• Cerca de mil mujeres, la mayoría madres cabeza de familia y con edades que oscilan entre los 18 y 78 años, recibieron un diploma por las actividades ambientales que realizaron en las coberturas vegetales de Bogotá.
  • Desde octubre del año pasado, estas ciudadanas estuvieron vinculadas voluntariamente al Jardín Botánico a través del programa ‘Mujeres que reverdecen’, iniciativa donde fortalecieron varias huertas, jardines y el arbolado de la capital.
  • Algunas de ellas crearon sus propios emprendimientos ambientales con las plantas de las huertas, como vinagretas, adobos, arepas, tortas, jabones, aceites y productos de belleza .
  • Crónica de una graduación donde el empoderamiento femenino, el compañerismo y los sentimientos a flor de piel, fueron los protagonistas.
Mujeres que reverdecen

Cerca de mil mujeres recibieron un diploma por reverdecer la capital del país.

Fueron dos días atípicos y fuera de lo común en el Jardín Botánico de Bogotá (JBB), uno de los pulmones de la capital que los ciudadanos visitan a diario vestidos con sudaderas, camisetas, tenis y cachuchas para dar largas caminatas por las zonas boscosas y escuchar el canto melódico de las aves.

Hacia las ocho de la mañana del martes 10 y jueves 12 de mayo, cientos de mujeres llegaron a la entrada principal de la entidad exhibiendo sus mejores pintas, como trajes de noche largos y decorados con lentejuelas, minifaldas coquetas, sastres y pantalones elegantes, abrigos popochos y blusas transparentes y brillantes.

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Sus rostros estaban perfectamente maquillados con labiales de tonos encendidos, rubores rojizos y sombras oscuras que les hacían lucir los ojos más expresivos. Sus peinados revelaban que pasaron varias horas en la peluquería y el aroma de sus perfumes se mezclaba con el aire fresco.

Mujeres que reverdecen

Las ‘Mujeres que reverdecen’ del JBB se pusieron sus mejores pintas para su clausura de grado.

Los tacones puntilla, las medias veladas, las uñas pintadas y los bolsos de cuero fueron el común denominador.  Los visitantes del JBB, dispuestos a mojarse o embarrarse debido a las constantes lluvias que gobiernan la capital, las observaban sorprendidos y curiosos por la elegancia de sus vestimentas.

Algunas mujeres de las localidades del sur de la ciudad pusieron fin a la curiosidad de los transeúntes cuando sacaron de sus bolsos unos birretes negros de tela y cartón, los cuales pusieron en sus cabezas con mucho cuidado para no dañar el peinado. Otras tenían en sus manos bastones escarchados con las palabras ‘Prom 2022’.

“Se van a graduar”, se les escuchaba rumorar a los turistas nacionales. Varios profesionales del JBB, también vestidos con trajes serios ocultos bajo las chaquetas y chalecos verdes institucionales, las organizaron alfabéticamente por la primera letra de sus apellidos y formaron largas filas indias.

Mujeres que reverdecen

La elegancia fue el común denominador en la graduación de las ‘Mujeres que reverdecen’.

Las manos les temblaban y sus ojos evidenciaban una mezcla de sentimientos que iban desde la felicidad extrema hasta una nostalgia profunda. Y no era para menos, algunas nunca habían recibido un solo diploma en toda su vida.

Mujeres pioneras

Las emperifolladas y perfumadas mujeres, 930 en total y con edades que oscilan entre los 18 y 78 años, fueron ingresando por grupos al auditorio del Jardín Botánico, donde las directivas de la entidad las esperaban con los brazos abiertos.

Antes de entrar, sus rostros se iluminaron al ver un afiche rectangular ubicado en una de las paredes del pasillo: “Ceremonia de clausura de las ‘Mujeres que reverdecen’: ¡Felicitaciones!”, decía el impreso.

Mujeres que reverdecen

Desde octubre del año pasado. cerca de mil mujeres reverdecieron varias zonas de Bogotá.

Estas ciudadanas estuvieron vinculadas voluntariamente al JBB desde octubre del año pasado, cuando ingresaron al programa ‘Mujeres que reverdecen’ y se formaron en actividades ambientales como el fortalecimiento de las huertas, arbolado y jardinería.

Luego de sentarse en las sillas y conversar con sus compañeras durante algunos minutos, el recinto quedó en silencio cuando la directora del Jardín Botánico, Martha Liliana Perdomo, subió al atril para dirigirse al público totalmente femenino.

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“No se imaginan lo emocionada que estoy al verlas hoy tan hermosas, elegantes y con sus birretes. Observo sus rostros llenos de esperanza y alegría por la satisfacción de haber logrado reverdecer varias zonas de la ciudad con su esfuerzo y dedicación”, dijo Perdomo.

Mujeres que reverdecen

Algunas de estas mujeres nunca habían recibido un diploma en toda su vida.

Estas palabras causaron una algarabía repleta de aplausos y silbidos en el auditorio. Los ojos de muchas mujeres se tornaron cristalinos y algunas no pudieron contener las lágrimas al recordar sus vivencias en el programa, que duró más de seis meses.

“Ustedes son unas mujeres maravillosas que le apostaron a que sí podían reverdecer la ciudad, aunque muchas desconocían las actividades ambientales. Algunas nunca había plantado un solo árbol, deshierbado o montado una huerta, mientras que para otras era complementar los conocimientos adquiridos en la infancia”, continuó Perdomo.

La tarea de estas ciudadanas como ‘Mujeres que reverdecen’ fue cuidar y fortalecer las coberturas vegetales de la ciudad por medio de la siembra y plantación en el espacio público, la producción de material vegetal y el fortalecimiento de las huertas urbanas.

Mujeres que reverdecen

Impecables. Así llegaron las ‘Mujeres que reverdecen’ a su graduación.

“Más allá de esas actividades, ustedes nos enseñaron que con tesón, disciplina, perseverancia y buen ánimo, se puede sacar adelante cualquier cosa. Infinitas gracias por confiar en nosotros y trabajar con buena voluntad en este proceso de formación de aprender haciendo”.

La mayoría de estas mujeres, 860 en total, son madres cabeza de familia que han sacado adelante a sus hijos y nietos, y algunas tienen a su cargo personas con alguna discapacidad. Por eso, decidieron asistir a la clausura de graduación acompañadas por sus retoños.

“Ustedes son unas mujeres guerreras, valientes y absolutamente valiosas que hoy terminan un proceso de formación, el cual nos ha dejado muchísimas enseñanzas; por ejemplo, que la gestión ambiental puede ser también una herramienta transformadora de los procesos de desarrollo social de nuestros conciudadanos”, apuntó la directora del JBB.

Mujeres que reverdecen

Gloria Jiménez asistió a la clausura de graduación con su hijo Juan Pablo.

Las 4.000 ‘Mujeres que reverdecen’ de Bogotá, cerca de 1.000 vinculadas voluntariamente al JBB y las demás a la Secretaría de Ambiente, son pioneras. En toda la historia de la capital jamás se había realizado un programa de tal magnitud para mejorar las coberturas vegetales con la participación de la ciudadanía.

“Esperamos que esta certificación les pueda servir para ingresar a apoyar proyectos en la ciudad que tengan que ver con el cuidado de la vida, el planeta y la madre naturaleza. Lleven muy en alto ser una mujer que reverdece y recuerden que el JBB siempre va a ser su casa, mujeres hermosas y luchadoras”, puntualizó Perdomo.

Mujeres que reverdecen

Los rostros de estas mujeres estuvieron llenos de sonrisas durante la graduación.

Buenas nuevas

Mientras escuchaban las palabras de la directora del JBB, las mujeres observaban detalladamente las vestimentas de sus compañeras. Pero no lo hacían para criticar o escoger a la mejor o peor vestida, sino porque no se habían visto tan bien arregladas.

Desde que comenzaron con los talleres, capacitaciones y prácticas ambientales, en octubre del año pasado, estas ciudadanas dejaron a un lado las faldas, tacones y maquillaje para utilizar un traje grueso de color verde, una gorra y botas de cuero.

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“Nunca había visto a mis compañeras tan arregladas y emperifolladas. Aunque nos vemos hermosas con cualquier traje, íbamos al trabajo de campo con las caras lavadas y cubiertas por protector solar, vistiendo siempre nuestros uniformes con el logo del JBB y la Alcaldía”, dijo Soley Durán, una morena y madre de cuatro hijos que reverdeció varias zonas de Ciudad Bolívar.

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Soley Durán montó su propio emprendimiento de vinagretas con las plantas de las huertas.

Los celulares de las mujeres siempre estuvieron listos para tomar fotografías y hacer videos de todos los momentos de su graduación, una jornada que todas calificaron como un hito en sus vidas.

Germán Darío Álvarez, subdirector técnico operativo del JBB y quien estuvo a cargo de los procesos administrativos y las actividades del día a día del equipo de ‘Mujeres que reverdecen’, hizo que las graduadas se pararan de sus sillas y causaran una explosión de aplausos.

“Hoy cerramos el primer ciclo de ‘Mujeres que reverdecen’, una iniciativa que arrojó un buen ejemplo de lo que debe ser un programa social y ambiental. Sin embargo, ya nos dieron la posibilidad de hablar de una segunda etapa y estamos a la espera de que se concrete la financiación”.

Mujeres que reverdecen

El JBB se vistió de gala durante dos días para graduar a las ‘Mujeres que reverdecen’.

Piedad Barrios, una madre cabeza de familia nacida en Armero que creó su emprendimiento de arepas con las semillas de amaranto y quinua, sonrió más de la cuenta con esta información. “Acá hemos reverdecido como mujeres y descubrimos que la edad no es un impedimento para hacer cosas exitosas. Cuando saquen la nueva convocatoria seré una de las primeras en inscribirme”.

Durante su intervención, Álvarez seguía generando algarabías y aplausos por parte de las mujeres, la cual estuvo llena de palabras cariñosas de agradecimiento. “Su buena actitud, capacidad de respuesta, energía y corazón nos irradiaron a todos. Ustedes promueven el amor por las plantas, la biodiversidad y la madre tierra, una madre como ustedes que nos cuida a diario”.

Aunque las actividades ambientales de estas mujeres culminaron a finales de abril, la pasada reubicación de los indígenas embera del Parque Nacional demostró que su compromiso con las coberturas vegetales de la ciudad es eterno.

Mujeres que reverdecen

Las graduadas seguirán con su compromiso ambiental en todas las localidades.

“El secretario de Gobierno nos pidió una cuadrilla de ‘Mujeres que reverdecen’ para comenzar con la restauración ecológica del Parque Nacional. Cerca de 50 de nuestras mujeres llegaron de manera voluntaria, lo que ratifica su compromiso con el medio ambiente de la ciudad”, resaltó Álvarez.

Desde octubre, las cerca de mil ‘Mujeres que reverdecen’ a cargo del JBB fueron divididas en 60 grupos, distribuidos en todas las localidades de la ciudad. La formación de estas ciudadanas fue liderada por los profesionales de la Subdirección Educativa y Cultural de la entidad.

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“Este proceso de formación nos permitió fortalecer las capacidades de cada una de ustedes, mujeres con muchos talentos y conocimientos que nos llenan de orgullo. Este programa ratifica que las mujeres somos la gran transformación de la humanidad”, dijo Nubia Sánchez, subdirectora educativa y cultural del JBB.

Mujeres que reverdecen

Los birretes de estas mujeres volaron luego de recibir sus diplomas.

La graduación

Las ‘Mujeres que reverdecen’ estaban ansiosas por subir a la tarima a recibir su diploma, una certificación simbólica por su dedicación y compromiso con el mantenimiento y mejoramiento del arbolado, las huertas y jardines de Bogotá.

Cuando vieron a sus formadores con sus diplomas en las manos, profesionales del JBB a los que llaman profesores, los nervios se apoderaron de sus cuerpos. A unas les temblaban las piernas, otras sonreían nerviosamente y algunas se limpiaban el sudor de las manos y rostro con los pañuelos que cargaban en los bolsos.

La directora, el equipo directivo y los formadores se organizaron en la tarima y el maestro de ceremonias las fue llamando una a una para que recibieran el fruto de su trabajo ambiental de seis meses, representado en casi 10.000 horas de formación.

Mujeres que reverdecen

Estas mujeres ahora son jardineras de Bogotá.

La pena por pasar al frente se les fue desvaneciendo poco a poco mientras daban pasos cortos y elegantes por el escenario. Todas desfilaron como si estuvieran en la pasarela de un reinado de belleza y posaban ante las cámaras de sus compañeras para que retrataran sus coloridos vestidos.

Los abrazos, besos, lágrimas y palabras cariñosas de agradecimiento fueron las protagonistas de la entrega de los diplomas, momentos que fueron inmortalizados en las cámaras de los celulares y algunas tabletas de las mujeres.

Gloria Jiménez, una llanera de 60 años que reverdeció varias zonas de la localidad de Rafael Uribe Uribe y quien montó su propia huerta en la terraza de su casa, pasó a recibir el diploma en compañía de Juan Pablo, su hijo menor que nació con síndrome de Down.

Mujeres que reverdecen

Las mujeres no pararon de tomarse fotos con sus compañeras.

“Juan Pablo es un hijo de las ‘Mujeres que reverdecen’. Él me acompañó a varias de las actividades ambientales que hice en el programa y ama estar en medio de la naturaleza. También me ayuda mucho con el cuidado de mi huerta casera, donde se encarga de regar y hablarle a las plantas. El diploma es para los dos”.

Suyapa Barón, coordinadora del programa ‘Mujeres que reverdecen’ del JBB, les agradeció a todas las ciudadanas por su compromiso y dedicación y aseguró que el reverdecimiento fue mucho más allá de pintar de verde las huertas, jardines y áreas del espacio público con nuevos árboles.

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“En este programa único e innovador todos reverdecimos y dejamos semillas en toda la ciudad. Todas las huertas que ustedes montaron en sus casas y los emprendimientos ambientales que lograron consolidar, son algunos de los frutos de este proceso tan hermoso con espíritu de creación y sensibilización. Siempre estaremos muy orgullosos de todas ustedes”.

Mujeres que reverdecen

La mayoría de estas mujeres montaron sus propias huertas caseras y comunitarias.

Algunas de las graduadas llevaron muestras de los emprendimientos ambientales que crearon con la asesoría del JBB, los cuales ya están comercializando con los conocidos de sus barrios, en redes sociales y en diferentes ferias como los mercados campesinos agroecológicos.

Durante el programa, estas ciudadanas consolidaron más de 30 emprendimientos relacionados con la transformación de las cosechas de las huertas y el aprovechamiento del material vegetal, como mermeladas, vinagretas, chocolates con frutas deshidratadas, arepas con semillas ancestrales, jabones con el aceite de cocina y productos de belleza a base de insumos naturales.

Además, mientras recibían las clases teóricas, hicieron bitácoras donde plasmaron muestras de los aprendizajes ambientales adquiridos, fotografías del trabajo realizado y hojas de los árboles, hortalizas y plantas que conocieron en las huertas, jardines y parques.

Mujeres que reverdecen

Todas las mujeres crearon bitácoras con muestras de sus aprendizajes sobre las coberturas vegetales.

Estas bitácoras, decoradas con escarchas y pegatinas de flores, corazones y animales, fueron exhibidas en los pasillos del JBB. Los rostros de las mujeres no pudieron ocultar la nostalgia y alegría al ver las imágenes de los frutos de su paso por este programa ambiental y social.

Estela Mendoza, madre cabeza de familia de la localidad de Antonio Nariño, fue una de las alumnas más juiciosas y dedicadas. Todo lo que le enseñaba su formador sobre arbolado, huertas y jardinería, lo escribió en un cuaderno que decoró con las hojas de las coberturas vegetales.

“Con toda la información que plasmé en mi bitácora pude darle forma a una huerta comunitaria en el barrio Ciudad Berna y estoy montando una huerta pequeña en la terraza de mi casa. En este programa desarrollé un amor y agradecimiento eterno por las plantas, los seres vivos que nos permiten vivir”.

Mujeres que reverdecen

Las mujeres de Ciudad Bolívar fortalecieron varias huertas urbanas y crearon sus emprendimientos.

Al finalizar cada una de las jornadas de graduación, realizadas los días 10 y 12 de mayo, las ‘Mujeres que reverdecen’ lanzaron sus birretes al aire y luego recorrieron los senderos biodiversos del Jardín Botánico, donde aseguran que dejaron su alma y corazón.

“El JBB es nuestra segunda casa. Estoy infinitamente agradecida con el programa porque además de aprender mucho sobre las temáticas ambientales, volví a valorarme y quererme como mujer”, puntualizó Saray Frías, una venezolana y madre de cuatro hijos que floreció en las huertas de Ciudad Bolívar.

Mujeres que reverdecen

Los vestidos coloridos marcaron la parada en la clausura de graduación.

Nuevas jardineras

Antes de decirles un hasta pronto a las cerca de mil ‘Mujeres que reverdecen’, la directora del Jardín Botánico les volvió a agradecer por su compromiso, apoyo y amor por los recursos naturales de la capital.

“Hoy ustedes se gradúan en gestión integral de las coberturas vegetales, lo que las convierte en jardineras. Todos los que trabajamos en los jardines botánicos somos jardineros, algo que nos permite cuidar la vida, las plantas y los árboles, y además producir alimentos en las huertas. Todas las mujeres somos cuidadoras de vida”.

Mujeres que reverdecen

La agricultura urbana fue una de las temáticas preferidas de las ‘Mujeres que reverdecen’.

Según Perdomo, el JBB siempre estará de puertas abiertas para sus nuevas jardineras. “Esta entidad es la casa de todos los jardineros y jardineras del país, es decir que es la casa de ustedes. Bienvenidas siempre a este pulmón de la ciudad, donde las recibiremos con los brazos abiertos”.

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Este programa fue un espacio para el desarrollo personal y la mejoría de la calidad de vida de las familias de estas mujeres. “Esperamos que sigan liderando el cuidado de la naturaleza en sus comunidades, separen los residuos en las casas y mantengan sus huertas; recuerden que las plantas necesitan de nuestro cuidado y su permanencia es indispensable para la vida del planeta”.

Mujeres que reverdecen

La directora del JBB les agradeció a todas sus mujeres por pintar de verde a Bogotá.

Luz Mery Suárez, una de las ‘Mujeres que reverdecen’ de la localidad de Usaquén, escribió unas sentidas palabras de agradecimiento para los formadores del programa, una experiencia que asegura le cambió la vida.

“Todas las mujeres reverdecimos. Por ejemplo, nos dieron la oportunidad de conocer partes de la ciudad que no sabíamos que existían, como los humedales. También aprendimos a reciclar, reutilizar los residuos de las cocinas, montar una huerta, alimentarnos más sano y crear emprendimientos de pomadas, cremas, encurtidos, mermeladas y jabones”.

Esta madre y abuela volvió a sentirse útil en los seis meses del programa. “A las mujeres mayores como yo, que ya tengo 60 años, nos permitieron salir de las cuatro paredes de las casas para hacer algo muy valioso por la naturaleza. Demostramos que la edad no es un impedimento para trabajar y aprender, por eso no me cansaré de agradecerles por valorar a las mujeres de Bogotá”.

Mujeres que reverdecen

Bogotá tiene mil nuevas jardineras que seguirán reverdeciendo todas las localidades.

Jhon Barros
Author: Jhon Barros

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Jardín Botánico de Bogotá