panorámica del norte de la ciudad.

Un terreno de 15 metros de la terraza fue cubierta por 321 hortalizas, plantas medicinales y aromáticas y flores comestibles. Se trata de una huerta ubicada en las alturas del parque vertical y que fue elaborada por dos huerteras icónicas de la localidad.

Este espacio nació unas semanas antes de la inauguración del CEFE, cuando Germán Darío Álvarez, subdirector técnico operativo del Jardín Botánico de Bogotá (JBB), recorrió el edificio y fijó su mirada en esa zona, entonces cubierta solo por césped.

“Inmediatamente pensé que era el espacio ideal para montar una huerta y así promocionar el programa de agricultura urbana de la capital. De esta manera, los visitantes verían que sí es posible sembrar alimentos en espacios pequeños”.

Álvarez le socializó su idea a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (SCRD) y al Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), entidades encargadas del CEFE, y al arquitecto Rogelis. El montaje de la huerta recibió luz verde.

“Sin embargo, no quería que la huerta del primer parque vertical de Bogotá fuera creada solo por los profesionales del Jardín Botánico. Mi objetivo era que algunos huerteros de la localidad se encargaran de este proceso”.

Manos huerteras

El subdirector del JBB le encargó la misión a Catalina Santos, coordinadora de agricultura urbana en la localidad de Chapinero. Luego de una lluvia mental de ideas, la profesional pensó en dos huerteras emblemáticas de la localidad.

Omaira Cifuentes, habitante del barrio San Luis y líder de la huerta ‘Maya Tejedores de la Tierra’; y Alicia Ricaurte, campesina de la vereda El Verjón que lleva décadas sembrando en la huerta ‘Los Pensamientos de Alicia’.

“Son mujeres líderes que aman sembrar y tejen lazos comunitarios en sus territorios. Me reuní con Omaira y Alicia y ambas aceptaron encantadas participar en el proyecto desde su diseño”, informó Santos.

Omaira Cifuentes, huertera del barrio San Luis.

Omaira lleva más de 10 años en el tema de la agricultura urbana en San Luis, un barrio ubicado en los cerros orientales de Chapinero donde la mayoría de sus habitantes tienen huertas caseras o comunitarias.

“Las huertas nos enseñan mucho. Son un proceso de resiliencia, química y ciencia aplicada que nos permite empoderar a las comunidades, aprender sobre soberanía y seguridad alimentaria y dar marcha a ejercicios de salud mental y física”.

Esta huertera de cabellera larga y color morado es una de las líderes más activas de dos procesos comunitarios en Chapinero: la red de agricultores urbanos y la mesa local de participación de herbología, huertas y salud.

“Con la ayuda de varias entidades del Distrito, trabajamos en diferentes procesos de participación, crecimiento y tejido social. En estos espacios dejamos atrás nuestras diferencias y nos unimos en torno a las huertas”.

Alicia Ricaurte, huertera de la vereda El Verjón.

Alicia lleva el campo en todo su ser. Tiene los cachetes colorados debido a varias décadas de trabajo en la huerta rural de su casa en El Verjón y sus manos exhiben los callos y ampollas característicos de las actividades de siembra y cosecha.

“He sembrado durante toda mi vida. A los 12 años, empecé a vender en Monserrate atados de pensamientos, las flores que más abundan en mi huerta. Como me fue bien, me puse a comercializar plantas medicinales como la verbena para la fiebre y caléndula para las heridas”.

Con el paso de los años, esta campesina de sonrisa tierna y voz suave se unió a otros agricultores de la vereda para conformar Campo Vivo, un colectivo que los ha llevado a participar en varios proyectos relacionados con las huertas.

‘Los pensamientos de Alicia’ es una huerta que representa algunos de los tesoros del campo colombiano. “Tengo de todo un poquito. Yo vivo de la huerta y el campo y por eso participo en todos los proyectos a los que me invitan”.

Cocreación

Las dos huerteras y la profesional del JBB se reunieron varias veces con el arquitecto del CEFE Chapinero para diseñar conjuntamente la nueva huerta urbana, un terreno rectangular con una vista privilegiada de los cerros orientales.

Todas las partes buscaban el mismo objetivo: que la huerta fuera un espacio biodiverso, ordenado y atractivo para los visitantes. Según Santos, en este espacio de cocreación se concluyó que Alicia y Omaira serían el corazón del proyecto.

“Con nuestra asesoría técnica, ellas se encargarían del montaje y el futuro mantenimiento de la huerta. También nos autorizaron hacer un jardín sensorial con especies medicinales en uno de los jardines de la terraza ubicado en una matera de gran tamaño”.

En uno de los espacios de cocreación, Alicia sacó su celular y le mostró al arquitecto Rogelis un video de su huerta en El Verjón. “Él se enamoró de mi huerta y dijo que quería representarla a pequeña escala en el terreno que nos dieron en el CEFE”.

321 plantas de 29 variedades de especies aromáticas, condimentarias, hortalizas, frutales de porte bajo y flores comestibles, le darían más vida y color a la terraza de este parque vertical de Chapinero.

Omaira y Alicia dieron todo el material vegetal: el 80% viene de huertas rurales de El Verjón y el 20% restante de las huertas urbanas del barrio San Luis. El IDRD y la Secretaría de Cultura les pagaron por todos estos insumos y el transporte desde sus huertas hasta el CEFE.  

A estas mujeres también les pagaron por aportar la tierra para la huerta, un fruto del compostaje de sus procesos huerteros. “Varios habitantes de San Luis llevan a mi casa los desechos orgánicos de sus cocinas y con ellos hacemos compostaje. Es muy bonito que el trabajo de mujeres huerteras y cuidadoras de Chapinero sea parte de este centro cultural”, mencionó Omaira.

Convertir un rectángulo de 15 metros cuadrados cubierto por pasto en una huerta, no fue una tarea sencilla. Por ejemplo, las huerteras recuerdan que no sabían qué hacer con el césped del sitio.

“El arquitecto nos dijo que no podíamos retirarlo por temas de costos. Entonces le propusimos darle la vuelta, es decir lo verde hacia abajo, y luego aplicar la tierra abonada; la profundidad del espacio es de solo 10 centímetros”.

La experiencia como agricultora de Alicia fue fundamental durante el proceso. Ella se encargó de escoger la mayoría de especies y los espacios donde debían ser sembradas. “Fue un proceso hermoso donde mezclamos la parte técnica con la tradicional”.

Cuatro manos no eran suficientes para reverdecer todo el terreno. Por eso, Alicia y Omaira invitaron a varios familiares y amigos de sus territorios para que les ayudaran a sembrar y organizar perfectamente la huerta.

“Fernando, uno de los huerteros de San Luis y vecino mío, nos ayudó mucho. La siembra fue realizada el 14 de octubre, días antes de la inauguración del CEFE; este proyecto es maravilloso porque todos tuvimos voz y voto”, apuntó Omaira.

Rúgula, espinaca, acelga, kale, verbena, mejorana, menta, hierbabuena, manzanilla, caléndula, tomate, lechuga acedera, menta, poleo, tomillo, fresa, cebollín, cebolla, ajo, uchuva y pimentón, son algunos de los tesoros agroecológicos de esta huerta.

Este terruño también cuenta con la planta favorita de Alicia y la protagonista de su emprendimiento: los pensamientos. “Ellos tenían que estar en la huerta del CEFE. Muchas personas ignoran que sus flores son comestibles y son utilizadas en varios platos gastronómicos”.

Aula viva

La huerta del CEFE Chapinero no ha quedado a la deriva. Desde que se hizo la primera siembra, es decir hace más de un mes, Omaira y Alicia la visitan semanalmente para hacer el riego, deshierbe y sacar semillas.

“Ya hicimos la primera cosecha. Todas las hortalizas y plantas medicinales se las repartimos a los trabajadores del CEFE, personas que nos ayudan con los materiales necesarios para nuestras actividades, y a algunos visitantes de la huerta”.

Sin embargo, el verdadero espíritu de la huerta no está en sembrar y cosechar. Para la profesional del JBB, el gran objetivo es que el espacio se convierta en un aula viva para aprender de agricultura urbana y un sitio de reunión para los huerteros de Chapinero.

“Además de enamorarse de este espacio, queremos que los visitantes del CEFE se motiven a montar huertas en sus casas. Les informaremos sobre los diferentes proyectos que tenemos en la localidad, como la ruta turística de huertas y la red de agricultores urbanos”.

Según Omaira, ya han dialogado con las directivas del Centro Felicidad para realizar espacios de diálogo con la comunidad huertera y las personas que no han tenido la posibilidad de conocer el arte de la agricultura urbana.

“Durante 2025, tenemos pensado hacer talleres de agricultura, herbología, mantenimiento y compostaje. Vamos a trabajar para que esta huerta se convierta en un aula viva a nivel Distrital donde podamos fortalecer el tejido comunitario”.

Alicia sueña compartir todos sus conocimientos tradicionales con las personas que visiten el parque vertical. “Cuando venimos, los ciudadanos que visitan la terraza nos preguntan sobre la huerta y el nombre de las plantas y sus propiedades; todos nos felicitan por el trabajo”.

En esta futura aula viva de Chapinero, las dos huerteras quieren recalcar que las huertas van más allá del alimento para los humanos. Por ejemplo, aseguran que son sitios fundamentales para las aves, los polinizadores y los microorganismos del suelo.

“Queremos que vean la huerta como un proceso de agroecología integral que nos permite hablar en el lenguaje de la sostenibilidad y la economía circular. La agricultura es un patrimonio cultural que está inmerso en nuestro ADN”.

También buscan que la ciudadanía conozca el valor nutricional y medicinal de algunas plantas de las huertas que pocos conocen, como la milenrama, pimpinela, verbena y acedera, una lechuga que sabe a limón.

“La hierbabuena se volvió famosa porque hacen varios cócteles con sus hojas. En el CEFE buscamos rescatar todas esas plantas que la ciudadanía desconoce, como la lula, una prima del lulo, y que hacen parte de nuestra idiosincrasia campesina”.

Esta huerta en las alturas de Chapinero, un proyecto comunitario y distrital que aún no cuenta con un nombre oficial, se quiere convertir en una ventana para que los agricultores de la ciudad muestren sus emprendimientos.

“A los campesinos nos hacen falta canales de distribución para poder vender los alimentos que sembramos. La huerta del CEFE puede ser una vitrina para mostrarles a los visitantes nuestros emprendimientos agroecológicos”.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá