- Marsella, Granja Mundo Aventura, Carvajal Osorio, Monterrey y El Alebrije de la Biblioteca El Tintal, son las cinco huertas que conforman la tercera ruta agroecológica del Distrito.
- “Las huertas de mi barrio” fue el nombre escogido para la ruta de Kennedy, la cual se suma a las de las localidades de Suba y el centro (La Candelaria y Santa Fe).
- Los ciudadanos ya pueden visitar estos sitios llenos de hortalizas, frutales y plantas medicinales, donde los huerteros elaboran productos transformados como pomadas, mermeladas y aceites naturales.
- Crónica del lanzamiento de la ruta “De huerta en huerta” en Kennedy, una apuesta liderada por el Jardín Botánico y el Instituto Distrital de Turismo.
Aunque la selva de cemento se impone en sus 3.800 hectáreas, una gran tajada de Bogotá conformada por 525 barrios y habitada por más de un millón de personas, en la localidad de Kennedy aún se pueden observar varias huellas del pasado.
Este territorio del sur de la ciudad fue habitado por los muiscas en la época prehispánica, indígenas que hacían sus rituales sagrados en una inmensa laguna. El venerado cuerpo de agua hoy sobrevive en humedales como Techo, La Vaca, El Burro, Tingua Azul y El Burrito.
Maíz, papa, quinua, amaranto, ají, zanahoria y frijol eran algunos de los principales alimentos que sembraba este pueblo anfibio, cultivos que hacían en forma de soles y lunas y los cuales siguen presentes en algunas partes de la localidad.
Más de 340 huertas urbanas han sido constituidas en Techotiba, nombre ancestral dado por los muiscas a este territorio y que luego cambió a Kennedy, como un homenaje al presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, quien lo visitó en 1961.
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Esta cifra convierte a Kennedy en una de las localidades de la ciudad más consolidadas y fuertes en agricultura urbana, un trabajo liderado por cientos de huerteros y huerteras de diferentes edades donde los químicos brillan por su ausencia.
Debido a su alta presencia de hortalizas, frutales y plantas medicinales cultivadas de una manera agroecológica, el Distrito escogió a Kennedy como uno de los sitios para dar marcha a una estrategia turística y ambiental del Plan de Desarrollo.
Se trata de las rutas agroecológicas “De Huerta en Huerta”, una apuesta liderada por el Jardín Botánico y el Instituto Distrital de Turismo (IDT) que busca promover nuevas oportunidades económicas a los agricultores urbanos por medio de recorridos turísticos en sus huertas.
Luego de un arduo trabajo de campo, el equipo de Rutas Agroecológicas del JBB escogió cinco huertas para conformar la ruta agroecológica de Kennedy, la tercera en la ciudad y que fue nombrada como “Las huertas del barrio”.
Marsella, Granja Mundo Aventura, Carvajal Osorio, Monterrey y El Alebrije de la Biblioteca El Tintal, fueron las huertas seleccionadas, terruños que cuentan con productos transformados a partir de las plantas y técnicas sostenibles como el reciclaje.
El pasado miércoles 26 de octubre, el Jardín Botánico y el IDT, acompañados por la Alcaldía Local de Kennedy, realizaron el lanzamiento de esta ruta agroecológica del Distrito, la cual se suma a la de Suba y el centro (La Candelaria y Santa Fe).
Con esta crónica, #BogotáEsMiHuerta los invita a recorrer las cinco paradas de esta iniciativa, un escrito donde encontrarán parte de las historias de las huertas, testimonios de los agricultores urbanos y varias fotografías de sus procesos.
1. Marsella: la huerta del poder femenino
La huerta comunitaria Marsella, ubicada en el barrio del mismo nombre, nació hace más de 12 años cuando varios de sus habitantes se propusieron poner fin a un botadero de basura que los tenía bastante preocupados.
13 mujeres, lideradas por Flor Marina Vargas y apoyadas por los miembros de la Junta de Acción Comunal, fueron las artífices de este proyecto agroecológico, un terreno de 600 metros cuadrados repleto de una gran variedad de hortalizas, plantas medicinales y frutales.
Este sitio encerrado donde el verde explota con diferentes tonos, fue la primera parada del lanzamiento de la ruta agroecológica de Kennedy, un evento que contó con la presencia de más de 50 personas de la comunidad, estudiantes y funcionarios del Distrito.
