- Construyendo Futuro, una fundación que mejora la calidad de vida de las personas con discapacidad cognitiva, mental y múltiple, se subió al bus de la agricultura urbana.
- El Jardín Botánico les brindó asesoría e insumos para el montaje de una huerta en la sede del barrio Quiroga Central, una casa donde se brindan talleres y programas inclusivos.
- Este terruño agroecológico les sirve como terapia a cinco ciudadanos. A futuro, tienen proyectado comercializar las hortalizas y plantas medicinales.
Corría el año 2008 cuando Eliana Paola Martínez, profesional del área de la salud, evidenció una seria problemática en los jóvenes y adultos mayores con discapacidad de los barrios de la localidad de Rafael Uribe Uribe ubicados en las zonas de alta pendiente.
“El Estado no hacía nada por estas personas. Debido a sus discapacidades, ya fueran mental, cognitiva o múltiple, estaban invisibilizadas. En esa época trabajaba en una entidad pública y decidí hacer algo por esta población”.
Con una compañera de trabajo que compartía su pasión por la salud, empezaron a hacer actividades ocupacionales en un salón comunal de la localidad, como enseñarles a hacer manillas; la iniciativa cogió fuerza y alcanzaron a atender a 80 personas con discapacidad.
“El objetivo era desarrollar sus capacidades y que tuvieran algún ingreso económico con la venta de las manillas. Sin embargo, para poder atender a más personas y desarrollar nuevos proyectos, debíamos consolidarnos como una organización no gubernamental”.
Así nació Construyendo Futuro, una fundación que trabaja para mejorar la calidad de vida de adultos y jóvenes con discapacidad cognitiva o en situación de calle, promoviendo así su inclusión y bienestar.
Según Eliana, la fundación empezó a marchar cuando el Fondo de Desarrollo Local les aceptó un proyecto social para beneficiar a esta población. Esto dio paso a la ejecución de varios convenios y al arriendo de tres viviendas en diferentes partes de la ciudad.
“Tenemos tres sedes. Las de los barrios Cundinamarca (localidad de Puente Aranda) y Samper Mendoza (Los Mártires) son sitios transitorios de atención al adulto mayor y la del Quiroga Central (Rafael Uribe Uribe) es la administrativa”.
En la sede del barrio Quiroga, una casa de dos pisos con una terraza y un amplio antejardín cercado por una reja, las dos mujeres líderes de la fundación dieron marcha a un nuevo proyecto de emprendimientos.
“Nos enfocamos en enseñarles a las personas con discapacidad cognitiva, mental y múltiple a hacer diferentes manualidades, obras que son comercializadas por ellos o sus familiares y que les permiten tener ingresos económicos”.
La meta de este proyecto de emprendimientos es que se puedan desenvolver mejor y no dependan tanto de sus cuidadores. Por eso, además de aprender a hacer manualidades, reciben capacitaciones de lectoescritura y manejo del dinero.
Actualmente, cinco personas con alguna discapacidad elaboran figuras coloridas de gatos en la sede del Quiroga. Algunos ya manejan la máquina de corte y todos se encargan de calcar la imagen y pintarla.
“Ellos llevan tres meses en el proceso de elaboración de los gatos y esperamos venderlos en esta época de Navidad. Lo más bonito es que se dan cuenta de sus capacidades, las fortalecen y se lo hacen ver a sus familias”.
Más de 150 personas con alguna discapacidad o en situación de calle se han visto beneficiadas por la fundación en los 16 años que lleva construyendo un mejor futuro. Hoy día, más de 70 ciudadanos reciben talleres o programas inclusivos.
Proyecto huertero
En 2020, cuando la fundación arrendó la casa del barrio Quiroga Central para montar su sede administrativa, Eliana fijó su mirada en los rosales y varias plantas que decoran el amplio antejardín cerrado.
Evidenció que un terreno rectangular del lugar albergaba varios tomates y cebollas y un café de mediano porte. “Con las personas con discapacidad que asisten a la sede intentamos sembrar, pero nada creció; creo que teníamos mala mano”.
La profesional del área de la salud quería montar una huerta en la zona. Sin embargo, como ninguno tenía conocimientos sobre agricultura urbana, el proyecto quedó en el tintero durante algún tiempo.
A mediados de este año, una trabajadora de la sede del barrio Cundinamarca se comunicó con el Jardín Botánico de Bogotá (JBB) para que les ayudara a montar un jardín de plantas ornamentales con la ayuda de los adultos mayores en situación de calle.
“Cuando el jardín quedó listo, hicimos un intercambio intergeneracional. Las personas de Cundinamarca visitaron nuestra sede del Quiroga y nos ayudaron a mejorar las zonas ajardinadas que tenemos”.
Eliana le pidió a la trabajadora de la otra sede que consiguiera un contacto del JBB en la localidad de Rafael Uribe Uribe para recibir asesoría en agricultura urbana. A los pocos días la contactó la técnica Alma Melo para cuadrar una visita técnica.
“Cuando Alma entró al antejardín, solo con el olor supo que en esa zona rectangular había cebolla. Nos dijo que el objetivo era montar de nuevo la huerta con nueva tierra y plántulas de diferentes variedades”.
Según Alma, la futura huerta requería de un cerramiento. En este barrio del sur de la ciudad hay una alta población de gatos, animales que afectan con sus orines y excrementos los cultivos y otras coberturas vegetales.
“Les recomendé comprar una malla, varios palos de madera y un techo para cerrar toda la huerta. El JBB les daría 30 bultos de tierra abonada y varias plántulas de tomate, lechuga, acelga, rábano y cilantro”.
Nuevos huerteros
Cuando la fundación gestionó todo el material para el cerramiento, la técnica del JBB volvió a visitar la sede del Quiroga para empezar con el montaje de la huerta. Las cinco personas con discapacidad serían sus manos amigas.
Miguel, Ramón, Jenny, Pedro y Roberto ayudaron a aplicar la tierra abonada y darle forma a varios surcos. Con la asesoría de Alma y un operario del Jardín Botánico, sembraron las primeras hortalizas en el terreno rectangular.
Los nuevos huerteros también participaron en el montaje del cerramiento, tarea que estuvo a cargo de una persona contratada por la fundación. “La zona pasó de un jardín desordenado a una huerta con buena proyección para el futuro”, anotó Alma.
Eliana aseguró que la huerta Construyendo Futuro se convirtió en un espacio terapéutico para las personas con discapacidad. Todos los días le hacen seguimiento a las plantas que sembraron y se encargan de actividades como el riego y el deshierbe.
“Tener a cargo el cuidado de las plantas es un proceso maravilloso para ellos. Se entretienen mucho regando, sacando semillas, cosechando y deshierbando; la huerta se convirtió en un nuevo proyecto”.
Las cinco personas con discapacidad ahora dividen su tiempo en la sede del Quiroga entre la elaboración de las figuras de gatos y el cuidado de la huerta. Miguel, quien tiene problemas mentales, es uno de los más activos en este terreno agroecológico.
“Miguelito vive solo con su hermana, quien también tiene una discapacidad. Debido a su condición, él siempre debe permanecer ocupado y por eso la huerta se ha convertido en su zona más frecuentada”, precisó Eliana.
Ramón es el único que vive en esta casa del barrio Quiroga Central. Es un venezolano que hace seis años sufrió un accidente y perdió una pierna. La fundación lo acogió y se encarga de estar pendiente de la sede y la huerta.
“En las mañanas vende dulces en un semáforo del barrio y en las tardes participa en las diferentes actividades que hacemos en la sede. Él no tiene familia en Colombia y por eso lo recibimos con los brazos abiertos”.
Pedro, sobreviviente de cáncer con discapacidad cognitiva, está en la fundación desde sus inicios. Se encarga de cuidar a su tío, que está en silla de ruedas. “Ellos dos nos ayudan mucho en la sede. Por ejemplo, su tío nos llamó a un soldador cuando nos robaron una reja”.
Jenny tiene secuela de parálisis cerebral y ama sembrar en la huerta. Es una mujer muy inteligente que logró estudiar todas las materias de un técnico de enfermería. “No la dejaron graduarse por su discapacidad; acá la capacitamos para que pueda vender sus manualidades”.
Roberto vive en Bosa y cada vez que llega a la sede, ingresa a la huerta para ver cómo están sus plantas. “Es el que más se demora en llegar a la casa. Tiene una ruta fija y si se desvía, se desorienta”.
Futuro emprendimiento
El Jardín Botánico le seguirá brindando asesoría e insumos a la fundación para que mejore cada vez más la huerta. Durante el primer trimestre del próximo año, llevará nuevas plántulas para que aumenten la variedad de especies.
“Este proceso es muy especial porque es para el bienestar de las personas con discapacidad. Una huerta va mucho más allá del tema alimenticio; su poder terapéutico es impresionante”, indicó Alma.
Eliana quiere decorar el cerramiento de la huerta y hacer un mural en una de las fachadas de la casa. “Creo que debe tener varias hortalizas y figuras de los gatos de nuestro emprendimiento. También nos falta instalar el techo en la huerta”.
Además de ser un espacio terapéutico, la huerta Construyendo Futuro se proyecta como un nuevo emprendimiento. El objetivo es que las personas con discapacidad reciban recursos económicos con la venta de las hortalizas.
“También queremos vender suculentas en pequeñas latas que ellos mismos van a decorar. El ideal es que las personas que vienen a nuestra sede tengan más ingresos para llevar a sus casas”, manifestó Eliana.