- Más de 60 estudiantes del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA) se convirtieron en los docentes en marketing de 16 huerteros y ‘Mujeres que reverdecen’ de la ciudad.
- Estos jóvenes universitarios los ayudaron a mejorar la marca y comercialización de sus emprendimientos, proyectos donde las plantas de las huertas son las protagonistas, y a manejar las redes sociales.
- En una feria huertera realizada en las instalaciones de esta universidad, los huerteros y estudiantes mostraron los resultados de su simbiosis y vendieron jaleas naturales, vinagretas, mermeladas, jabones, encurtidos y hortalizas.
María Paula Turriago cursa tercer semestre de administración de empresas en el Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA), una institución de educación superior catalogada como una de las mejores escuelas de negocios de Colombia.
Una de las asignaturas que más le gusta a esta joven de 20 años es la de principios y fundamentos de marketing o mercadeo. María Andreína Moros, una de los tres docentes que trabaja en esta materia, tiene como objetivo sacar a los estudiantes de las cuatro paredes del aula de clases para que apliquen los nuevos conocimientos en empresas.
“En esta materia, la profesora Andreína elige varias empresas para que los estudiantes ayudemos a mejorar el tema del mercadeo. Sin embargo, en este semestre surgió la idea de apoyar a emprendedores más pequeños y locales, algo que me pareció mucho más interesante”.
El nuevo objetivo era trabajar con agricultores urbanos y ciudadanas del programa ‘Mujeres que reverdecen’ para fortalecer la comercialización de sus emprendimientos; el ideal era mejorar técnicas de mercadeo como marca, logo, precios y canales digitales de divulgación.
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Esta idea nació de una alianza suscrita entre el CESA, el Jardín Botánico de Bogotá (JBB), la Universidad Javeriana, el proyecto de cooperación ELANET y el instituto estadounidense DYME (Desarrollando Tu Modelo de Emprendimiento, por sus siglas en inglés), que tiene como objetivo apoyar el desarrollo de las huertas urbanas en la capital.
“El proyecto empezó en mayo de este año, cuando los miembros de la alianza impartimos el taller de formador de formadores sobre la metodología DYME, herramienta creada por John Dobson, profesor de la Universidad de Harvard, que busca incorporar criterios de innovación y creatividad en la práctica de la agricultura urbana y periurbana”, dijo Moros.
Según la docente, en el caso de mercadeo se le hizo un ajuste “y lo denominamos DYMME (Developing Your Marketing Model From Experience), que consiste en que los estudiantes aprendan marketing desde su experiencia en el rol de asesores”.
El CESA, desde el instituto DYME, realizó un taller a los técnicos del Jardín Botánico para que ayuden a los agricultores urbanos en temas de mercadeo. Luego de la capacitación, la universidad se propuso apoyar a 16 huerteros y emprendimientos de las ‘Mujeres que reverdecen’ vinculadas voluntariamente al JBB.
“Desde la tercera semana de este semestre, 67 estudiantes de la clase de mercadeo se contactaron con los agricultores urbanos y ciudadanas para convertirse en sus asesores en temas como marca, precio, productos y manejo de redes sociales, conocimientos que adquieren en clase”, informó la investigadora.
Antes de convertirse en docentes, los estudiantes visitaron varias de las huertas de los agricultores urbanos. Según Moros, ellos no viven la realidad cotidiana de la agricultura urbana, “por lo cual era fundamental que conocieran los proyectos e historias de los huerteros”.
Del aula a la huerta
Los más de 60 estudiantes de administración de empresas del CESA fueron divididos en grupos de cuatro personas para apoyar los emprendimientos de los 16 huerteros y ‘Mujeres que reverdecen’, habitantes de localidades como Kennedy, Santa Fe, Usaquén, Engativá, Barrios Unidos y Ciudad Bolívar.
Los docentes de mercadeo les pasaron el listado de los agricultores urbanos y ellos seleccionaron el proyecto que más les llamó la atención. María Paula Turriago y sus compañeros Santiago Rosas, Karen Peñarete y Laura García, escogieron las jaleas naturales de Juan Calderón.
“El proyecto de Juan es innovador y con mucho potencial, ya que no utiliza azúcar para hacer las jaleas y además consigue las frutas, como moras, feijoas y frambuesas, en varias huertas urbanas de Bogotá que tienen un proceso agroecológico, es decir sin químicos”, expresó María Paula.
Desde agosto, los cuatro estudiantes se pusieron en contacto con Juan para conocer todos los detalles de su proyecto agroecológico. “Fue sorprendente porque nosotros pensábamos que todas las jaleas requerían de azúcar para su elaboración; Juan utiliza proteínas en su proceso”.
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A través de llamadas telefónicas, correos y varios encuentros personales, María Paula, Santiago, Karen y Laura quedaron maravillados con la iniciativa de este ciudadano que estudió química en la Universidad Nacional e hizo un posgrado en ingeniería de procesos de alimentos.
Juan les contó a sus nuevos asesores en marketing que trabajó 20 años como instructor de química industrial en el Sena y luego lideró un proyecto para fabricar néctares, jaleas y mermeladas de borojó en Quibdó (Chocó).
“Para sacar adelante el proyecto en Quibdó, utilicé una enzima natural que sirve para procesar la pulpa de las frutas sin la necesidad de utilizar azúcar. Esa experiencia me motivó a crear un emprendimiento propio con enzimas naturales y las frutas”, informó Juan.
El año pasado nació “Innátu: innovando hacia lo natural”, un emprendimiento de jaleas que Juan prepara con varias frutas de las huertas urbanas y la enzima natural en su apartamento, ubicado en el barrio Bochica 1 de la localidad de Engativá. Juan también elabora arequipes libres de azúcar.
“Primero desinfecto, licúo y cuelo la fruta. Luego envaso el material y le adiciono las enzimas, que arrojan una pulpa y le dan un mayor tiempo de vida a la jalea. Este proceso conserva el color, sabor, vitaminas, proteínas y minerales de las frutas y no requiere de azúcar, por lo cual es natural”.
En junio del año pasado, Juan presentó su emprendimiento en el mercado campesino agroecológico del Jardín Botánico, una ventana que le ha permitido posicionar sus jaleas en varias zonas de la capital.
Los cuatro jóvenes del CESA estudiaron minuciosamente el proyecto de este emprendedor y evidenciaron que está bastante maduro. “Juan tiene un buen logo y marca y además maneja buenos precios. Lo que le hace falta son redes sociales y una página web propia”.
Por eso, los estudiantes están asesorando a Juan en marketing digital. “Ya creamos la página web, un sitio donde pueden conocer sus productos y el cual queremos mejorar con más información. También le estamos enseñando a moverse bien en las redes sociales”.
Juan quedó bastante satisfecho con la asesoría que estos cuatro jóvenes le brindaron. “Se tomaron el tiempo para conocer todo el proceso y los productos de mi emprendimiento. Son excelentes seres humanos que me han brindado su amistad, disposición y buena voluntad para trabajar conmigo”.
Según este emprendedor que el año pasado se graduó de una maestría en seguridad alimentaria, nutrición y dietética en el Centro Europeo de Posgrados, los estudiantes le han ayudado a perderle el miedo al mundo digital.
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“Luego de conocer minuciosamente el proyecto, los jóvenes me dijeron que la marca, precios y logo estaban muy bien. Mi talón de Aquiles es lo digital, por lo cual diseñaron una página para poder vender por internet y estamos trabajando en la creación de las redes sociales”.
El emprendedor considera que estas sinergias entre la academia y los agricultores urbanos deben fortalecerse en la ciudad. “Armonizar la teoría y la práctica, como lo hace este proyecto, es una sana convivencia académica, comercial y estructural entre las universidades y el sector productivo, en este caso con los huerteros de la capital”.
Mermeladas, helados y mini-huertas
Elena Villamil es una de las huerteras pioneras y más respetadas de Bogotá. Desde hace 15 años fusiona la gastronomía con la agricultura urbana en la huerta Santa Elena, un terruño que montó en el patio de su casa, ubicada en el barrio San Martín (localidad de Santa Fe).
En este lugar del centro internacional de la ciudad, esta bogotana siembra remolachas, acelgas, lechugas, perejiles, quinuas, cebollas, fresas, zanahorias, caléndulas y papas, productos con los que prepara varias recetas; también hace suelo con el abono que sale de una compostera.
“Mi gran pasión es la cocina, un talento que aprendí de pequeña, lo fortalecí en el SENA y lo apliqué en un restaurante que tuve en la casa. Desde que monté mi huerta me propuse fusionar la agricultura urbana con mi amor culinario”.
Con las plantas de la huerta, Elena elabora helados, mermeladas, dulces, postres, patés, salsas y encurtidos. “Promociono mis productos en las redes sociales. El que quiera comprarlos primero debe comunicarse conmigo y luego venir a la casa para conocer la huerta y la historia de este proceso comunitario”.
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Los productos medicinales también hacen parte de su emprendimiento. Con las hojas de la marihuana, plantas que siembra en materas y botellas plásticas, Elena hace pomadas, aceites y gotas que ayudan a aliviar las enfermedades.
“Uno de sus mayores orgullos es el compostaje que hago en el patio de la casa con los residuos de la cocina. Tengo una compostera y un lombricultivo para elaborar los sustratos y abonos de la huerta, productos que también comercializo”.
Varios universitarios han conocido este proceso agroecológico y le han ayudado a Elena con nuevas ideas. Por eso, cuando le propusieron recibir la asesoría en mercadeo de los estudiantes del CESA, aceptó encantada.
“Un joven de la universidad se contactó conmigo y me dijo que con varios de sus compañeros habían investigado mucho sobre mi huerta y querían ayudarme a fortalecer el emprendimiento con nuevos conocimientos de mercadeo”.
Santiago Gómez, Santiago López, Felipe Cortés y Daniel Gómez le mostraron varios diseños que crearon para un nuevo logo de la huerta Santa Elena. A la huertera le gustó uno sencillo: una circunferencia con un fondo gris y letras de color blanco, conformado por la hoja de una planta y el nombre del emprendimiento.
“Ellos imprimieron varias etiquetas para pegarlas en los frascos de las mermeladas, salsas y encurtidos y me dieron un aviso. Como están estudiando administración de empresas, los jóvenes se dieron cuenta que este emprendimiento tiene mucho potencial”.
Además de mostrarles la gran variedad de hortalizas, frutas y plantas medicinales que siembra en su huerta y los productos que transforma, Elena les presentó a los estudiantes una nueva idea que espera madurar con su asesoría.
“Ahora quiero comercializar mini-huertas, unos cajones pequeños de madera con una bolsa de compost y varias plántulas. Los muchachos quedaron sorprendidos con esta idea y me dijeron que tenía potencial”.
Con estas mini-huertas, Elena quiere llevar un mensaje poderoso a la ciudadanía. “El compost lo hago con los residuos orgánicos, material que muchas personas catalogan erróneamente como basura. Todos podemos hacer sustratos en nuestras casas y montar mini-huertas”.
Según Santiago Gómez, con la huerta Santa Elena quisieron innovar un poco con el logo y hacer etiquetas para los productos, como mermeladas y mayonesas. “También le hicimos un poster para que Elena lo promocione en sus redes sociales, las cuales maneja muy bien, en especial la de Facebook”.
Estos estudiantes evidenciaron que el proyecto de Elena tiene bastante potencial para llegar a más personas por medio de las redes sociales. “Luego de revisar su Facebook e Instagram sentimos que va por muy buen camino. Sin embargo, le recomendamos que se mueva con videos en TikTok, la plataforma más utilizada actualmente”.
Los jóvenes del CESA no son los únicos que le están ayudando a Elena con su emprendimiento ambiental. Andrés Felipe Gordillo, de la Universidad Uniminuto, la asesora en la creación de su página web.
“El proyecto nació este semestre, cuando le planteamos a Elena que con una página web puede mostrar mejor sus productos y llegarles a más personas. Esta idea va en la fase de catálogo, el cual plasma todo lo que se hace en la huerta y los combos de los productos”.
Explosión de suculentas
Alejandra Mogollón lleva 11 años sembrando suculentas en la terraza de un edificio ubicado en el barrio Colombia, localidad de Barrios Unidos, sitio donde vive con su esposo, dos hijas y varios gatos y perros en un apartamento.
En este lugar de 72 metros cuadrados tiene más de 3.000 suculentas de varias especies, pequeñas plantas con hojas popochas que resisten fuertes sequías al almacenar el agua en sus tejidos, las cuales vende a través de las redes sociales y en ferias locales.
Decidió nombrar su emprendimiento como ‘La señora de las sucus’, proyecto que promociona en Facebook, Instagram y grupos de WhatsApp. ““No soy esclava de estas redes. Publico algo una vez por semana y por ahora esa estrategia me ha funcionado bastante”.
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La mayoría de los clientes de esta bogotana están en ciudades como Medellín, Popayán, Manizales, Pereira y Cúcuta. “También importo suculentas de países como México y España, donde las suculentas son muy famosas”.
Además de las redes, Alejandra utiliza las ferias locales que realizan entidades como el Jardín Botánico, la Secretaría de Desarrollo Económico y el IPES para mostrar sus suculentas, plantas que últimamente son muy apetecidas por la ciudadanía.
“Las suculentas son un negocio rentable. Lo máximo que he pagado por una fue 280.000 pesos, una planta a la que le saqué varios hijos y todos los vendí. Poco a poco recupero lo invertido con los pedidos que me hacen en las redes sociales y en las ferias”.
Cuando los docentes del CESA presentaron el listado de los emprendimientos de los huerteros que iban a asesorar, Tomás Restrepo, Alejandro Campo, Nicolás Omarini y Santiago Betancur escogieron el proyecto de Alejandra por lo novedoso que les pareció.
“Fue un emprendimiento nuevo para nosotros. Los cuatro solo sabíamos que las suculentas son plantas pequeñas para decorar las casas, pero ignorábamos todo el proceso que conlleva sembrarlas y el potencial de mercadeo que tienen”, aseguró Tomás.
Los cuatro jóvenes se contactaron con Alejandra y visitaron varias veces su terraza llena de suculentas. “Nos contó que una sola suculenta se puede demorar hasta seis años en crecer dos centímetros. Lo que más nos gustó fue ver la dedicación que ella tiene con las plantas”.
Luego de estudiar minuciosamente el emprendimiento de ‘La señora de las sucus’, los estudiantes evidenciaron que hace un buen uso de las redes sociales para comercializar las plantas. “Maneja muy bien WhatsApp Business y Facebook; por eso es que tiene muchos clientes fuera de la ciudad”.
Sin embargo, encontraron que Alejandra puede mejorar la marca y logo de su proyecto. “Nuestro apoyo ha sido en diseño gráfico. Elaboramos ocho propuestas del logo, pero hasta ahora ninguno la ha convencido del todo. Alejandra es una persona muy exigente”.
Una de las dificultades del emprendimiento es el cálculo de los costos. “Es muy difícil sacar los costos de aspectos como el tiempo que dura cuidando una suculenta y la cantidad de tierra. Alejandra, aunque lo ha intentado, aún le falta mucho en temas de costos y contabilidad, por lo cual estamos estudiando más para ayudarla”.
Estos futuros administradores de empresas utilizaron sus redes sociales para apoyar este negocio ambiental. “Hicimos varios videos y publicaciones de sus suculentas en nuestras redes sociales, donde cada uno tiene más de 1.000 seguidores. Los comentarios y likes fueron impresionantes”.
La prueba de fuego
Luego de varios meses de trabajo mancomunado, el pasado 31 de octubre los 67 estudiantes se dieron cita en el Colegio de Estudios Superiores de Administración con los 16 huerteros y ‘Mujeres que reverdecen’ para presentar los resultados de su sinergia.
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La entrada de la institución de educación superior se visitó de fiesta con una feria huertera, donde fueron instaladas varias carpas blancas con sillas y mesas en su interior. Un sol picante e intenso marcó la jornada.
Estos ciudadanos hacen parte de estrategias del Jardín Botánico como el mercado campesino agroecológico, el programa ‘Mujeres que reverdecen’ y las rutas agroecológicas ‘De huerta en huerta’; la mayoría estuvieron acompañados por los estudiantes que los asesoraron.
“Como Jardín Botánico tratamos que nuestros agricultores urbanos y ‘Mujeres que reverdecen’ tengan la oportunidad de capacitarse y fortalecer sus emprendimientos y marcas a través de la alianza que tenemos con el CESA, Universidad Javeriana, ELANET y DYME”, dijo Luis Carlos Hernández, coordinador de los mercados campesinos del JBB.
La feria huertera del CESA contó con la presencia de los líderes de las huertas Santa Elena, Monterrey, Micaela y Carvajal Osorio; y emprendedores como Juan Calderón (jaleas naturales), Alejandra Mogollón (suculentas) y Guillermo Montoya (encurtidos y hongos).
Vinagretas, velas, jabones, jaleas y champús fueron algunos de los emprendimientos que mostraron las ‘Mujeres que reverdecen’ que están vinculadas voluntariamente al JBB, como Soley Durán, Saray Frías, María Inés Montaño y Lised González.
“Los estudiantes del CESA les ayudaron a fortalecer la marca, sus emprendimientos y canales de comercialización como redes sociales y página web. El ideal de esta asesoría es que los agricultores urbanos tengan herramientas para comercializar y promocionar sus productos, y así puedan defenderse bien en cualquier evento”, mencionó Hernández.
La feria abrió sus puertas a las nueve de la mañana. Horas antes, los estudiantes les ayudaron a los huerteros y emprendedores a organizar sus productos y montar la publicidad que crearon juntos.
“Cuando los jóvenes me invitaron a la feria, les dije tajante que no. Yo no suelo ir a esos eventos porque vendo los productos en mi casa. Sin embargo, luego de varios intentos accedí porque vivo cerca al CESA”, afirmó la líder de la huerta Santa Elena.
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Elena Villamil aseguró que la asesoría de los estudiantes arrojó resultados muy positivos en la feria. “Los productos lucen mucho más bonitos con el nuevo logo. Ellos me ayudaron a vender y nos fue muy bien: a las 11:30 de la mañana ya no tenía una sola mayonesa o mermelada”.
A Juan Calderón también le fue muy bien con sus jaleas naturales. “Los cuatro jóvenes no solo me asesoraron. En la feria me ayudaron a vender y promocionar los productos; antes del mediodía mi stand estaba vacío”.
Alejandra Mogollón, ‘La señora de las sucus’, vendió casi todas las plantas y dejó que los estudiantes las promocionaran con los visitantes y en sus redes sociales. “Conocen bien el emprendimiento y me están ayudando mucho. Su apoyo ha sido maravilloso”.
Los rostros de Soley Durán y Saray Frías, dos de las ‘Mujeres que reverdecen’ del JBB, solo expresaban felicidad. “Esta es la feria en la que mejor nos ha ido. Vendimos casi todas las vinagretas, jabones y champús que hacemos con las plantas de las huertas”.
El coordinador de los mercados campesinos del JBB manifestó que esta sinergia entre los estudiantes y los huerteros es un aprendizaje mutuo. “Los alumnos los ayudan a potenciar los emprendimientos y los agricultores les enseñan todo lo que saben de agricultura urbana”.
Los docentes de marketing del CESA quedaron muy satisfechos con los resultados de este trabajo mancomunado. “Los estudiantes se han conectado con objetivos que van mucho más allá de los libros, en este caso las huertas urbanas y el impacto que éstas tienen en la calidad de vida, nutrición y seguridad alimentaria”, expresó la profesora Martha Lucía Restrepo.
Según la docente, los estudiantes fueron los que más aprendieron en este proyecto. “Se salieron de la caja para entender otra dinámica de la ciudad que no hace parte de su zona de confort. Se convirtieron en aprendices del arte que hacen los agricultores urbanos”.
El mayor reto que afrontan estos huerteros es el precio de sus productos. “Las redes sociales, tablas de Excel de precios y análisis de consumidor sólo tienen sentido si son útiles para los huerteros. Definir el precio es muy difícil para ellos, tanto así que evidenciamos que algunos estaban regalando su trabajo”.
En tres semanas, estos estudiantes de administración de empresas presentarán sus trabajos finales con los 16 huerteros y ‘Mujeres que reverdecen’ de la capital.
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“Será una propuesta de carta de navegación en las huertas y emprendimientos, insumos que les entregarán a los agricultores urbanos. El objetivo es seguir con este proyecto en el CESA para que llegue a más alumnos y huerteros”, puntualizó Moros.
Que cosas tan maravillosas. Me alegra mucho la manera cono estan emprendiendo.
Todo se vé espectacularmente bello.