En la cancha de baloncesto del parque donde está la huerta, el JBB instaló una carpa, varias sillas y una pantalla para presentar la iniciativa. Las 13 mujeres, acompañadas por sus familiares, se sentaron en la primera fila; sus rostros expresaban nervios, entusiasmo y felicidad.
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Martha Liliana Perdomo, directora del Jardín Botánico, fue la encargada de dar inicio al lanzamiento. “Kennedy es una localidad de gente luchadora, guerrera y emprendedora. Esta ruta nos va a permitir mostrar el empeño, dedicación y vocación de atención de sus huerteros”.
Flor Marina, con la voz entrecortada y los ojos cargados de nostalgia, tomó el micrófono para contar parte de la historia de la huerta. Sus vecinos, familiares y amigos la recibieron con aplausos y palabras de agradecimiento por su trabajo social y ambiental.
“Somos un grupo de 13 mujeres sabias, líderes, guerreras e inteligentes que decidimos recuperar un espacio afectado por las basuras a través de una huerta. Nos trazamos ese sueño y logramos la tarea más hermosa: llegar al corazón de la gente y que los niños y jóvenes se enamoren de la naturaleza”.
Además de sembrar, cosechar y hacer compostaje con los residuos orgánicos, las mujeres de la huerta Marsella, que cuentan con el apoyo diario de José Bermúdez, un hombre que les ayuda con las tareas físicas más demandantes, se convirtieron en maestras.
“Nuestra huerta es visitada por muchos niños y jóvenes de colegio y estudiantes universitarios, quienes aprenden de agricultura urbana en este hermoso lugar de la localidad de Kennedy. Por eso Marsella es un proyecto donde el tejido social es el protagonista”.
Los visitantes de la ruta agroecológica tuvieron la oportunidad de probar las infusiones que preparan estas mujeres con las plantas aromáticas y medicinales de la huerta, además de las mermeladas que hacen con el tomate de árbol.
Miriam Velazco, quien acompaña a Flor Marina desde los inicios de la huerta, mostró cómo se puede aprovechar la sábila para hacer pomadas medicinales. Las demás mujeres hicieron juegos didácticos con las plantas que hay en este terruño y contaron el proceso de la compostera.
“Durante los meses más críticos de la pandemia, esta huerta fue de gran ayuda para muchas familias. Debido a la crisis económica, les brindamos alimentos sanos a las personas que lo necesitaban; fue una de las tareas más hermosas que hemos hecho”, aseguró la líder de Marsella.
La primera parada de la ruta agroecológica de Kennedy también contó con la participación de Yalile Quiñónez, una mujer afrodescendiente nacida en el Pacífico colombiano que realizó una actividad llamada el arropamiento.
Las huerteras, la comunidad y los funcionarios del Distrito se hicieron bajo una extensa sábana llena de retazos con formas de flores, manos y plantas. “El arropamiento es una limpieza de los miedos que permite aflorar la sabiduría y la prosperidad”, dijo esta palenquera y cuidadora del manglar.
2. Mundo Aventura: ventana al campo
Desde 1998, cuando el Parque Mundo Aventura abrió sus puertas al público, más de 15 millones de personas han podido disfrutar de sus atracciones extremas, familiares e infantiles, como el Sky Coaster, Tropicana, los troncos y las montañas rusas.
Con el paso de los años, este emblemático lugar creado a través de Corparques, filial de la Cámara de Comercio de Bogotá, decidió aportar al cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Se trata de Mundo Natural, una granja urbana constituida en 2001 que cuenta con más de 300 animales, como caballos, vacas, cabras, ovejas, aves, cerdos, búfalos y conejos, los cuales tienen una estrecha relación con una huerta de 300 metros cuadrados.
“Esta huerta, que tiene capacidad para 2.200 plantas, es abonada con los excrementos de los animales que convertimos en abonos. Además, las hortalizas que sembramos de una manera agroecológica, les sirven de alimento”, dijo Andrés Felipe Falla, director general de Corparques – Mundo Aventura.
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Esta huerta fue la segunda parada del lanzamiento de la ruta agroecológica de Kennedy, donde los participantes tuvieron la oportunidad de conocer el programa de equinoterapia y otras actividades como talleres de huerta y manualidades.
“Mundo Natural consta de un recorrido de 40 minutos, donde los visitantes pueden apreciar los animales de corral y el proceso agroecológico que hacemos en la huerta; allí, varias mujeres se encargan de sembrar lechugas, repollo, maíz, frijol y plantas aromáticas”, mencionó Falla.
Al lado de la huerta hay un vivero con plantas de interior y exterior. En esta zona, los profesionales de Mundo Aventura les enseñan a los ciudadanos a propagar y germinar las semillas; todos se llevan una suculenta como regalo.
“La huerta de Mundo Aventura es de suma importancia para la ruta de Kennedy, ya que los turistas pueden tener un encuentro con la naturaleza y las prácticas agroecológicas. En este lugar también pueden comprar hortalizas limpias y los huevos de las gallinas”, aseguró la directora del JBB.
3. Carvajal Osorio: la ruta del reciclaje
Hace dos años, la problemática ambiental que viven los habitantes de Mochuelo Alto y Bajo por las 7.500 toneladas de residuos que llegan a diario al relleno sanitario Doña Juana, le movieron las fibras a Yuly Gallego.
“Empecé a sentir una tristeza enorme por ese desalentador panorama. Con Wilson Moreno, un amigo que tiene conocimientos técnicos sobre el manejo y disposición adecuada de los residuos sólidos, decidimos hacer algo en nuestra localidad, Kennedy”.
Los dos amigos encontraron un proceso de deshidratación solar, el cual consiste en poner al sol los residuos durante aproximadamente tres días para producir abonos orgánicos. “Empezamos a tocar puertas en las Juntas de Acción Comunal para trabajar en un proyecto de reciclaje”.
Flor María Mecón, presidenta de la JAC del barrio Carvajal Osorio, les copió la idea de montar la infraestructura del proceso de deshidratación solar de los residuos. “Supe que con ese proyecto le íbamos a dar un vuelco total al barrio”.
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Así nació el colectivo ambiental Vive Vibra Verde, un laboratorio o aula ambiental en el que participan cinco personas. La primera tarea fue empezar a concientizar a la comunidad sobre la separación adecuada de los residuos sólidos.
“Definimos una ruta de recolección (lunes, miércoles y viernes, entre las 7 y 9:30 de la mañana) y compramos un triciclo para recoger el material. Las personas hacen la separación en sus casas y nos entregan bolsas con los residuos orgánicos, botellas plásticas y aceite usado de cocina”.
Los residuos orgánicos son triturados por una máquina que construyó Wilson; luego pasan a los deshidratadores solares que instalaron en una terraza. “Allí se deshidratan durante tres días. Por último, ingresan a otra máquina que arroja el abono orgánico”.
Este colectivo hace ecobotellas con los residuos plásticos y se encarga de darle una disposición final adecuada al aceite de cocina. “Cada mes recibimos 6,7 toneladas de residuos orgánicos, 600 kilos de plástico y 45 kilos de aceite”, informó Yuly.
Además del reciclaje, estos líderes ambientales revivieron la huerta comunitaria de la JAC del barrio Carvajal Osorio, donde siembran algunas hortalizas y plantas aromáticas. “Los abonos orgánicos y las plantas de la huerta las comercializamos; también tenemos una compostera”.
En la tercera parada de la ruta de Kennedy, los visitantes conocieron el proceso de reciclaje del colectivo ambiental Vive Vibra Verde, recorrieron la huerta y participaron en un taller didáctico de aceites naturales.
“Esta es una de las iniciativas más maravillosas de la ciudad. A través de la ruta, cientos de ciudadanos aprenderán a reciclar y cultivar de una manera agroecológica”, mencionó la directora del JBB.
4. Monterrey: la huerta de las pomadas
En 2010, varios habitantes del barrio Monterrey, ubicado cerca de Castilla y el humedal El Burro, fueron testigos de cómo un parque infantil se convirtió en un basurero lleno de escombros.
“El parque de la cuadra donde vivimos con mi esposo Alfonso e hijos desde 1994, era el baño público de los habitantes de calle y las mascotas. Ya no podíamos respirar aire puro”, recuerda Gladys Duarte, una santandereana experta en tejer y hacer buñuelos.
Los esposos evidenciaron que la mejor forma de recuperar la zona era montar una huerta comunitaria. “Nos reunimos con cerca de 50 adultos mayores del barrio y montamos las primeras camas. Cerramos la zona y con el paso de los años cumplimos el sueño de la huerta”.
La huerta comunitaria Monterrey cuenta con más de 50 especies de hortalizas, frutales, plantas medicinales y aromáticas, dos de las cuales son insignias: la lechuga con sabor a limón y la sangría.
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Aunque el grupo comunitario se redujo a 15 personas en los últimos años, el proceso agroecológico y comunitario de la huerta está más vivo que nunca. Además de sembrar y cosechar, Gladys utiliza algunas plantas para elaborar pomadas y aceites medicinales.
“Mi emprendimiento personal se llama ‘Pomadas de la huerta’, las cuales elaboro con plantas calientes como marihuana, tabaco, romero, eucalipto, la flor del borrachero y caléndula. También hago bolsos y manualidades con plástico”.
Además de la agricultura urbana, este grupo comunitario también recicla y hace actividades de educación ambiental a través de Monterrey Ecohídrico, una fundación que ellos mismos crearon.
“En el tema del reciclaje contamos con el apoyo de Paula Sánchez, la miembro más joven del grupo y que sabe mucho de pacas digestoras; ella montó tres en la huerta y así tenemos abono para los cultivos”.
En la cuarta parada de la ruta de Kennedy, los visitantes compraron varias de las pomadas y aceites de Gladys, probaron sus buñuelos y recorrieron los recovecos de la huerta Monterrey, el sitio más verde del barrio.
“Uno de los objetivos de las rutas agroecológicas es que las agencias de turismo conozcan las huertas y les ayuden a los agricultores a potencializar sus proyectos. También buscan que los huerteros y huerteras se conozcan para hacer intercambios de saberes”, indicó Perdomo.
5. Biblioteca El Tintal: agricultura y literatura
La Biblioteca Pública El Tintal “Manuel Zapata Olivella” fue construida sobre las bases de una antigua planta de transferencia de basuras y diseñada por el arquitecto Daniel Bermúdez. Abrió sus puertas al público el 29 de junio de 2001 y se convirtió en un ícono de la capital.
Cientos de habitantes de las localidades de Kennedy, Bosa y Fontibón asisten todos los días a este lugar para dejar volar su imaginación con los más de 90.000 libros de todos los géneros que allí duermen o participar en las diversas actividades culturales.
Hace año y medio, las directivas de la biblioteca decidieron ofrecerles a sus visitantes una nueva alternativa: una huerta urbana que fue construida en una zona cerca del parqueadero en varias materas de cemento y camas viejas.
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Las manos de más de 15 mujeres y hombres de Kennedy, liderados por trabajadores de la biblioteca, son las encargadas de reverdecer la huerta con hortalizas y plantas medicinales y aromáticas.
La huerta fue bautizada como Alebrije, en honor a una de las figuras más emblemáticas que hay en este recinto literario del sur de la ciudad: una artesanía con elementos fisonómicos de diferentes animales y colores encendidos y vibrantes.
“Nuestro proyecto va mucho más allá de sembrar y cosechar. Las personas que participan en la huerta aprenden a hacer productos transformados, como tortas de auyama, vinagre de manzana, mascarillas de cidrón y mermeladas de sauco”, dijo Soledad Prieto, funcionaria de la biblioteca.
Todos los sábados, en horas de la mañana, los 15 huerteros visitan la biblioteca para nutrir sus mentes con nuevos conocimientos. En uno de los salones, consultan libros y experimentan en la elaboración de novedosos productos.
“Somos un laboratorio de experimentación donde todos aprendemos. Los ciudadanos tienen muchos conocimientos sobre agricultura urbana, los cuales expresan y complementan con lo que nosotros les enseñamos”.
En la quinta y última parada de la ruta agroecológica de Kennedy, los ciudadanos pintaron algunas plantas de las huertas con la tinta del fruto del sauco en una hoja de papel; también se deleitaron con los productos transformados que hacen los 15 huerteros del Alebrije.
“La biblioteca fortalece los emprendimientos de los huerteros del sector, quienes elaboran una gran variedad de productos transformados con cosecha de la huerta y otras especies, como mermeladas y jabones”, puntualizó Perdomo.
Las personas que quieran disfrutar de la ruta agroecológica del Kennedy y conocer sus cinco huertas, pueden escribir una solicitud al correo rutaagroecologica@jbb.gov.co. Profesionales del JBB les contestarán con los detalles del recorrido, horarios, precios y distancias.
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“Estas huertas recogen el trabajo que durante décadas han desarrollado familias, técnicos y jóvenes que ven en la agricultura urbana oportunidades de autoconsumo. Ahora quieren compartir sus experiencias con los visitantes y turistas: la invitación es a apoyarlos”, destacó la directora del Jardín Botánico.
Leer estas historias motiva a seguir trabajando por la Agricultura Urbana en nuestra Ciudad.
Jhon eres maravilloso con tus escritos, felicitaciones!