- Bogotá contará con nueve bancos comunitarios de semillas, los cuales estarán ubicados en sitios de localidades como Bosa, Suba, Ciudad Bolívar, Rafael Uribe Uribe, Sumapaz y Usme.
- Jaime Aguirre, referente en semillas nativas, y Juan David Córdoba, ingeniero en agroecología, son los encargados de liderar este proyecto del Jardín Botánico de Bogotá (JBB).
- Entre los objetivos de estos bancos está rescatar semillas nativas de papa, maíz, quinua, amaranto, tomate y frijol, y que los agricultores urbanos puedan consolidar emprendimientos de alimentos procesados con manejo agroecológico.
Aunque nació en tierras caleñas, Jaime Aguirre tiene el alma y el corazón aferrados a Bogotá, una ciudad donde se crio y consolidó una familia conformada por su esposa y cuatro hijos. Desde muy pequeño supo que la lectura sería su gran pasión, por lo cual devoró miles de libros durante su niñez y adolescencia.
Estudió psicología, sociología e ingeniería civil, conocimientos que le permitieron ocupar cargos en varias empresas a pesar de no terminar ninguna carrera. En 1996, hace 26 años, tomó una decisión radical: dejar a un lado las corbatas y los vestidos de paño para vestir sombreros de paja, botas de caucho y ropa cómoda y holgada.
«Me aburrí de todo ese mundo empresarial y renuncié a mi vida como trabajador. Decidí abandonar el ajetreo de la ciudad y me refugié en un sitio de los cerros orientales: una finca que compré en la vereda El Verjón, zona rural de las localidades de Chapinero y Santa Fe, por la vía que conduce hacia el municipio de Choachí”.
Jaime se convirtió en un ermitaño. Durante cuatro años vivió solo en la finca, ubicada a unos 3.200 metros de altura y con un tamaño de 12 hectáreas, donde destinó su nuevo tiempo libre en dar largas caminatas por las montañas, leer muchos libros y tomar vino.
“Fueron los mejores años sabáticos de mi vida. En esa época tranquila en medio de la naturaleza también empecé a darle forma a una huerta agroecológica con hortalizas, plantas medicinales y aromáticas libres de químicos o pesticidas”.
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En el año 2000 se cansó de la soledad y creó una fundación sobre cultivos orgánicos, llamada Familias de la tierra. “Primero leí muchos libros sobre esa temática e hice conexiones con expertos. Cuatro años después me invitaron a un evento en el municipio de La Vega, en el departamento del Cauca, donde quedé enamorado de las semillas nativas”.
Lo primero que le llamó la atención fue conocer la gran cantidad de papas nativas que se cultivaban en la zona, alimentos que Jaime desconocía. “Los colores (morados, azules, rojos, negros y amarillos), formas extrañas y bellezas de esas papas me deleitaron y sentí una corazonada: le dije a uno de los muchachos que con esos alimentos íbamos a hacer maravillas”.
Al poco tiempo viajó a los municipios santandereanos de Cerrito y Málaga, donde unos campesinos sembraban más de 80 variedades de papas nativas. “En esa época eran los cultivadores de papas nativas más grandes del país. Les compré varios bultos y me los llevé para mi finca de El Verjón”.
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Jaime comenzó a sembrar papas nativas en sus tierras, se enamoró de la sabor y sacó producciones bastante fructíferas. “Llegué a venderles papas a más 50 restaurantes de Bogotá. Visité varias escuelas de gastronomía y llevé a muchos estudiantes a la finca, con los que conformamos una generación de chefs que usan papas nativas en sus restaurantes”.
Pero Jaime no se conformó con sembrar papas nativas. Su alma curiosa le dijo que tenía un gran negocio y se aventuró a transformar los tubérculos. “Cree Utopía Bio, proyecto agroecológico que inició con la transformación de 15 variedades de papas nativas en snacks. Luego hice cerveza de papa, llamada Tierra Negra, y ahora trabajo en crear una maltería”.
Bancos pioneros
Desde el año pasado, Jaime Aguirre lidera un nuevo proyecto: consolidar nueve bancos de semillas comunitarios en Bogotá, una actividad a cargo del Jardín Botánico incluida en el proyecto de inversión de agricultura urbana y periurbana agroecológica del actual Plan de Desarrollo.
“Estos bancos comunitarios estarán ubicados en sitios de localidades como Bosa, Suba, Ciudad Bolívar, Rafael Uribe Uribe, Sumapaz y Usme. Serán manejados por las comunidades, pero con el seguimiento y asesoría de los expertos del JBB”, aseguró el experto.
Según Jaime, este proyecto se centrará en el rescate de las semillas nativas y criollas, como las variedades de papa, maíz, quinua, amaranto, frijol y tomate que eran muy utilizadas por las comunidades indígenas y las cuales fueron desapareciendo desde la llegada de los españoles.
“La conservación de las semillas criollas es el fundamento principal de los bancos. Por ejemplo, la mayoría de las personas creen que el tomate es italiano o europeo, pero en realidad sus centros de origen están en México, sur de Colombia y norte de Ecuador”.
Este neo-campesino, como se hace llamar, investigó las verdaderas raíces del tomate. “No se sabía que uno de sus sitios de origen era un valle intermedio ubicado entre la cordillera occidental y el mar Pacífico, en inmediaciones del departamento de Nariño. Allí se originaron tomates como el riñón y la uvita”.
Pero estos bancos no solo tendrán semillas nativas. “Aunque el énfasis serán las nativas, material que conseguimos de la Red de Custodios de Semillas a nivel nacional, los bancos también contarán con las especies tradicionales que hacen parte de las huertas, muchas de origen europeo o asiático”.
Jaime asegura que las semillas serán de un origen con manejo agroecológico. “Por ahora, nuestro principal proveedor es el resguardo Cañamomo, que hace parte de red nacional y se encarga de conseguir las semillas que necesitamos con otros custodios”.
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Los nueve bancos de semillas comunitarios de Bogotá se convertirán en un hito mundial. Según Aguirre, en sus investigaciones no ha encontrado evidencia alguna de estos bancos en espacios urbanos.
“Los bancos de semillas inician en La India con Vandana Shiva, una líder mundial ecologista y alimentaria. Luego, países como Salvador, Guatemala y Nicaragua desarrollaron bancos de semillas comunitarios rurales. Por eso, creería yo que esta puede ser una de las primeras experiencias urbanas en el mundo”.
Cuatro talleres
Los bancos de semillas bogotanos serán distintos a los grandes custodios que hay en países como Noruega y España, donde las semillas quedan refrigeradas durante muchos años.
“El objetivo de los bancos de la capital será conservar las semillas, pero sembrando constantemente para conocer su adaptabilidad al cambio climático. Si las semillas quedan guardadas y refrigeradas por 100 años, no sabemos si luego podrán adaptarse o servir por los constantes cambios del clima”.
El primer paso para este proyecto es seleccionar los sitios y los agricultores urbanos que van a participar, actividades que Jaime y Juan David Córdoba, un ingeniero en agroecología del JBB, realizan desde el año pasado.
“Para consolidar cada banco, lo primero que hacemos es realizar cuatro talleres en las localidades donde pensamos construirlos. Ya hemos hecho algunos de estos encuentros en Suba, Rafael Uribe Uribe y Bosa”, dijo Córdoba.
El primer taller es sobre la biología y botánica de las semillas, aprendizajes que les permiten a los huerteros distinguir la variedad, es decir si son criollas, híbridas, transgénicas o con manejo agroquímico; y el segundo taller es sobre el funcionamiento de los bancos.
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Según Jaime, funcionarán como un banco tradicional a través de préstamos de semillas y el banco principal estará en la huerta del Jardín Botánico. “Si un huertero pide cinco kilos de semillas de papa, luego de sembrarlas tiene que devolver 10 kilos cuando haga la cosecha. Es un préstamo porque el banco madre no puede quedarse sin insumos”.
Los usuarios deberán subir fotografías y reportar la información de todo el proceso en una aplicación que el JBB está elaborando. “Tendrán que reportar cuando siembran las semillas, crecen las plantas y los resultados de las cosechas. Al igual que en un banco tradicional, el que no cumpla no podrá volver a acceder al préstamo”.
En el caso de que se presenten factores externos, como heladas, granizadas o plagas, los expertos evaluarán las circunstancias para que el huertero no se vea más perjudicado. “Por eso la aplicación será fundamental para hacer un seguimiento minucioso de todo el proceso”.
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El tercer taller que reciben los huerteros es sobre el almacenamiento adecuado y extracción de las semillas, donde aprenden sobre el momento adecuado para sacarlas, recolectarlas, secarlas y depositarlas en los bancos.
“Las semillas de las hortalizas son muy distintas a la de los frutales. Por ejemplo, las del rábano, una hortaliza de raíz, están resguardadas en una vainita parecida a una habichuela, mientras que las semillas de las frutas se encuentran en la fruta comestible”, dijo Jaime.
En el último taller, los huerteros conocen las mejores técnicas para sembrar las semillas de una manera agroecológica en sus huertas, además de las prácticas más adecuadas para combatir plagas como el pulgón, la babosa, entre otros.
“Por eso, el proyecto tiene como anexo que los huerteros puedan crear su propio espacio para sembrar las semillas, ya que estas requieren de técnicas y manejos especiales como periodos más largos y uso de bolsas y otros apoyos”, apuntó Juan David.
Terminados los cuatro talleres, el Jardín Botánico le hará entrega de todos los insumos necesarios a cada una de las personas que se encargarán del manejo del banco, para así realizar el montaje en una zona adecuada.
“Cada uno de los bancos tendrá una estantería de dos metros de alto por uno de ancho y con seis repisas, donde estarán los frascos de vidrio hermético para guardar las semillas. En total, tenemos proyectado entregar aproximadamente 200 frascos”, dijo Córdoba.
La selección de los lugares será determinada entre la comunidad y los expertos del JBB. Por ejemplo, estos sitios deberán contar con cierta humedad y no estar expuestos al sol, para que así las semillas no se vean afectadas.
“En los talleres, que son teórico-prácticos, también aprenderán sobre las técnicas de conservación de semillas, desinfección, extracción de humedad, protocolos de sanidad y como manipularlas”, precisó Córdoba.
Negocio rentable
Jaime Aguirre asegura que las semillas son un negocio gigante y bastante rentable, lo que les permitirá a las comunidades de Bogotá mejorar su economía.
“De un solo brócoli se pueden sacar 15 paquetes de un gramo con 50 semillas, que tienen un precio de 5.000 pesos. A groso modo, cuando un solo brócoli tiene semillas puede generar entre 30.000 y 50.000 pesos de ganancias; si el huertero tiene muchas de estas hortalizas tendrá una economía más decente”.
Ante esto, el neo-campesino quiso darle otro enfoque novedoso a los bancos de semillas: que los custodios y comunidades puedan desarrollar emprendimientos para que generen ganancias económicas, como lo hizo él con las papas nativas de su finca.
“Los bancos de semillas tienen dos caras: una es la social, es decir los préstamos de las semillas a los agricultores urbanos, y la otra es la venta. El ideal es desarrollar pequeños emprendimientos para que las comunidades vendan las semillas; esto puede estar apoyado en estrategias como las rutas agroecológicas de huertas”.
Cuando el programa esté mucho más consolidado, la ciudadanía podrá encontrar toda la información de los nueve bancos de semilla en la página web del Jardín Botánico y en Bogotá es Mi Huerta, un espacio dedicado exclusivamente a los temas de la agricultura urbana.
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“Allí encontrarán la ubicación de los bancos, las personas que los manejan y los precios de las semillas. Con esto esperamos consolidar una red con los nueve bancos y que cada uno realice ofertas para entrar en el mercado”, complementó el neo-campesino.
Actualmente, Jaime y Juan David trabajan en crear la marca de los bancos de semilla bogotanos. “Debemos verlos como un negocio para las comunidades. Por eso es necesario desarrollar una marca que irá en todos los productos del banco, como los frascos y los sobres de semillas para la venta”.
Aguirre también quiere darle un vuelco al tema de las semillas en el país. Por ejemplo, asegura que las semillas que más importa Colombia son las de pasto, “algo lógico porque somos un país de vacas y terratenientes. Esto se ve reflejado en la alarmante deforestación que genera la ganadería”.
Haciendo cálculos en su mente, Jaime afirma que, para producir un solo kilo de carne, una vaca necesita hasta 30 kilos de maíz. “Con esa cantidad de maíz se podrían alimentar más de 30 personas. La ganadería en Colombia tiene una relación muy desequilibrada y es altamente contaminante”.
Luego del pasto, las otras semillas que más se importan son las de tomate y cebolla. “Por eso serán protagonistas en los bancos de semillas de la capital. Todos comemos tomates y cebolla, ya que son la base de los guisos que le dan sabor a la comida; de un solo tomate cherry podemos sacar hasta 30 semillas”.
Avances satisfactorios
No es la primera vez que Jaime incursiona en el tema de los bancos de semillas. «Hace 15 años hubo un primer intento, pero debido a los cambios en las administraciones distritales, el proyecto desapareció. El banco de Usaquén fue el que más duró, contrario al de San Cristóbal donde las mujeres que lo manejaban se llevaron los frascos con las semillas”.
El experto en papas nativas tiene la corazonada de que esto no sucederá con el nuevo proyecto de los nueve bancos. “Antes no se hablaba de emprendimientos con las semillas. Cuando algo genera recursos económicos, la gente se motiva y cuida las cosas. Estos bancos se basan en tres pilares: los cultivos de semillas en los territorios, el banco del JBB y el negocio”.
En lo que llevan con esta iniciativa, Jaime y Juan David han evidenciado una gran acogida por parte de las comunidades donde se han realizado los talleres, como en las localidades de Ciudad Bolívar, Suba, Bosa y Rafael Uribe Uribe.
“En Suba ya realizamos los cuatro talleres, donde participan activamente 15 huerteros de la localidad. Para nosotros este número indica una buena asistencia y es manejable para alcanzar buenos resultados. En Bosa acabamos de empezar con cerca de 25 personas del cabildo muisca, los cuales están muy entusiasmados”.
En Ciudad Bolívar se han realizado dos talleres y algunos de los participantes visitan la finca de Jaime en El Verjón para conocer sus semillas nativas. “Rafael Uribe Uribe ya culminó la etapa de talleres, pero hay algunos inconvenientes por la baja participación de la comunidad”.
Las localidades de Suba, Ciudad Bolívar y Rafael Uribe Uribe están casi listas para montar las estructuras de los bancos y echar a andar el proyecto. “Ya tenemos los estantes, frascos y primeras semillas para estos tres bancos”, informaron Jaime y Juan David.
Por su parte, en la huerta urbana del Jardín Botánico se viene implementando la siembra de papas nativas para su multiplicación, material que luego les será repartido a los de más bancos. “Con las semillas sembradas en el JBB hemos realizado talleres teórico-prácticos en las localidades y en los mercados campesinos agroecológicos”, puntualizó en ingeniero.
muy interesante trabajo
Lo felicito Jaime Aguirre, seguiré su experiencia.