Calle 64g bis #85-21 Bogotá, D.C. Cundinamarca Colombia
Quiero comenzar contando que en mi infancia tuve la oportunidad de ver como mi abuelita, en su pequeña finca, tenía banano, papaya, mango, sábila y plátano. Con el paso del tiempo me di cuenta que eso era algo increíble, pues es tener la facilidad tomar con las propias manos de un árbol una fruta, sin tener que pensar en ir al mercado y comprar.
Ahora, en mi casa decidí tener esta bondad que la madre Tierra tiene con nosotros y que tal vez no la sabemos ver, porque ella nos pone los alimentos pero el estilo de vida de consumismo y facilidad nos ha llevado a pensar en que todo lo debemos comprar empacado en una tienda, lo cual no está mal, pero somos un país que lo tiene todo y no se le sacamos el mejor provecho.
Las personas hoy en día aguantan hambre, pero resulta enriquecedor conocer historias de huerteras de localidades vulnerables, que durante la pandemia, a contrario de lo que uno piensa, no tuvieron que dormir con el estómago vacío; por eso considero que este es un gran proyecto para aportar a la mitigación de la pobreza y desigualdad.
En mi casa tengo lechugas, tomates, tomillo y limoncillo. Me ha parecido una experiencia muy chévere pues puedo conectarme más con mi familia y compartirles lo que estoy viviendo. Yo vivo en la localidad de Engativá, mi casa no es muy grande y muchas veces no mantengo todo el tiempo, pero decidí hacerlo con las condiciones de espacio y luz que tenía.
Tener esta huerta me ha hecho ser más paciente y apasionada por cada avance y considero que en el tema de la agricultura uno nunca deja de asombrarse y ver lo maravilloso de la naturaleza. Espero poder continuar y aportar a mi salud y a la sociedad con esta labor. Aquí les comparto unas fotos.