- El Centro Día Casa de la Sabiduría San David reverdeció un terreno de 36 metros cuadrados con más de 400 hortalizas y plantas medicinales.
- En esta huerta en forma de mandala, 25 adultos mayores de la localidad de Usme siembran alimentos sanos e intercambian las experiencias que vivieron en el campo.
- Los abuelos replican los conocimientos que reciben por parte del Jardín Botánico y la Secretaría de Integración Social en las huertas que montaron en sus casas.
En julio de 2023, la Alcaldía de Bogotá inauguró una moderna edificación de 1.938 metros cuadrados en una zona montañosa de la localidad de Usme para brindarles una atención integral a 1.500 adultos mayores.
Se trata del Centro Día Casa de la Sabiduría San David, una obra que tuvo una inversión de más de 8,3 mil millones de pesos y la cual beneficia a los abuelos rurales de sitios como La Fiscala, Danubio, La Requilina, El Uval, Cantarrana y Los Soches.
Este Centro Día hizo historia. Es el número 27 en la ciudad, el segundo en Usme y está catalogado como el más grande de la capital del país. En un solo día, la Secretaría Distrital de Integración Social atiende a 300 personas mayores de 60 años.
San David alberga salones de arte y música, cocina, comedor, gimnasio y áreas para juegos, sitios donde los adultos mayores hacen deporte o reciben apoyo alimentario, orientación psicosocial, actividades ocupacionales, cognitivas o productivas.
Carlos Augusto Valsero, un bogotano de 76 años, llegó al Centro Día en enero de este año. Todos los días, una buseta lo recoge en su casa, ubicada en el barrio Puerta al Llano, y lo lleva a su segundo hogar.
“Acá participó en varias actividades lúdicas y artísticas y me dan una comida muy rica y nutritiva. En San David también he conocido varias personas de mi edad que no nos gusta quedarnos encerrados en la casa y aún tenemos mucho para dar”.
A mediados de marzo, Carlos Augusto vio una obra en una zona al aire libre de 36 metros cuadrados ubicada en uno de los patios del Centro Día. Lo que más le llamó la atención fue una gran cantidad de bultos de tierra negra.
“Era evidente que no iban a hacer un nuevo salón porque no había cemento ni un solo ladrillo. Le pregunté a uno de los profesores y me contó que iban a hacer una huerta, es decir a sembrar comida”.
El curioso habitante de Usme preguntó si podía participar en el montaje. “Nunca había sembrado ni siquiera una planta de jardín. Pensaba que los alimentos salían como por arte de la magia de la tierra y por eso quería aprender”.
Los profesionales del Centro Día San David le informaron que los adultos mayores podían participar en la huerta luego del montaje de la estructura rectangular. Carlos Augusto pidió que le guardaran un cupo.
Mandala huertera
Según Diego Hernández, tallerista de este Centro Día de la localidad de Usme, la idea de montar una huerta empezó a gestarse cuando las directivas tomaron la decisión de reverdecer algunos espacios de la edificación.
“Primero se propuso montar un jardín, pero como la mayoría de adultos mayores que asisten al centro tienen raíces campesinas, el proyecto cambió a una huerta. Escogimos una zona de 36 metros cuadrados al aire libre ubicada al lado de uno de los salones de arte”.
Sin embargo, los profesionales del sitio no son expertos en agricultura urbana. Por eso, a través de la Subdirección Local de Usme, hicieron contacto con el Jardín Botánico de Bogotá (JBB), entidad que lleva más de dos décadas fortaleciendo las huertas de la capital.
Blanca Millán fue la profesional del JBB designada para apoyar el montaje de la huerta San David. El primer paso fueron varias reuniones para intercambiar expectativas y luego hacer un diseño mancomunado.
“Se escogió como diseño la forma de una mandala. Esto se debe a que la organización de las camas o eras de una manera circular les iba a permitir a los adultos mayores sembrar de una manera más cómoda”, apuntó Blanca.
Luego de rellenar la zona de 36 metros cuadrados con tierra abonada y darle forma a la huerta con cerca de 10 camas, los profesionales del Centro Día seleccionaron un grupo de 25 adultos mayores para hacer la siembra.
“El objetivo era plantar más de 400 plantas de especies como lechuga crespa y lisa, kale, tomate cherry, lenteja, ruda, orégano, acelga y papa criolla. El Jardín Botánico nos ayudó con una parte del material vegetal”, informó Diego.
Abuelos huerteros
Antes de reverdecer el terreno con las hortalizas y plantas medicinales, Blanca se reunió varias veces con el grupo de 25 adultos mayores para hablarles de las técnicas de agricultura urbana que utiliza el JBB en la ciudad.
“Dialogamos sobre los espacios para montar huertas, las propiedades de las plantas y los productos naturales que ayudan a controlar las plagas. Más que una clase fue una retroalimentación: la mayoría son campesinos y saben mucho sobre la siembra”.
Carlos Augusto Valsero fue uno de los seleccionados para participar en la huerta San David. Desde que empezaron las capacitaciones, este bogotano de contextura delgada abrió su mente para aprender de agricultura urbana.
“Fue algo maravilloso porque yo no tenía ni idea de cómo se debe sembrar o cuidar una planta. Aprendí mucho en esas charlas y comprendí que producir alimento no es para nada fácil; el trabajo de los campesinos es durísimo”.
Luego de los diálogos sobre agricultura urbana, los 25 abuelos de Usme ingresaron al terreno cubierto por tierra negra para sembrar hortalizas y plantas medicinales. Carlos Augusto quedó maravillado con esta actividad.
“Sembré mi primera planta a los 76 años. Me puse muy contento porque estoy demostrando que nunca es tarde para aprender y que las personas mayores somos capaces de hacer cosas. La huerta nos sirve como terapia para el cuerpo y mente y nos permite hacer muchos amigos”.
El nuevo huertero no solo aprendió de las enseñanzas de la profesional del Jardín Botánico. Los otros adultos mayores que han participado en la huerta tienen mucha experiencia en el arte de sembrar porque nacieron y se criaron en el campo.
María Carlota Zambrano y Adelaida Murillo, dos campesinas que salieron de sus sitios de origen para darles un mejor futuro a sus hijos en Bogotá, no han parado de sembrar. Ambas tienen huertas caseras en sus viviendas.
“Nos criamos sembrando y cosechando y por eso nuestras casas están llenas de todo tipo de plantas. En la huerta San David intercambiamos conocimientos y además perfeccionamos nuestras técnicas con las enseñanzas de los profesores”.
Marco Antonio Velásquez, un campesino de Fusagasugá, recreó una parte del campo que trabajó durante su niñez y adolescencia en toda la terraza de su casa, un arte que aprendió de sus padres.
“Cuando me retiré de trabajar, lo primero que hice fue volver a sembrar. Es una terapia maravillosa para las personas mayores, tanto que yo logré salir de una dura enfermedad gracias a mis plantas. En el Centro Día fortalecí mucho mis conocimientos”.
Carmenza Trinidad Montenegro aprendió a sembrar cuando era niña y veía a su padre trabajar la tierra en los Llanos Orientales. “Me apasiona mucho la agricultura y por eso mi casa está llena de toda clase de plantas. En la huerta nos desconectamos de la ciudad y nos sirve como terapia”.
Jairo Jiménez, un campesino del Alto Ariari en el Meta, compartió sus conocimientos en la siembra de maíz, sorgo, avena, plátano, frijol, ajonjolí y yuca. Por su parte, Jaime Pulido, aprendió a abonar las plantas sin utilizar químicos.
“Las huertas siempre han hecho parte de nuestras vidas. Somos campesinos que aman la tierra y tenemos las terrazas llenas de hortalizas y muchas plantas medicinales. Comemos alimentos sanos”.
Mejor alimentación
Uno de los objetivos de los Centros Día Casa de la Sabiduría del Distrito es que las personas mayores de 60 años tengan una mejor vejez a través de actividades físicas, lúdicas, artísticas y de agricultura.
Por ejemplo, la huerta San David les ayuda a los 25 adultos mayores que participan a tener una mejor condición física y emocional, interactuar de una manera constructiva e intercambiar conocimientos a partir de sus vivencias.
“Sumado a esto, reciben charlas nutricionales donde conocen las propiedades y beneficios alimenticios de las hortalizas y plantas que siembran en la huerta. Todo lo que se siembra acá está libre de químicos”, aseguró el tallerista del Centro Día.
En estos talleres, los abuelos aprenden a alimentarse de una mejor manera al conocer los componentes nutricionales de los productos. “Este conocimiento se lo trasmiten a sus hijos y nietos. Tener una huerta mejora mucho la salud ”, apuntó Blanca.
Según la profesional del Jardín Botánico, la mandala huertera del Centro Día San David va a crecer. Por ejemplo, ya se tiene contemplado sembrar en un muro que rodea la huerta a través de varios contenedores.
“También queremos expandir la huerta a otros espacios que tenemos en el sitio para que muchos más adultos mayores de la localidad de Usme participen en este proyecto de agricultura urbana”, concluyó Diego.