• Arcelly Padilla y varios jóvenes le dieron vida a una próspera huerta comunitaria en el barrio Suba Compartir.
  • Se trata de La Huertería, un proyecto comunitario donde niños, jóvenes, adultos mayores e indígenas siembran de una manera agroecológica una gran variedad de hortalizas, frutales y plantas medicinales.
  • En este terruño rodeado por flores de varios colores se realizan actividades relacionadas con la educación ambiental, compostaje y recuperación de las semillas nativas.

Fotos: cortesía Arcelly Padilla.

Arcelly Padilla, habitante de uno de los conjuntos del barrio Suba Compartir, lideró lo que muchos consideran como imposible: darle vida a una huerta próspera en un espacio que se había visto afectado por los escombros y basura.

“Antes de la pandemia del coronavirus, con varios vecinos empezamos a trabajar en este proceso. Yo soy una mujer que ama las plantas y tengo conocimientos sobre la siembra y cosecha, así que me puse feliz”.

El extenso terreno fue dividido en varias zonas para que cada persona pudiera montar su huerta. El objetivo común era consolidar un tipo de circuito huertero para obtener alimentos sanos y generar procesos comunitarios

La llegada del covid-19 no fue un impedimento para que siguieran trabajando por su sueño común. “Pasó todo lo contrario. En esos meses críticos de la pandemia, llegó más gente al sitio para participar”, recuerda la huertera.

Según Arcelly, la gente estaba muy estresada por el encierro de las cuarentenas y algunas personas no tenían qué comer por la crisis económica que desató la pandemia. “Les abrí las puertas de mi huerta para que sembráramos juntos”.

En esa época llegó un grupo de jóvenes de un colectivo dedicado a hacer actividades sociales y ambientales en la localidad. “Ellos nos ayudaron mucho a darles forma a las huertas de la zona porque saben bastante de agricultura urbana”.

Jefferson Martín fue uno de los jóvenes que empezó a trabajar de la mano de Arcelly. “Hemos trabajado con varios grupos indígenas y organizaciones campesinas. Nuestro objetivo siempre ha sido sembrar paz”.

Con las nuevas manos amigas, la huertera convirtió su terruño en una explosión de verde representada en diversas especies comestibles, medicinales y ornamentales. Su huerta es agroecológica porque no utiliza ningún tipo de químico.

“Lo primero que sembré fue un papayuelo, un tesoro que hoy en día está grande y hermoso. También tengo tabaco, calabaza, pepino, mata de cachaco, tallo, acelga, repollo, lechuga, mora, tomate de árbol, uchuva, perejil, pimentón, apio, guatila, limoncillo, hierbabuena, cidrón, caléndula y muchas especies más”.

A formalizar la actividad

La comunidad acordó nombrar su proyecto agroecológico como La Huertería, un trabajo comunitario conformado por todas las huertas que varios habitantes de Suba Compartir lograron consolidar en el desaparecido botadero.

En esa época, los huerteros se enteraron que debían formalizar su actividad de agricultura urbana ante el Jardín Botánico de Bogotá (JBB). La razón: estaban ubicados en una zona del espacio público que es administrada por el IDU.

“Debíamos cumplir con los requisitos del protocolo agricultura urbana y periurbana agroecológica en espacio público y por eso participamos en varios espacios de socialización liderados por el JBB y la Alcaldía de Suba”, anotó Arcelly.

Los jóvenes del grupo comunitario se ofrecieron a ayudar con todos los trámites del protocolo. “Los chicos nos ayudaron mucho. A los adultos mayores se nos dificulta manejar todo ese papeleo”, complementó la huertera.

Los agricultores mayores y los jóvenes participaron activamente durante todo el proceso del protocolo, como en las visitas del JBB y el IDU para evaluar los criterios ambientales y corroborar que se trataba de una iniciativa comunitaria.   

A finales de 2021, la felicidad se apoderó de La Huertería: el IDU aprobó el protocolo y dio luz verde para que la comunidad siguiera realizando las actividades agroecológicas en el predio lineal.

Fotos: cortesía Arcelly Padilla.

Sin embargo, la buena nueva empezó a desvanecerse por conflictos internos en el grupo. Como no lograron llegar a un acuerdo, tomaron la decisión de trabajar de manera independiente en cada una de sus huertas.

“Mi huerta, donde he trabajado con jóvenes como Jefferson, quedó como La Huertería. Una de las vecinas les cerró las puertas a estos muchachos y por eso se presentaron los conflictos; eso me molestó mucho porque este es un espacio para todos”, aseguró Arcelly.

Puertas abiertas

La Huertería, liderada por Arcelly con la ayuda de los jóvenes, es una huerta de puertas abiertas para la comunidad. En este terruño agroecológico participan todas las generaciones y está dedicado a la construcción del tejido social.

“Es un proyecto comunitario porque acá puede venir cualquier persona que ame sembrar. Participan diferentes tipos de población, como indígenas y personas desplazadas del territorio de Suba”, manifestó Jefferson.

Según Arcelly, las cosechas se reparten entre las personas que participan en la huerta. Sin embargo, afirma que cada vez que alguien le pide una hortaliza, fruta o planta medicinal, ella con mucho gusto se las regala. 

Foto: cortesía Arcelly Padilla.

“Siempre me ha gustado mucho hacer obras sociales. Por eso, los regalos que da la huerta son para el que lo necesite. La venta de los productos no es uno de nuestros objetivos; queremos ayudar”.

Así lo hace con los indígenas embera que ingresan constantemente a la huerta. “Me llamó mucho la atención que les gusta recoger los cogollos de la guatila. Me explicaron que para ellos es un alimento esencial y no pueden vivir sin consumirlo”.

El corazón se le partió cuando una de las indígenas le suplicó que le regalara uno de los cogollos. “Ella se levantó la blusa y me mostró que estaba embarazada. Le regalé varias guatilas y ella me dijo que sirve para hacer sudados, sopas y hasta huevos pericos”.

Con el aval del IDU, La Huertería recibe una constante asesoría técnica y acompañamiento por parte de los profesionales del Jardín Botánico. Según Jefferson, esto les ha permitido mejorar el proceso agroecológico.

“Este proyecto comunitario busca aumentar la biodiversidad, mejorar el suelo y darles hogar a los animales silvestres a través de prácticas agroecológicas. Estamos sembrando una gran variedad de semillas nativas”.

Además de sembrar y cosechar, en La Huertería se realizan actividades de educación ambiental con todas las generaciones. Sus participantes también hacen compostaje con los residuos orgánicos y captan el agua lluvia para el riego.

Foto: cortesía Arcelly Padilla.

“En esta huerta estamos sembrando y cosechando vida. Este proyecto comunitario genera muchos beneficios ambientales y sociales a este territorio de Suba ubicado en los antiguos linderos del humedal La Conejera”, precisó Jefferson.

Arcelly concluye que el aspecto verde y diverso de La Huertería, al igual que todos los procesos sociales, educativos, ambientales y ancestrales que realizan, son fruto del trabajo en equipo y el amor desbordado por la naturaleza.

“Cuando a uno le gusta y ama la naturaleza, el resultado siempre va a ser maravilloso. Invito a todos los habitantes de la ciudad a que conozcan y participen en este proyecto comunitario de puertas abiertas”.

Foto: cortesía Arcelly Padilla.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá