• Las preparaciones botánicas fueron las protagonistas de este encuentro con el campo liderado por la Facultad de Ciencias Agrarias.
  • Claudia Veloza, profesional del equipo de agricultura urbana del Jardín Botánico de Bogotá, realizó un taller de bálsamos labiales con plantas de la huerta.
  • Seis emprendedores y huerteros de los Mercados Campesinos Agroecológicos de la entidad, ofrecieron sus productos saludables.

Las paredes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, una edificación con 62 años de vida, les rinden un homenaje al campo, la siembra y la biodiversidad del país.

Uno de sus murales más icónicos es un mapa del territorio nacional con el río Grande de la Magdalena rodeado por figuras de campesinos, indígenas y afros de las regiones Caribe, Pacífico, Orinoquia, Amazonia y Andina.

Dibujos de maíces, zanahorias, papas, rábanos, girasoles, colibríes y frailejones le dan color al blanco inmaculado de la fachada de esta facultad que busca preservar, asimilar, desarrollar y comunicar el conocimiento agronómico universal.

Mónica Carlos, una trabajadora del campo y activista de las minas de sal de Nemocón que fue ejecutada en 1781, también es homenajeada en este edificio con una de sus frases. “Sal de la vida, sazona los presagios de Nemequene, que este pueblo está muy vivo y las minas no son tumbas”.

Cada mes, la facultad abre sus puertas a los habitantes de Bogotá para que conozcan varios emprendimientos campesinos y participen en talleres académicos y culturales que giran en torno de la agroalimentación.

Se trata de la feria agroalimentaria, un encuentro con el campo organizado por los proyectos Aula Viva Saber y Vida y el Jardín Medicinal Interior de la Universidad Nacional y los grupos de investigación TERRAS y AGRAS.

Durante esta actividad que tiene como epicentro la plazoleta de la antigua edificación, los estudiantes, docentes y visitantes disfrutan de muestras musicales y artísticas y compran alimentos agroecológicos y productos artesanales. 

En la feria agroalimentaria de este mes, realizada el pasado miércoles 7 de mayo, el Jardín Botánico de Bogotá (JBB) brilló a través de su equipo de agricultura urbana y periurbana, un programa que ya suma 21 años.

Suyapa Barón, coordinadora de la estrategia de Mercados Campesinos Agroecológicos del JBB, llevó a la feria a seis emprendedores y huerteros que han logrado consolidar sus negocios verdes con el apoyo de la entidad.

“Estos huerteros ofrecieron una gran variedad de productos agroecológicos, saludables y novedosos, como hortalizas de las huertas, mermeladas, antipastos, aceites y jabones naturales, plantas carnívoras y pines y aretes con las figuras de la biodiversidad colombiana”.

Martha Orobajó, indígena muisca del cabildo de Bosa, vendió las hortalizas, frutales y plantas medicinales que siembra en 13 huertas comunitarias. Gladys Duarte, líder de la huerta Monterrey en Kennedy, deleitó a los visitantes con su lechuga con sabor a limón.

‘La mata que mata’, emprendimiento de Edwin Rodríguez, biólogo de la Universidad Nacional, fue uno de los más visitados. Decenas de plantas carnívoras con diversas formas, tamaños y colores, llamaron la atención de los ciudadanos.

Lo mismo ocurrió con Sustrato Artesanal, aretes, pines, agendas, stickers y postales que Leidy Marcela Ruiz y Marco Salazar, licenciados en biología, hacen con material reciclado representando las figuras del jaguar, manatí, chucha, alondra cornuda, guacamaya y perezoso.

También participaron ‘Tentaciones a Besos’, mermeladas, tortas y antipastos elaborados por Ángela Silva, una huertera de Rafael Uribe Uribe; y Marisol Quiroga, líder de la huerta Armenia de Teusaquillo con sus productos cosméticos y de aromaterapia. 

“Mostrar sus productos en la Universidad Nacional fue una experiencia maravillosa para nuestros emprendedores y huerteros. Además de vender, hicieron nuevos contactos y conocieron otras experiencias agroecológicas”, informó Barón.

¡A transformar la caléndula!

Para la feria agroalimentaria de mayo, la Facultad de Ciencias Agrarias escogió como tema principal las preparaciones botánicas, es decir la transformación de especies de plantas en productos saludables y novedosos.

