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Antes de empezar a cultivar, deberíamos observar detenidamente la clasificación en taxonomía de la planta. En este caso la rúcula, que es éste su nombre común. Aprender a qué familia de plantas pertenece, su género y especie.
Existen variedades entre las rúculas y también nombres comerciales para cada una de ellas.
Debemos observar muy bien cómo preparar el sustrato para que crezcan, entendiendo qué tipo de suelo tenemos y qué enmiendas debemos lograr para que estas plantas crezcan fuertes y saludables.
Dirán ustedes, son verdaderas bobadas lo que uno escribe en el cuaderno, pero no es así. Cada día tiene su dificultad en este tema del cuidado de la huerta y si tomamos los apuntes de nuestras observaciones tendremos una herramienta personal de apoyo para cuando hablemos con el ingeniero agrónomo o el técnico que nos escuche.
Es imprescindible llevar estas anotaciones para el año siguiente de la huerta. A partir de lo que ha sucedido con nuestro cultivo, podemos hacer asociaciones entre plantas, rotarlas y sobre todo mantener un sustrato libre de sales y enfermedades.
Soy una firme defensora de la siembra en asociación de cultivos. La lavanda, el romero, la albahaca y los crisantemos (Chrysanthemum frutescens) son plantas que expelen sustancias y protegen las lechugas, los tomates, las coles, las acelgas y los cítricos de nuestro cultivo de los áfidos y de la mariposa blanca.
Sucede lo mismo al cultivo de rúcula. Cualquier planta de romero que esté cercana a la rúcula, impedirá que esta sea comida de larvas o habitada por los áfidos. He observado, en mi huerta, cómo la lechuga iceberg creció vigorosa rodeada por margaritas amarillas y plantas de marygold.