- Chapinero estrenó su propio banco de semillas agroecológicas, un sitio donde se resguardarán 21 especies criollas y nativas como maíces, habas, frijoles de altura, tomates y cebada cervecera.
- Está ubicado en el Oasis, un proyecto social de la zona rural de la localidad liderado por la fundación Fondacio y la Corporación Social Emilista.
- El Jardín Botánico de Bogotá (JBB) ya ha inaugurado ocho de estos reservorios de semillas en la ciudad: siete comunitarios y uno en las instalaciones de la entidad.
El desarrollo urbanístico, el comercio, varios tesoros ambientales, la cultura, la ruralidad y la diversidad de género, están presentes en las más de 3.801 hectáreas de la localidad de Chapinero.
Edificios y centros comerciales modernos, quebradas de aguas cristalinas que nacen en los Cerros Orientales, zonas de esparcimiento de la comunidad LGBTI e incluso millones de frailejones, hacen parte de la llamada “Suiza bogotana”.
Sin embargo, la historia de este territorio cosmopolita data de la época prehispánica. Los muiscas, indígenas que veneraban el agua y cultivos como el maíz, fueron sus primeros habitantes. Luego, durante la época de la Colonia española, Chapinero fue un camino entre la capital Santafé y los municipios y provincias del norte.
Terminada la Independencia, cientos de artesanos y alfareros poblaron sus tierras y le dieron vida al barrio El Villorio. Durante el siglo XIX se construyeron casas campestres para las personas más acaudaladas y se convirtió en un lugar tradicional.
En 1885 recibió su nombre de Chapinero como un homenaje a Antón Hero Cepeda de Cádiz, quien se dedicaba a la elaboración de zuecos o chapines, calzados de madera y correas que se ataban al pie.
A finales del siglo, las personas más adineradas de la ciudad construyeron villas y casonas en sus terrenos. En 1884 se convirtió en el destino de la primera línea del Tranvía de mulas de la ciudad y del país, la cual partía del centro de la capital.
En los primeros años del siglo XX, la zona de los Cerros Orientales de Chapinero fue ocupada por asentamientos populares, cientos de familias campesinas que trabajaron en fábricas de ladrillos y en la industria de la construcción.
Varios íconos de la localidad fueron construidos durante ese siglo, como la Avenida Chile y la catedral de Lourdes. En 1948, Chapinero fue considerado el principal albergue de las clases más adineradas de la ciudad.
Nuevo hito
Chapinero sigue haciendo historia en la capital del país. Ahora se convirtió en una de las localidades que cuenta con su propio banco de semillas agroecológicas, una estrategia liderada por el Jardín Botánico de Bogotá (JBB).
Este reservorio de semillas criollas y nativas está ubicado en el Oasis, un proyecto social que hace parte de la zona rural de la localidad (kilómetro cinco de la vía a La Calera) y que nació hace 11 años por un sueño común de la fundación Fondacio y la Corporación Social Emilista.
“Oasis es una casa abierta en el barrio de San Luis situada a 3.100 metros de altitud en las montañas del noreste de Bogotá. Nació en 2011 con el fin de convertirse en un lugar al servicio de los habitantes como un verdadero puente entre las realidades locales”, informó Fondacio.
Este proyecto social ha desarrollado diferentes acciones de desarrollo sostenible para que la población pueda acceder a programas educativos, medioambientales y de vivienda. Una de ellas es un huerto donde se cultivan frutas y hortalizas de una forma agroecológica.
“El huerto es un espacio de convivencia y unión donde todos pueden compartir las alegrías y las penas de la vida cotidiana. También les ofrecemos a los participantes apoyo individual para crear su propio jardín optimizando el espacio mediante el uso de paredes verticales”.
La fundación Fondacio ha desarrollado módulos productivos con materiales recuperados, sitios donde se producen 108 plántulas de cinco variedades de lechugas y otros vegetales con un sistema de riego por goteo sobre una superficie de ocho metros cuadrados.
“Hemos construido cuatro estructuras escalonadas para la instalación de 36 módulos de siembra donde reutilizamos botellones y aplicamos un sustrato alimentado de tierra abonada, cascarilla quemada y lombricompost”.
Según Wilson Rodríguez, coordinador del grupo de agricultura urbana del JBB, la experiencia de la fundación en los cultivos agroecológicos fue lo que llevó a la entidad a seleccionar el Oasis para el montaje del banco de semillas.
“Este lugar es uno de los sitios de Bogotá que trabaja el tema de la agricultura urbana. Desde 2021, la fundación ha recibido nuestra asistencia técnica, fortalecimientos con insumos como compost, plántulas y tierra abonada”.
¡A sembrar ancestralidad!
El banco de semillas agroecológicas de la localidad de Chapinero cuenta con 58 frascos de vidrio. Cada uno alberga alguna de las 21 especies y 48 variedades criollas y nativas, como maíces y habas de colores, frijoles de altura, tomates y cebada cervecera.
“Los huerteros y huerteras de Chapinero podrán acceder a estas semillas a través de préstamos. Por cada semilla que obtengan, la cual tiene que ser sembrada en las huertas, deberán devolverle al banco el doble cuando haya cosecha”, dijo Juan David Córdoba, profesional del JBB.
La fundación Fondacio será la encargada de custodiar las semillas de este banco. “También tendrá la tarea de aprobar los préstamos de semillas a la comunidad, un proceso que contratará con nuestro apoyo y asesoría”, destacó Córdoba.
El objetivo es que la comunidad no guarde las semillas durante años. “Todo lo contrario: deben sembrarlas, movilizarlas y luego devolverlas para que el banco no se quede sin material”.
Según Catalina Santos, coordinadora de agricultura urbana del JBB en la localidad de Chapinero, las semillas del banco provienen de sitios liderados por custodios de departamentos como Nariño, Antioquia y Boyacá.
“Todas están libres de químicos, es decir que se siembran de una manera agroecológica. La fundación Fondacio cuenta con experiencia en este tipo de siembra y por eso estamos seguros que el banco va a funcionar a la perfección”.
Varios habitantes de la zona, en especial personas del barrio San Luis, participaron en el lanzamiento del banco de Chapinero. Además de conocer esta estrategia del JBB, sembraron algunas semillas en la huerta de la fundación.
“También aprendieron a elaborar y probaron varios platos gastronómicos saludables preparados por nuestro chef Diego Huertas. Fue una actividad muy bonita que giró en torno a la importancia de las semillas nativas y criollas”, apuntó Santos.
El JBB tiene como meta montar 10 bancos de semillas agroecológicas en Bogotá. El primero, llamado banco madre, está ubicado en una de las malocas de la entidad y se encargará de surtir a los otros nueve comunitarios.
“A la fecha ya hemos inaugurado ocho bancos de semillas en la capital: el institucional del JBB (Engativá) y siete comunitarios en Suba, Bosa, Rafael Uribe Uribe, Sumapaz, Usme, Fontibón y Chapinero”, afirmó Rodríguez.
Este mes se inaugurarán los dos restantes, reservorios de semillas ancestrales que estarán ubicados en las localidades de San Cristóbal y Kennedy.
“Estos bancos brindan condiciones de adaptabilidad genética a las condiciones climáticas actuales. Para ello se efectuará la siembra de parcelas demostrativas que son las encargadas de conservar y multiplicar las semillas agroecológicas de manera constante”, precisó Córdoba.
La mejor forma de conservar las semillas es sembrandolas!
Maravilloso!! Gracias por la informacion.
Enhora Buena Oasis!!
Fondacio un paso adelante de cuidado de la casa comun!!!
Fernando y su Huerta Urbana: Recuperando Espacios y Semillas Nativas
En el corazón de nuestra comunidad, encontramos a un individuo excepcional, Fernando, cuyo trabajo incansable en la creación y mantenimiento de una huerta urbana ha significado mucho más que el simple cultivo de plantas. Su labor es un testimonio vivo de la recuperación de espacios olvidados y de la importancia de preservar nuestras semillas nativas, y nos recuerda las palabras de poetas que celebraron la conexión entre el hombre y la tierra.
Fernando no solo ha transformado un pedazo de tierra en una huerta vibrante, sino que también ha restaurado un espacio urbano abandonado y deteriorado. Este rincón antes descuidado ahora es un oasis de verdor y vida en medio de la ciudad. Al recuperar este espacio, ha inspirado a otros a hacer lo mismo, demostrando que la restauración de áreas urbanas degradadas es posible y valiosa.
Su énfasis en la preservación de las semillas nativas también es digno de admiración. En un mundo que a menudo prioriza las variedades de cultivos comerciales, Fernando se ha dedicado a mantener y promover las semillas autóctonas, que son esenciales para la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Ha citado a Rumi, el poeta persa, quien dijo: «Dentro del alma de la semilla, hay un regalo de infinitos misterios». Fernando entiende que en cada semilla nativa hay una historia ancestral y un potencial ilimitado.
Así como el poeta estadounidense Walt Whitman celebraba la belleza de la naturaleza en sus versos, Fernando celebra la belleza de la huerta urbana y su importancia para la comunidad. La huerta no solo proporciona alimentos frescos y saludables, sino que también sirve como un lugar de encuentro y aprendizaje. Es un recordatorio de que la tierra puede nutrirnos tanto física como espiritualmente.
En un mundo que a menudo se siente desconectado de la naturaleza, el trabajo de Fernando nos recuerda la importancia de cuidar de la tierra y preservar nuestras raíces culturales y ecológicas. Su huerta urbana es un testimonio de cómo un individuo puede marcar una diferencia significativa, y su compromiso con la recuperación de espacios y semillas nativas nos inspira a todos a conectarnos nuevamente con la tierra y su belleza poética. Fernando es, en sí mismo, un poeta de la tierra, y su labor merece nuestra admiración y apoyo continuo.
ATT : Tu hija orgullosa de ti pá