El objetivo era que los estudiantes, docentes y visitantes conocieran cómo pueden transformar los tesoros medicinales y aromáticos de las huertas. Por esta razón, la Universidad Nacional invitó a Claudia Veloza, ingeniera agrónoma del equipo de agricultura urbana del Jardín Botánico.

La líder del tema de transformación de la entidad preparó un taller de bálsamos labiales con la caléndula, una de las plantas medicinales insignias de las huertas y que tiene muchas propiedades que la mayoría de ciudadanos desconoce.

Cerca de 15 personas se dieron cita en el auditorio de la facultad para aprender sobre el arte de la transformación. Claudia inició el taller con una frase que resume su trabajo. “Lo que no nos comemos en las huertas, lo podemos transformar y luego untar”.

La charla continuó con conceptos técnicos como los metabolismos primarios y secundarios y algunos factores que influyen en la cosecha: partes de la planta, hora de recolección, fenología, clima y las fases lunares.

Una diapositiva con las fases de la Luna sorprendió a los participantes. Claudia explicó que cada una influye en el crecimiento de las plantas. “Por ejemplo, en luna llena el flujo de la savia asciende y se concentra en las ramas, hojas, frutas y flores”.

Según la ingeniera agrónoma, uno de los aspectos más fundamentales en el tema de la transformación es el deshidratado de las plantas medicinales, un secado que debe ser en sombra, aireado, sin humedad y con una temperatura menor a los 40 grados centígrados.

“El deshidratado preserva los componentes naturales de las plantas; evita los microorganismos y la degradación por enzimas; y reduce la oxidación. Esta técnica es sencilla y la podemos hacer en nuestras casas”.

Luego de la charla técnica, llegó el turno de la caléndula (Calendula officinalis), una planta que arroja flores amarillas y naranjas. Claudia explicó detenidamente las propiedades de este tesoro huertero que beneficia la salud.

“Es antioxidante, antibacteriana y antiinflamatoria. Los ungüentos de la caléndula son benditos para la piel: reducen la inflamación y el enrojecimiento; hidratan y suavizan; brindan elasticidad y firmeza; y mitigan el acné”.

La profesional del JBB ha experimentado con la caléndula para elaborar bálsamos labiales, pomadas y productos para después del sol. “Hoy vamos a profundizar en la técnica de los bálsamos, una mezcla entre mantecas, aceites, ceras y plantas dulces”.

Los alumnos anotaron en sus celulares el paso a paso del macerado de caléndula: preparar las flores (limpias y secas); llenar el frasco con ellas; agregar aceite; macerar; dejar la mezcla en reposo en un lugar oscuro durante cuatro semanas; colar el aceite; y almacenar la mezcla.

“Para los bálsamos labiales podemos utilizar cera de abeja, que retiene la humedad y crea una barrera protectora; manteca natural, que hidrata y protege la piel; y el macerado, que depende de las propiedades de la planta utilizada”.

Cuatro ingredientes son los protagonistas en este producto: el macerado de caléndula (20%), cera de abeja (30%), manteca de cacao (40%) y aceite esencial (10%); según Veloza, este último es opcional.

La preparación consta de cinco pasos: derretir la cera de abeja para formar la base; agregar la manteca de cacao hasta que ambas se fundan; incorporar el macerado o aceite de caléndula; añadir aceites esenciales; y verter en un envase.

Los cerca de 15 participantes del taller tuvieron la oportunidad de ver a Claudia en acción preparando los bálsamos labiales. Durante aproximadamente media hora, aprendieron detalladamente la técnica.

“La armonía entre cuerpo, mente y espíritu es el baile perfecto que revela nuestra belleza a través de las plantas medicinales de nuestras huertas”. Con esta frase, Claudia terminó su taller en la feria agroalimentaria de la Universidad Nacional.

Antes de ir a probar algunos de los productos saludables de la feria, la profesional del JBB les recordó a los asistentes que los talleres de transformados de la agricultura urbana, al igual que los de gastrobotánica, son gratuitos.

“Solo se requiere de un cupo mínimo de 15 personas, que alguna tenga una huerta y suministren los materiales. Pueden enviar la solicitud al correo agriculturaurbana@jbb.gov.co informando el número de personas y la dirección donde se realizaría el taller”.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá