Recuerda establecer qué tipo de suelo vas a utilizar en el cultivo, si es un suelo natural o alterado y cuál es su aptitud para la agricultura urbana.
Suelo natural: es aquel que no ha sufrido cambios drásticos en su estructura, como el suelo que encuentras principalmente en zonas periurbanas.
Este tipo de suelos generalmente no presentan cultivos establecidos como sucede con los lotes baldíos, pueden tener alguna cobertura vegetal espontánea, la cual requiere de una adecuación o ajuste para su aprovechamiento.
Suelo degradado: Son suelos alterados o intervenidos, aquellos con procesos de urbanización, acumulaciones o rellenos de escombros, generalmente no tienen capa orgánica o “capa arable”. Son poco aptos para la agricultura urbana.
En estos casos se requiere generar sustratos que te proporcionen una estructura de soporte, buena disponibilidad de nutrientes, capacidad de retención de agua y aireación.
Para tener un sustrato “ideal” en agricultura urbana, se recomienda la mezcla de elementos como compost, cascarilla de arroz quemada, tierra negra, en diferentes proporciones y de acuerdo al cultivo a establecer. Los elementos mezclados ofrecen mejores características que los utilizados por separado.
Aprende sobre el ciclo de cultivo
El ciclo de cultivo comprende el tiempo que pasa entre la germinación hasta la cosecha.
Para definir las especies a plantar, debes diseñar los espacios y la rotación de áreas utilizadas para la producción tanto en zonas blandas como en contenedores.
También es importante el tamaño y la forma de crecimiento de la planta: arbusto, enredadera o rastrera, para definir la distancia de siembra entre plantas o entre contenedores.
Si no tienes en cuenta estas consideraciones, se pueden presentar malformaciones, como por ejemplo: elongación de tallos y hojas, enanismo o poco desarrollo de la raíz, afectando la productividad de la planta.