- La décima versión de los mercados campesinos agroecológicos del Jardín Botánico estuvo marcada por climas extremos, desde torrenciales aguaceros con granizo hasta solazos picantes.
- Los constantes cambios climáticos no fueron impedimento para que cientos de ciudadanos, armados con paraguas y capas plásticas, cumplieran su cita mensual con los huerteros y emprendedores de la capital.
- Los visitantes del mercado, realizado el pasado fin de semana, salieron con sus canastos y talegos ecológicos llenos de las hortalizas de las huertas urbanas y los productos ecológicos de las ‘Mujeres que reverdecen’.
Desde la noche anterior, mientras armada paquetes de apio orgánico, rúgula, ruda, hierbabuena, toronjil y tallos, plantas que saca de una huerta que tiene en su casa, María Dolores Salazar, más conocida como Lolita, presentía que iba a ser un día lluvioso.
“El frío estaba más intenso de lo normal y la luna permanecía oculta por un nubarrón que cubría todo el cielo del sur de Bogotá. Les prendí varias velas a los santos para que no enviaran a la lluvia, pero algo dentro de mí me decía que esta práctica de antaño no sería efectiva”.
Y así pasó. Cuando la alarma de su celular sonó a las cuatro de la mañana del pasado sábado 7 de mayo, Lolita escuchó el sonido de las gotas chocando contra los tejados. Luego se tomó una taza de café bien caliente y cargado para combatir el frío de la madrugada y despertó a su único hijo, Juan Felipe.
Luego de un baño de agua hirviendo, Juan Felipe la obligó a ponerse una chaqueta y pantalón de plástico azul, además de una bufanda y guantes de lana. “Mi hijo me dijo: mami, hoy va a llover todo el día, así que es mejor que se ponga este traje y no se lo vaya a quitar para que no coja un resfriado. Menos mal le hice caso”.
Lolita metió los paquetes de plantas medicinales y aromáticas en varias bolsas plásticas y su hijo las organizó en la moto, vehículo que los llevaría desde el barrio La Victoria, en la localidad de San Cristóbal, hasta el Jardín Botánico de Bogotá (JBB) para participar en la décima versión de los mercados campesinos agroecológicos.
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El recorrido en moto, de aproximadamente 16 kilómetros, estuvo pasado por agua. “Casi se nos caen los productos agroecológicos, por lo cual mi hijo le bajó la velocidad de la moto. A las siete de la mañana llegamos al JBB y el panorama era el mismo: una lluvia constante y sin intenciones de parar”.
La huertera organizó su mercancía verde en una de las 21 carpas blancas ubicadas en la plazoleta de la entrada principal del Jardín Botánico. También puso un afiche con los nombres de los productos que iba a vender, plantas que siembra y cosecha en la huerta casera que sus abuelos y padres hicieron hace décadas.
“Hoy no pude traer mis chimichurris porque la cosecha de perejil estuvo más bien escasa. Aunque la lluvia siempre disminuye la cantidad de clientes, tengo el presentimiento de que me va a ir muy bien en el mercado; estas plantas son muy sanas, ya que no les aplico ningún químico”.
Sábado: agua bendita
El primer día de la décima versión de los mercados campesinos agroecológicos del JBB estuvo pasada por agua y frío. Los cerros orientales permanecieron ocultos por una densa neblina y las gotas de lluvia fueron una constante durante todo el sábado.
Pero los avatares climáticos no desmotivaron a los más de 30 expositores que participaron en el tradicional encuentro con el campo, el cual reúne el primer fin de semana de cada mes a varios huerteros, emprendedores de negocios verdes, productores campesinos y algunas ‘Mujeres que reverdecen’.
Martha Orobajó, habitante del barrio Bosa La Paz y descendiente de los muiscas, llegó al JBB con decenas de lechugas, acelgas, pimentones, coliflores, repollos, zanahorias, zucchinis, brócolis, cilantro y berenjenas, las cuales siembra en tres huertas de la localidad.
“Estoy segura que la lluvia no será un impedimento para que los ciudadanos salgan de sus casas y vengan al mercado a comprar los productos sanos. Tenemos que agradecer por el agua que viene del cielo, ya que sin ella no podríamos sembrar ni cosechar en las huertas”.
Al frente de la carpa de Martha se hizo Alexandra Arias, una joven que con su mamá, María Isabel Orjuela, cultivan de una manera agroecológica desde hace más de cinco años en la huerta Micaela, ubicada en la localidad de Suba.
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“Siempre que venimos al mercado campesino, así llueva a cántaros o haga mucho sol, los ciudadanos nos compran todas las hortalizas y plantas medicinales. Por eso no nos asustan los cambios climáticos y estoy segura que esta ocasión no será la excepción para vender todo”.
Soley Durán, una morena nacida en Buenaventura hace 42 años, tuvo que coger taxi desde Ciudad Bolívar para participar por primera vez en el mercado campesino del JBB. Llegó vestida de amarillo y cargada con tres cajas de cartón donde guardó los 70 frascos de vinagretas que preparó en su casa con algunas plantas de las huertas.
“Soy una de las ‘Mujeres que reverdecen’ que estuvo vinculada voluntariamente al Jardín Botánico desde octubre del año pasado. Además de fortalecer varias huertas y parques del sur de la ciudad, monté mi propio emprendimiento de vinagretas naturales, el cual he mostrado en varias ferias locales”.
Esta madre de cuatro hijos admite que sintió susto al ver el grisáceo panorama del día sábado, pero sus temores se desvanecieron desde que organizó las vinagretas en una amplia mesa cubierta por un mantel de cuadros.
“A pesar de la lluvia, cientos de ciudadanos llegaron al mercado con sus sombrillas y capas plásticas para comprar los productos naturales. A todos los que se acercaron a mi puesto les di degustaciones de las vinagretas de cilantro, perejil, menta y cidrón, algunas con semillas de amaranto; gracias a Dios me compraron toda la mercancía”.
Saray y Yarinel Frías, dos hermanas venezolanas y ‘Mujeres que reverdecen’ de la localidad de Ciudad Bolívar, vendieron todos los champús sólidos que elaboran con plantas medicinales de las huertas.
“Estos champús tienen varias propiedades para el cabello, como sábila para hidratar, romero para evitar la caída y menta para el pelo normal. El día lluvioso no evitó que pudiéramos comercializar nuestros productos, lo cual demuestra que la ciudadanía está muy comprometida con ayudar a los expositores del mercado”.
La miel, propóleo y polen de abejas de Otilia Sanabria, productos que elabora con la materia prima que obtiene de un apiario que tiene en una huerta en la zona rural de la localidad de Usme, también se vendieron como pan caliente a pesar del día lluvioso y paramoso.
“Los resultados fueron muy positivos, tanto así que vendí más que en los pasados mercados campesinos, cuando el sol estuvo presente todo el tiempo. Es muy bonito ver que la ciudadanía nos está apoyando cada vez más y muchos comprenden lo duro que es el trabajo del campo”.
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Otros huerteros que salieron con una sonrisa en sus rostros después de la fría y lluviosa jornada sabatina fueron Saulo Benavides, campesino que elabora turrones con las semillas de amaranto y quinua; Gladys Zúñiga, que prepara especias condimentarias con las platas de su huerta; y Mirian Pérez, que siembra lechugas, rábanos y tomates.
El primer día de la décima versión de los mercados campesinos agroecológicos del JBB terminó como empezó: gobernado por el agua. Sin embargo, las 21 carpas quedaron desocupadas por la asistencia masiva de la ciudadanía.
“Todos los productos que se ofrecen en estos mercados son de muy buena calidad y precios accesibles. Así llueva o truene, se que el primer fin de semana de cada mes tengo una cita fija con los huerteros de la ciudad en el JBB, un evento donde siempre salgo feliz y satisfecha”, dijo Marina Laverde, habitante de Engativá que asistió con su paraguas y bolsas ecológicas.
Domingo: soleado y lluvioso
Sin rastros de una sola nube y con un sol en su máximo esplendor. Así inició la segunda jornada del mercado campesino agroecológico del pasado domingo 8 de mayo, fecha que coincidió con la celebración del Día de la Madre.
Los charcos que dejó el aguacero del sábado en el suelo enladrillado de la plazoleta principal del Jardín Botánico, poco a poco se fueron desvaneciendo por los rayos del sol, mientras que el cielo, sobrevolado por decenas de aves, estaba pintado totalmente de azul.
María Elsy Rivas, Alejandra Vivas, Yolanda Rodríguez y Dannis Sequeira, ‘Mujeres que reverdecen’ de la localidad de Bosa, fueron unas de las primeras expositoras que llegaron al mercado para mostrar sus aceites, ungüentos y jabones naturales.
“Nuestro emprendimiento se llama Rosemary Herbal Orgánica y son productos que elaboramos con las plantas aromáticas que sembramos en una huerta del mismo nombre que creamos en el centro de encuentro para la paz y la integración local de víctimas del conflicto armado de Bosa”.
Estas mujeres, todas madres solteras y algunas víctimas de la violencia, organizaron meticulosamente sus productos naturales y fueron llamando a los visitantes para que conocieran las propiedades medicinales.
“El aceite de ruda es bendito para curar los dolores de las articulaciones y el de caléndula sirve para todo, en especial para los problemas de la piel. Como es el Día de la Madre hicimos kids decorados para atraer a la clientela. El clima hoy está jugando a nuestro favor y en solo una hora de mercado vendimos varios productos”.
A su lado se hizo Tamar Arzolay, una venezolana que en el programa ‘Mujeres que reverdecen’ también creó su emprendimiento artesanal de jabones y esencias con las plantas de las huertas, llamado ‘Extractos de nativis’.
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“El romero, caléndula, menta, ruda y manzanilla los compro en las huertas que conocí en Ciudad Bolívar. Aunque he participado en varias ferias con mi emprendimiento, nunca había tenido una acogida tan grande como la de este mercado campesino, algo que me motiva más a continuar con mi negocio ambiental”.
Como ya es costumbre, Juan Calderón Pérez, habitante de la localidad de Engativá, llevó al mercado campesino sus jaleas cien por ciento naturales, las cuales hace con fresas, moras y feijoas que les compra a algunos agricultores urbanos de la capital.
“Mi hijo me ayudó a venderlas el sábado, un día de mucha lluvia que no afectó para nada las ventas. De las más de 70 jaleas que preparé, cerca de 50 se vendieron en esa jornada y las demás durante las primeras horas del domingo. Esto demuestra que mis productos gustan por su buen sabor y alta calidad”.
Guillermo Montoya, uno de los agricultores urbanos más antiguos de Bogotá, estuvo acompañado por un joven con discapacidad auditiva que lo ayuda en las huertas hidropónicas de la Plaza de los Artesanos, donde tiene hortalizas y hongos.
“En esta ocasión trajimos lechugas y varias clases de hongos, los cuales tienen nutrientes que pueden reemplazar el consumo de carne. No pude traer mis antipastos y ceviches, ya que todos los vendí el sábado lluvioso en el mercado de la Plaza de los Artesanos”.
Mauricio Mina deleitó a los visitantes del mercado campesino con varios productos del Pacífico, como empanadas de mariscos, cucas, cocadas, harina de plátano y bebidas ancestrales como crema de viche.
“Estuve los dos días del mercado y me fue muy bien. Así sea con lluvia o sol, la ciudadanía viene al Jardín Botánico porque sabe que va a encontrar productos buenos, saludables y a precios no tan elevados como los de las principales cadenas. A todos los expositores nos fue muy bien”.
Hacia las 11 de la mañana, un gran nubarrón se alzó en el cielo y los cerros orientales quedaron ocultos por la niebla. Los expositores sabían que se avecinaba una tormenta y se resguardaron en el interior de las 21 carpas.
El aguacero duró casi dos horas e incluso cayó granizo, tiempo en el que la plazoleta del JBB quedó vacía. Los visitantes se refugiaron en las carpas y en la entrada principal de la entidad y algunos compraron varios productos mientras escampaba.
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“Probé las cucas y cocadas del Pacífico, productos que me fascinaron y decidí llevarles a mis hijos. Ya he venido varias veces a los mercados campesinos y siempre quedo satisfecha, así llueva a borbotones como hoy”, aseguró María Trujillo, habitante de Suba que se refugió en la carpa de Mauricio Mina.
Al final de la jornada dominguera, los stands del mercado quedaron desocupados y los rostros de los expositores lucían sonrientes y satisfechos. “Muchos ciudadanos nos compraron los kids para regalárselos a sus mamás. Esta ha sido una de las experiencias más maravillosas que hemos vivido”, manifestaron las cuatro ‘Mujeres que reverdecen’ de Bosa.
Papas nativas y música tradicional
El sábado 7 de mayo, el equipo de la subdirección científica del Jardín Botánico, la Subred Sur y el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA) realizaron el primer festival de las papas nativas, evento cultural donde los ciudadanos conocieron algunos de los tubérculos que se cultivan en Colombia.
En una de las carpas del mercado campesino, el chef invitado Paulo Ramírez y profesionales del equipo de agricultura urbana de la subdirección científica del JBB ofrecieron degustaciones de platos elaborados con las papas nativas.
El festival, que estuvo pasado por agua, contó con varias charlas sobre estos tubérculos brindadas por Arye, antropólogo huitoto del equipo de interculturalidad del JBB; el taxónomo Andrés Orejuela; la lideresa muisca Azerah; y la experta del IDPYBA Mónica Baquero.
Andrea Moya y Fernando Díaz, una pareja de esposos que llevan cerca de 15 años sembrando en las huertas del parque temático en salud Chaquén, ubicado en Sumapaz, llevaron varias papas corneto, mientras que algunas campesinas de esta localidad recibieron un reconocimiento por su trabajo.
Junior Grisales fue el encargado de amenizar la jornada lluviosa con su música popular, mientras que la emisora Tropirumba transmitió en vivo desde el JBB y entrevistó a los huerteros, emprendedores, productores campesinos y ‘Mujeres que reverdecen’.
“Además de reunir a más de 30 productores, en la décima versión de los mercados campesinos hablamos de papas nativas, tuvimos presentaciones artísticas y varios representantes de la comunidad muisca nos enseñaron el valor ancestral de los tubérculos andinos”, concluyó Germán Darío Álvarez, subdirector técnico operativo del Jardín Botánico.