• En la semana de receso escolar, cerca de 20 niños y niñas participaron en uno de los talleres “De Huerta en Huerta” del Jardín Botánico en la Biblioteca Pública El Tintal.
  • La cúrcuma, planta utilizada como especia en las cocinas y que tiene varias propiedades medicinales, fue la gran protagonista de esta actividad lúdica y ambiental realizada en uno de los principales recintos literarios de la localidad de Kennedy.
  • Los pequeños, algunos acompañados por sus padres y abuelos, crearon bitácoras llenas de dibujos con el color amarillo de la cúrcuma, uno de los tesoros que se encuentran en las huertas urbanas de la capital.

Las manecillas del reloj marcaban las 9:45 de la mañana. La sala LabCo, un laboratorio de co creación de la Biblioteca Pública El Tintal “Manuel Zapata Olivella”, estaba gobernada por el silencio y todos sus libros dormitaban en varias repisas coloridas. 

Angie Garzón, promotora de lectura de esta joya literaria que fue construida sobre las bases de una antigua planta de transferencia de basuras de la localidad de Kennedy, abrió las puertas del recinto y lo inundó con un olor similar al de una cocina tradicional colombiana.

En sus manos traía varios recipientes con un polvo de color amarillo quemado en su interior, además de decenas de hojas blancas, cartulinas negras, marcadores, colores y una botella plástica con agua.

Luego de organizar un poco las sillas y mesas de la sala, Angie recibió a cerca de 20 niños y niñas, algunos de ellos acompañados por sus familiares, y a Sharif Arévalo, profesional del Jardín Botánico de Bogotá (JBB).

“Ese olor me transporta a la cocina de mi abuelita”, dijo Nicolás Beltrán, un niño de ocho años, mientras se acomodaba en una de las sillas. “El aroma es muy fuerte y creo que me va a hacer estornudar; no logro identificar de qué se trata”.

La promotora de la biblioteca, obra diseñada por el arquitecto Daniel Bermúdez que abrió sus puertas en junio de 2001 y donde reposan más de 90.000 libros, audiovisuales, multimedias y publicaciones seriadas, se dirigió a sus alumnos.

“Hoy vamos a hacer un taller que tendrá como protagonista a una de las plantas que más utilizamos en la cocina. El olor que los inquieta es el de la cúrcuma, un ingrediente fundamental para sazonar la comida”.

“Tiza color cúrcuma”, nombre del taller, fue realizado durante la semana de receso escolar a través de las rutas agroecológicas “De Huerta en Huerta”, una estrategia del Jardín Botánico que busca promover la agricultura urbana y el turismo de naturaleza.

“El Alebrije, la huerta de la Biblioteca El Tintal, hace parte de la ruta agroecológica de la localidad de Kennedy. Es una iniciativa conformada por cinco proyectos comunitarios e institucionales que pueden ser visitados por toda la ciudadanía”, aseguró el profesional del JBB.

Angie les contó a los niños, niñas y cuidadores algo de la historia de la huerta. Este terruño agroecológico repleto de hortalizas y plantas medicinales, fue creado hace más de dos años por varios ciudadanos de la localidad y trabajadores de la biblioteca.

En esta huerta, donde se siembra en macetas de cemento y partes de antiguas camas de madera, la ciudadanía también aprende a hacer tortas de ahuyama, vinagre de manzana, mascarillas de cidrón y mermeladas de sauco.

Fue nombrada El Alebrije en honor al principal símbolo de la biblioteca: una artesanía mexicana elaborada en papel, cartón y alambre que exhibe colores intensos y vibrantes y representa seres imaginarios y varios animales.

Los colores de la naturaleza

Luego de la corta introducción del taller, los niños, niñas y cuidadores rompieron la timidez al presentarse y decir cuál es su color favorito. “Quiero que me cuenten dónde ven ese color en la naturaleza”, les dijo Angie.

El morado fue el primero en ser pronunciado. “Lo podemos ver en las orquídeas, pensamientos y margaritas”, dijo Camila. “A mí me gusta el amarillo porque es el protagonista de los girasoles y frutas como el mango”, complementó su abuela.

El azul generó una tertulia en el recinto. “Todos pensamos que el cielo y el mar son solo de este color. Pero el cielo también es gris cuando va a llover y amarillo y rojizo cuando llega el atardecer. He visto fotos del mar pintado de verde”, explicaron varios de los niños.

El color más representativo de la naturaleza, el verde, fue escogido por varios de los pequeños asistentes. “Lo vemos en los árboles y plantas de los bosques, pero el verde nunca es el mismo. Hay muchos tonos, desde muy encendidos hasta tirando a café”.

Angie amplió la explicación. “En las huertas también podemos ver diferentes tonos de verdes, como los de las lechugas, arvejas, pepinos, espinacas, brócolis y plantas medicinales. La naturaleza mezcla los colores de una forma perfecta”.

Ángel, un niño que no supera los 10 años de edad, sorprendió a sus compañeros al asegurar que sus colores favoritos son los de la aurora boreal. “He visto muchas fotos y videos donde no puedo identificar todos los colores; es una maravilla”.

Los tonos amarillos del Sol, la mazorca, el banano y la naranja; los rojos de la manzana, fresa, sandía, rábano, cereza y ciruela; los rosados de los novios, guayaba, rábano y pomarrosa; y los blancos del coco, guanábana, anón, chirimoya, cebolla, ajo y guama; también fueron nombrados.

Al conversar sobre el color naranja de la mandarina, mango, chontaduro, zanahoria y uchuva, la promotora de lectura de la Biblioteca El Tintal aprovechó para presentar oficialmente a la planta protagonista del taller.

“La raíz de la cúrcuma, parte de la planta con la que se elabora la especia en polvo que todos hemos visto en las cocinas, tiene tonos amarillos oscuros. En este taller le vamos a decir color cúrcuma”.

¡Manos a la obra!

El objetivo del taller era que los niños, niñas y cuidadores elaborarán pequeñas bitácoras con dibujos hechos con el polvo procesado de la cúrcuma, una planta que, además de ser utilizada como colorante y aromatizante, tiene varias propiedades medicinales.

“Estas bitácoras o fanzines, publicación casera que puede tener forma de revista o pequeño libro, las vamos a elaborar con las hojas de papel blanco que hay sobre las mesas. Es fácil de hacer, pero debemos poner mucha atención”, mencionó Angie.

La promotora de lectura de la biblioteca y Sharif Arévalo, profesional del JBB, explicaron el paso a paso del proceso y lo replicaron para que se entendiera mejor, una técnica con varios dobleces a la hoja de papel y un corte.

“Nuestra bitácora quedó con una portada, contraportada y algunas páginas. En la primera vamos a escribir el nombre de la actividad, es decir “Tiza color cúrcuma”, además del nombre de cada uno de ustedes y una ilustración”.

Antes de empezar a darles color a sus obras literarias, Angie les explicó un poco sobre la cúrcuma, una de las plantas que se puede encontrar en varias de las huertas urbanas que hay en Bogotá.

“A la cúrcuma la conocemos como ese polvo con el que nuestras mamás y abuelas sazonan varios alimentos. Sin embargo, para llegar a ese producto, su raíz, que se parece al jengibre, tuvo que pasar por un largo proceso”.

En las huertas, la parte de la cúrcuma que es más aprovechada permanece oculta. “La raíz crece debajo de la tierra. Cuando es procesada y se convierte en polvo, es la que le da color a platos como el pollo sudado”. 

Además de colorante y aromatizante, la cúrcuma tiene beneficios para la salud. “Cuenta con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Ayuda a desinflamar y también es utilizada para combatir la artritis”.

Bitácoras patojas

Angie puso sobre cada una de las cuatro mesas del laboratorio de co creación de la biblioteca varios recipientes con un poco del polvo amarillento de la cúrcuma, materia prima con la que los niños, niñas y cuidadores les darían vida a las bitácoras. “Primero vamos a olerla”.

Antes de empezar a colorear, los participantes conocieron Abrazos, un libro de un autor japonés que utiliza varios tintes de las plantas para hacer sus dibujos y el cual tenía como protagonista a un león.

“Su color es naranja o amarillo fuerte, muy parecido al de la cúrcuma. Esta obra es muy bonita porque hace referencia a los colores que hay en un abrazo. A mí me transporta a los abrazos coloridos de mi abuelita”.

Luego de escribir el la portada de la bitácora el título del taller, nombre de cada niño y una ilustración, el paso a seguir fue dibujar en la siguiente página del cuadernillo alguna de las formas de la naturaleza utilizando el polvo de la cúrcuma. 

“Aplicaremos un poco de agua en el recipiente. Los dibujos los vamos a hacer con nuestros dedos y los que quieran pueden escribir algo bonito para acompañar la obra”.

Árboles, ríos, hortalizas y animales fueron algunos de los representantes de la biodiversidad que escogieron los curiosos alumnos. El color amarillo de la cúrcuma fue acompañado por otros tonos de los marcadores.

“Yo dibujé un árbol y un río, seres vivos que son vitales para el planeta. El bosque nos da el oxígeno que respiramos y los ríos el agua que bebemos todos los días. Me encanta la naturaleza y por eso solo veo programas de Animal Planet”, dijo Isabella, una niña de 10 años.

Mientras dibujaban, Angie les explicó que con la cúrcuma se puede trabajar en varios laboratorios, como la cocina, las fábricas donde se transforma en polvo o se tiñen telas, sitios donde hacen ilustraciones para los libros con tintes naturales o talleres de dibujo.

“Todos estos laboratorios tienen algo en común: utilizan o imitan los colores que encontramos en la naturaleza. Con la cúrcuma también se pueden hacer tizas, material que les vamos a entregar hoy para que dibujen en sus casas”.

La última actividad del taller fue un recorrido por la huerta El Alebrije, un sitio donde los niños, niñas y cuidadores conocieron su gran variedad de hortalizas, plantas aromáticas y medicinales y algunos frutales.

En este terruño agroecológico, los pequeños tomaron algunas de las flores de las plantas y luego las pegaron en la otra página de las bitácoras. Angie les recomendó la caléndula, la cual comparte el color amarillo o naranja de la cúrcuma.

“En este taller aprendimos mucho y no nos aburrimos. Ahora sé que con el polvo de la cúrcuma se puede cocinar y hacer dibujos de una forma fácil y entretenida. De ahora en adelante voy a participar en todos los talleres de la Biblioteca El Tintal”, apuntó Ángel Arévalo.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá