• Un edificio esquinero en ruinas del barrio Santa Fe fue durante décadas uno de los principales expendios de droga del centro de la ciudad.
  • Luego de demoler la edificación de cuatro pisos, el Distrito recuperó la zona y montó una huerta comunitaria de 93,5 metros cuadrados y siete cajones de madera.
  • La Casa LGBTI Diana Navarro se encargará de custodiar este terreno, un sitio donde la comunidad puede sembrar y cosechar hortalizas y plantas medicinales.
  • Esta es la cuarta antigua olla de microtráfico de Los Mártires que se transforma en una huerta agroecológica.

“Los golpes de la vida me convirtieron en una mujer de pocas palabras. Puedo contar con una mano las personas que conocen mi historia”, dice María Ruby Huesos, una morena alta y delgada que cubre su afro bajo un turbante negro con flores rosadas y rojas estampadas.

Mientras camina por los recovecos bulliciosos y transitados del barrio Santa Fe, un sector de la localidad de Los Mártires que en el pasado fue habitado por personas acaudaladas, las reminiscencias del pasado le aflojan un poco la lengua.

“Llegué al Santa Fe hace más de 20 años atraída por el desorden. Para nadie es un secreto que es una zona donde la drogadicción y la prostitución mandan la parada; hay gente que ni siquiera se arriesga a caminar por acá”.

María Ruby se detiene en una de las esquinas de la calle 21 con carrera 14b, donde decenas de trabajadoras sexuales madrugan para ganarse la vida. Fija su mirada en un predio que durante décadas fue uno de los mayores expendios de droga del centro de la ciudad. 

“Acá había un edificio en ruinas de cuatro pisos donde funcionaba una olla de microtráfico. Nadie se imagina lo que pasaba en su interior; yo consumía bazuco e incluso llegué a vender mi cuerpo en ese lugar”.

Hace aproximadamente dos años, la antigua edificación, manejada y administrada por los expendedores, fue demolida. El predio pasó a ser objeto de extinción de dominio por parte de la Sociedad de Activos Especiales (SAE).

“Fue la mejor decisión que pudieron tomar. En todos los escombros que sacaron dejé los recuerdos amargos de una vida que jamás volvería a repetir. Ahora soy una nueva mujer que ama sembrar”, asegura María Ruby con un acento muy similar al de las mulatas del Pacífico. 

Astromelia Servén, una venezolana que lleva cinco años en la zona, coincide con la espigada morena. “Ese edificio era un sitio de la perdición donde solo había malandros. No se podía ni caminar cerca por los olores nauseabundos”.

Una de sus hijas, que tiene una tienda al frente de la antigua olla, fue testigo de la recuperación del espacio. “Desde que demolieron ese esperpento, la gente transita con más tranquilidad. Mi hija me comentó que las ventas de su negocio aumentaron”.

Aunque lleva dos décadas viviendo en el barrio Santa Fe, Orsaín Muñoz, uno de los líderes sociales más conocidos del sector, no se atrevía a caminar por la calle 21 con carrera 14b. 

“Sabía que nada me iba a pasar por mi trabajo como líder, pero me daba mucha impresión ver todo lo que se movía en los alrededores de esa edificación. Con su demolición, todo empezó a cambiar”.

Renace con una huerta

Los habitantes de esta zona del barrio Santa Fe tenían un sueño en común: que el predio se transformara en una huerta comunitaria agroecológica, como sucedió con otros antiguos expendios de droga de la localidad de Los Mártires.

“Una huerta es la mejor manera de recuperar el espacio. Además de darnos alimentos sanos y servirnos como terapia, estos terrenos reverdecen las zonas gobernadas por la selva de cemento, como es el caso de nuestro barrio”, mencionó María Ruby.

A través del plan de recuperación del centro de Bogotá emprendido por la Alcaldía Mayor, en 2021 empezó la transformación de las principales ollas de microtráfico de Los Mártires, una localidad donde el verde escasea.

Según Catalina Santos, coordinadora de agricultura urbana del Jardín Botánico de Bogotá (JBB) en esta localidad, el primer paso fueron varias mesas interinstitucionales para definir los sitios y las futuras intervenciones.

“La unión de varias entidades del Distrito logró consolidar tres huertas comunitarias en terrenos que antes fueron sitios de expendio y venta de drogas: La Favorita, La Fortaleza y el Centro Amar”.

Este trabajo interinstitucional contó con la participación de la Secretaría de Seguridad, la Alcaldía Local de Los Mártires, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, la UAESP, la Unidad de Mantenimiento Vial, el IDIPRON y el Jardín Botánico.

Este año el turno fue para el antiguo edificio de la calle 21 con carrera 14b, un terreno de 93,5 metros cuadrados que ya estaba listo para recibir hortalizas y plantas medicinales y aromáticas libres de químicos.

“Sin embargo, antes de montar la huerta era necesario encerrar el predio para evitar futuras afectaciones. La Alcaldía Local de Los Mártires gestionó recursos para el cerramiento”, informó la profesional del JBB.

En este predio, al igual que en las otras tres antiguas ollas de microtráfico de Los Mártires, no se podía sembrar directamente en el suelo por la alta proliferación de escombros y materiales de la construcción.

“Luego de inspeccionar la zona propusimos elaborar siete cajones de madera, cada uno de 3 por 2,5 metros. Estas estructuras cuadradas serían rellenadas con tierra abonada apta para el desarrollo de las plantas”, anotó Santos.

El Jardín Botánico se encargó de suministrar todos estos insumos, al igual que las miles de plántulas que necesitaba la huerta para reverdecer, como lechugas, coliflor, tomate, acelga, remolacha, rúgula y repollo verde y morado.

El Distrito escogió La Fortaleza II como nombre provisional de la huerta. La Alcaldía Local convocó a varios jóvenes para pintar las paredes con un mural que dice: “Los Mártires: diverso, seguro y sin discriminación”.

Lanzamiento por lo alto

María Ruby fue testigo del cambio extremo del predio que tanto le genera desasosiego: de una olla de microtráfico gobernada por la suciedad y la delincuencia a un terruño agroecológico lleno de verde.

“Lo que más me tenía entusiasmada era sembrar en esta huerta, así como lo hago en las otras tres de Los Mártires. Varios habitantes del sector hicimos el curso básico de agricultura urbana del JBB y por eso ya tenemos conocimientos suficientes para hacerlo bien”.

El pasado 22 de noviembre, día en el que se haría la presentación oficial de la huerta La Fortaleza II, la morena fue una de las primeras en llegar. Tenía puesto su turbante colorido, aretes largos, una chaqueta rosada y un pantalón negro que parecía de cuero.

“Lo primero que hice fue preguntar si íbamos a poder sembrar. Isaac Delgado y Laura Arciniegas, profesionales del JBB que nos enseñaron sobre agricultura urbana, me contestaron que había dos cajones listos para recibir las nuevas plántulas”.

José Cárdenas, un campesino boyacense del municipio de Santa María, se encargó de rociar las plántulas ya sembradas en los cajones de madera, un trabajo que realiza tres días a la semana en la huerta La Fortaleza.

“Yo vivo en Usme, pero vendo materia prima plástica en este sector del centro de la ciudad. Desde que conocí la huerta La Fortaleza quise participar en su cuidado y ahora soy su guardián. Espero hacer lo mismo en La Fortaleza II”.

A las 10 de la mañana, más de 200 personas, entre niños, niñas, jóvenes, adultos mayores, la comunidad LGBTI de la Casa Diana Navarro, habitantes de la zona y funcionarios del Distrito, se dieron cita en La Fortaleza II para participar en varias actividades culturales y ambientales.

Los pequeños del Centro Amar y la Fundación Bosconia recibieron varios talleres ambientales. En cartulinas blancas dibujaron la huerta y escribieron los nombres que les gustaría para este terruño agroecológico.

“La huerta de la naturaleza y la magia”; “La huerta mágica”; “La huerta de los niños y adolescentes”; “El jardín de la imaginación”; “La huerta colorida”; y “La huerta del buen trato”; fueron algunas de sus propuestas.

El evento continuó con los bailes típicos del grupo de adultas mayores Pachamama; un sketch sobre hábitos saludables de la organización ‘Cuidarte: Cuidamos a través del arte’; y una danza urbana de los jóvenes de la Fundación Bosconia.

Juan Rachif Cabarcas, alcalde local de Los Mártires, tomó el micrófono y aseguró que la nueva una huerta es el fruto de la recuperación de una zona que fue gobernada por la delincuencia y la drogadicción.

“Este lugar fue demolido y hoy reverdeció con las plantas características de las huertas. Este sitio es una muestra de la transformación y el tejido social, un espacio que estará abierto para los niños, niñas, jóvenes y habitantes del sector que quieran sembrar”.

La Casa LGBTI Diana Navarro, ubicada al frente de la antigua olla de microtráfico, fue una de las protagonistas del evento. La razón: será uno de los custodios de la nueva huerta de Los Mártires y se encargará del ingreso de la comunidad.

Catalina Santos, coordinadora de agricultura urbana del JBB, le entregó las llaves de la huerta a Alexa Meza, coordinadora de esta casa LGBTI. “Hoy te hacemos entrega de una pequeña parte del Jardín Botánico para que nos ayudes a cuidarla con el apoyo de la comunidad”.

Meza, bastante emocionada por ser la custodia de la huerta, afirmó que este espacio permitirá transformar el sector. “Será un lugar donde los niños, jóvenes, adultos mayores y la comunidad LGBTI podrán sembrar y conectarse con la naturaleza”.

Terminadas las intervenciones protocolarias, los más de 200 participantes se untaron de tierra abonada para ayudar a reverdecer los dos cajones de madera que faltaban. Los niños y niñas, liderados por los profesionales del JBB, fueron los más emocionados. 

Los jóvenes del IDIPRON se encargaron del cierre del lanzamiento. Con una muestra cultural de música urbana, se tomaron la esquina de la calle 21 con carrera 14b y pusieron a bailar y a cantar a los transeúntes.

Distrito Huertero

Los ojos negros de María Ruby se tornaron más expresivos al ver el nuevo rostro de una de las zonas del barrio donde lleva más de dos décadas de lucha. La morena asegura que el predio será testigo de su nueva vida.

“Ahora estoy dedicada a sembrar cebolla, tomate, papas y otros productos en las huertas de Los Mártires. Es increíble ver cómo este predio perdió ese olor a vicio y humo y reverdeció con las hortalizas que nos permiten hacer ensaladas y sancochos saludables”.

Para la coordinadora de agricultura urbana del JBB en Los Mártires, la transformación de las antiguas ollas de narcotráfico en huertas comunitarias es uno de los logros más importantes del Distrito.

“Son el resultado de un arduo trabajo mancomunado entre varias entidades distritales y la comunidad. Estas huertas se constituyen en nuevos espacios de apropiación para sembrar una nueva esperanza”.

La Favorita, La Fortaleza, Centro Amar y La Fortaleza II constituyen las cuatro huertas del Distrito Huertero de la localidad de Los Mártires, una estrategia que busca sembrar la semilla de la agricultura urbana en la comunidad.

“Estas huertas son nuevos espacios de encuentro donde los niños, jóvenes y adultos pueden disfrutar y aprender. El tejido comunitario y el intercambio de saberes son una parte muy importante de la agricultura urbana”, concluyó Santos.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá